MATEANDO LA EDUCACIÓN III – Buceando en la profundidad del tema

Ricardo Vicente López

“La televisión será la base de la opinión pública.

 Ha creado un mundo esquizofrénico en el que

entre el individuo y lo global no hay nada”

Alan Touraine (1933), sociólogo francés.

Comienzo con un comentario acerca de mi modo de exponer: cuando se debe entrar en temas no conocidos, poco o mal conocidos, debemos detectar nuestros hábitos intelectuales, abonados por las lecturas y prácticas cotidianas, que  conforman nuestros criterios. Debo subrayar este concepto que está ausente en la formación de los docentes:

«Con la palabra criterio, en general, nos referimos a una norma, tabla, escala o cálculo a partir del cual es posible aproximarse la verdad, conocerla o tomar una decisión determinada; la capacidad de combinar cualidades personales con conocimientos y experiencias relevantes para formar opiniones y tomar decisiones».

Agrego a ello, la exigencia de detenerme en el desarrollo del tema que nos convoca, para subrayar la necesidad de tener presente siempre la incidencia de los cambios   globales, factor cuya incidencia es mucha en nuestra cultura, y que funciona como una presencia-no presente, pero activa desde los últimos siglos en el espacio geográfico denominado Occidente, en su versión neoliberal. La presencia-no presente se refiere a la presencia subliminal [Que está por debajo del umbral de la consciencia] cuya acción no es detectable por el nivel consciente y adquiere la modalidad de una valoración no explicitada. Se la podría calificar como prejuicio, pero este vocablo contiene un tinte despreciativo que necesito evitar.

La incidencia se presenta con las particularidades que adquiere para nuestra situación político-geográfica: Sudamérica. Esta puntualización viene a cuento por la ausencia de este tema, que se puede verificar en los programas de nuestros institutos educativos, respecto del análisis de su presencia subliminal en las aulas – es decir que esto se produce por debajo del umbral de la conciencia y, por ello, solo es percibido inconscientemente [[1]]. Es imprescindible reflexionar sobre el peso sigiloso que tiene la imposición de culturas con valores deshumanizantes, que confrontan y distorsionan las culturas de cada pueblo de la periferia, en nuestro casi Sudamérica, porque con esas modalidades, se infiltra en la práctica docente.

En nuestro caso, las tradiciones sud-indo-americanas, contienen un humanismo propio, que preserva la identidad particular de cada uno de ellos. Esto no sería una dificultad si los valores que se van infiltrando no se impusieran, sigilosamente, con la presencia constante del imperio, mediante los medios de comunicación omnipresentes, que están en manos, preponderantemente, de los capitales del norte del sistema capitalista.

Los cambios que se van produciendo en el panorama mundial, especialmente los de  origen estadounidense para nosotros, los sudamericanos, se originan en el Occidente Liberal Capitalista nos enfrentan a exigencias que, para una gran parte de los ciudadanos de a pie [[2]], pasan inadvertidas. Esto no debe entenderse como una acusación a ellos que son las víctimas de los procesos de la colonización cultural. Este dominio, en diversas dosis, se infiltra sigilosamente sobre nuestra cultura: la indo-hispano-latinoamericana. Un ejemplo cotidiano es la valoración del individuo como un ser autónomo que no debe nada a su entorno el self made man estadounidense.

Un ejemplo a la mano es el valor que se le otorga a la negación del contexto cultural en la conformación de cada persona pero que se diluye ante la figura de ese self-made man — [es una expresión en inglés que significa «hombre hecho a sí mismo«. Se refiere a alguien que ha alcanzado su posición en la vida a través de su propio esfuerzo]. Ese valor, el egoísmo extremo, el desinterés por lo demás, actúa como un disolvente de la fraternidad]. Volveré sobre el tema.

Para intentar un análisis más profundo y abarcador es imprescindible arriesgarnos a pensar desde una actitud que sea consciente de la necesidad de abandonar la superficie del tema, para reflexionar desde una dimensión que supere lo circunstancial, lo superficial, lo establecido. En otras palabras: para realizar el esfuerzo de involucrarnos en problemáticas complejas. Una de ellas la deshumanización que impone el liberalismo extremo de base anglo-sajona, que contienen los temas de ciencias como la Economía, Administración de Empresas, la estadística, la sociología, etc., cuyo sesgo técnico-científico, impone la matematización de lo social:

«Las ciencias matematizadas son aquellas que utilizan las matemáticas para estudiar, describir, entender y analizar fenómenos. Las matemáticas son la base de muchas disciplinas modernas, como la ingeniería, las finanzas, las ciencias naturales y las ciencias sociales en general».

Esta actitud, que se traduce en la necesidad sine qua non [sin la cual no] de    incorporar a las matemáticas para adquirir su estatus de ciencia; esto ha distorsionado la investigación de las disciplinas que se dedican a estudiar lo humano. Esto debe ser detectado, analizado y criticado, para llegar a la esencia del problema.

Para enfrentar esos prejuicios [entendidos estos como opiniones previas y tenaces, por lo general desfavorables, acerca de algo que se conoce mal], podría ser  enfrentados con la famosa sentencia del romano Publio Terencio del siglo II: «Soy hombre y nada de lo humano me es ajeno». Quiero decir  que, contra un liberalismo rampante que enferma la cultura de Occidente, propongo recuperar la solidaridad con el prójimo, la fraternidad con los más desprotegidos como base de un proyecto educativo.

Soy consciente de lo ambicioso y exigente de este planteo (hasta se puede decir un poco delirante) pero me siento obligado a proponerlo por la importancia del tema a abordar: la Educación de la persona, entendiendo el concepto como:

«Persona es el “concepto de una entidad” o “un ser dotado de razón, consciente de sí mismo y poseedor de una identidad propia”, que expresa la singularidad de cada individuo de la especie humana, reconociendo en él su condición de único e irrepetible» [[3]]

Adoptar este modo de pensarlo evita caer en el fraccionamiento que las ciencias sociales le han impuesto para un análisis que avanza en detalle pero pierde lo que de excepcional tiene. Es decir la necesidad de crear modelos científicos que faciliten la teorización de sus temas. En contraposición, la sentencia latina exige la utilización de todo lo que de humano contiene el concepto persona. Esto no pretende decir que debe preparase un programa para cada alumno, sería un disparate, pero no es menos disparate dirigirse a un conjunto indiferenciado que no respeta las particularidades individuales.

Necesitamos tomar conciencia, individual y colectiva, de la importancia de lo dicho, para imaginar modos pedagógicos  que respeten el carácter de personas, en lo que tiene de único e irrepetible. No debe extremarse lo dicho al punto tal que debiera haber un docente para cada alumno. Sin embargo no sería errado pensar en métodos como los de los conservatorios musicales que en su proceso educativo pone una atención diferenciada al recuperar lo que cada persona tiene de individual y de riqueza personal.

Me detengo acá, para seguir avanzando, sugiriendo, a cada uno de Uds. que vayan rumiando [[4]] el problema, sin prisa, pero sin pausa: si queremos hacer algo bien y de manera completa tenemos que hacerlo con tranquilidad, sin correr, y con constancia. Hay conceptos que requieren un tratamiento especial en nuestra conciencia, sobre todo cuando se presenta como una irrupción para nuestros modos habituales de pensar, muchas veces cargados de prejuicios inconscientes.


1 Se puede consultar sobre el tema la nota de Noam Chomsky El control de los medios de comunicación en https://www.voltairenet.org/article145977.html

[2] Es una expresión coloquial que hace referencia a las personas comunes.

[3] Para un análisis de este concepto sugiero consultar mi trabajo La importancia del concepto persona en la página www.ricardovicentelopez.com.ar – Sección Biblioteca.-

[4]  El concepto rumiar, en psicología, es darle vueltas a un pensamiento, a una idea, o a un posible problema, de manera inconsciente y casi obsesiva, provocándote cierto malestar y haciéndose realmente complicado poder parar y salir de esa situación.

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