Mateando la educación II – Asomándonos al panorama general del tema

Ricardo Vicente López

  Si no nos atrevemos a pensar lo imposible, 

                                                                       deberemos aceptar lo insoportable

                                                                                     Del Mayo francés – 1968

Quiero comenzar este encuentro con algunas aclaraciones que permitan lograr una mejor interpretación de las ideas que expondré. No tienen la menor intención de pontificar sobre ninguno de los temas que aquí se viertan. Yo creo estar plenamente consciente de la provisoriedad de todo lo que pueda afirmar, y de su validez que sólo están sustentadas en mi larga experiencia docente y en mis convicciones. Además, estamos en un terreno altamente controvertido en el que, los que han estudiado y reflexionado sobre el particular, no logran ponerse de acuerdo en sus líneas generales. Por ello, estas charlas no pueden ni deben tener ninguna pretensión de verdad científica incuestionable, ni debe atribuírsele mayor valor que el de ser conclusiones de alguien que, como yo, con vocación por lo humano, experiencia docente y trato constante con jóvenes, ha tomado este tema como materia de investigación, reflexión y análisis permanente.

Por todo ello, deseo que se consideren estas palabras como un intento de pensar en voz alta algunas ideas, que pueden ser útiles a la hora de reunirse para reflexionar juntos sobre la problemática educativa.

Creo que la amplitud de temas que se deben tocar aparecerá como consecuencia de la necesidad de poner ante ustedes una mirada sobre el panorama que enfrentamos, y de no querer dejar nada al margen de nuestra ella, en la medida de lo posible. Creo  que se juega, en este intento, en parte, el destino de muchos jóvenes que nuestra comunidad deposita en nuestras manos. Ese acto está sostenido por la esperanza de las familias en que los docentes estemos a la altura de la misión que nos encomiendan. Misión, vocación o profesión [en su significación originaria: hacer por la fe que depositamos en la tarea, es decir por todo aquello por lo cual cada uno de nosotros la hemos abrazado: ser docentes debe ser un modelo, como también un pastor o un conductor de una formación deseable, en los que puedan mirarse para construir su propio destino.

Ello requiere madurez y nuestro compromiso, como así también nuestra humildad para reconocer las limitaciones que tenemos ante tan difícil problema. Ello supone nuestra decisión de bajarnos del pedestal del saber y colocarnos en el llano junto a quienes tenemos el deber de ayudar a formar. En pocas palabras, lo que propongo son palabras de un docente que quiere contribuir a la profundización de un pensamiento compartido y aportar algunas ideas que puedan orientar la búsqueda de salidas al problema que enfrentamos.

La crisis que enfrentamos no es una de tantas [El Juez Alejo Ramos Padilla, advirtió: “tener la Constitución y los principios republicanos siempre presentes”, especialmente ante el “desencanto democrático” que se expande a nivel global.]. Su profundidad, sus características, nos están hablando de la necesidad de abandonar las viejas recetas, los viejos métodos, los simplismos y las respuestas fáciles, lineales y repetidas. No es que todo lo hecho no sirva más, es que previamente se necesita un diagnóstico claro que sólo una mirada comprometida, iluminada por el amor docente, puede develar. Sólo entonces es posible decir qué es rescatable y qué no.

Es precisamente acá donde se juega el tema que vamos a comenzar a pensar. Décadas atrás campeaba en nuestra sociedad una esperanza utópica que, aunque no se manifestara siempre como una expresión mayoritaria, compartía una especie de sentido común de época: la capacidad de proyectarse hacia futuros lejanos, pensar tiempos mejores y soñar con realizaciones deseables, aunque parecieran imposibles.

Hoy esa esperanza ha quedado reducida a un estrecho espacio en el cual algunos de nosotros, que no somos tantos, persistimos a pesar del clima de escepticismo generalizado, pero seguimos soñando. El tema y sus consecuencias tienen una dolorosa repercusión en nuestros jóvenes, como bien señala un estudio realizado en la Universidad Nacional del Sur sobre Deserción Universitaria, se dice allí:

«Nuestros jóvenes se sienten presionados por un contexto social contradictorio: por un lado, se les demanda cada vez mayores niveles de formación científica y técnica, y por otro no se les garantiza al concluir sus estudios de grado, inserción en el mercado laboral. Saben, por experiencia de otros compañeros profesionales, que muchas veces se debe deambular sin trabajo o realizar tareas que nada tienen que ver con su capacitación… En Argentina estamos viviendo una crisis profunda en la educación. Tenemos la percepción de que, muchas veces, lo que enseñamos está desasido de las demandas del mundo del trabajo y de la vida cotidiana. Formamos profesionales para trabajos que están en vías de extinción y que probablemente no existirán en un futuro no muy lejano».

El escepticismo, es un óxido altamente corrosivo, que ha invadido la conciencia de una porción preocupante de las personas relacionadas con la educación. Creo que la tarea que nos reclama llama a la heroicidad, a la audacia, al desprendimiento, a la entrega, es decir a un amor que sólo desde la fe en nosotros y en nuestros jóvenes, puede hacerlo  posible. Son palabras dolorosas pero realistas: es una tarea para pocos, y, aunque esto suene a soberbia, la historia nos muestra que de las grandes crisis se salió con la claridad, el esfuerzo y el empuje de unos pocos.; éstos después fueron seguidos por el resto. Así nos lo impone el tiempo que nos toca vivir. El pensador,  filósofo y psicólogo alemán, Eduard Spranger (1882-1963) sostenía que:

«La educación es la voluntad despertada por el amor generoso en el alma de otro, de desenvolver desde dentro su total receptividad para los valores y su total capacidad formadora de valores».

Pensar detenidamente en tales palabras nos permitirá tomar conciencia real de la distancia que nos separa de tal propósito y de su logro.

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