Ricardo Vicente López
La América del sur, pero no sólo ella, ha recibido diversas invasiones lingüísticas, estilos de vida, modos de pensar, preferencias por las más diversas cosas (mercancías), gustos, modas, hasta el punto en que hablar en inglés es un signo de muy buena formación intelectual, lo contrario, no saberlo, es una muestra de pobreza intelectual. Los productos, de cualquier naturaleza, Made in USA (hechos en los EEUU), tienen garantía de gran calidad, sólo por llevar ese sello. Amigo lector, si Ud. está convencido de que en EEUU, los habitantes tienen un alto estándar de vida, y que su democracia es el modelo superior, espejo para aprender; si cree que los EEUU invaden países para democratizarlos, ha sido víctima del arte de la propaganda que creó Doctor Edward Bernays (1881-1995) [[1]]. Le pido, por favor, que no lo tome a mal; le prometo que en las sucesivas notas de Acquafortes de Yanquilandia, iré desarrollando estos temas, muchos de ellos exigirán un esfuerzo de credibilidad dificultosa. Todo ello me exigirá ser muy cuidadoso en la seriedad con la que voy a trabajar un concepto, hoy muy devaluado: la verdad. Lo sucedido ha adquirido un papel fundamental para comprender los porqués de preguntas que nos angustian: ¿Cómo es que hemos llegado a extremos jamás imaginados.
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Primera entrega
Debo comenzar, en esta primera entrega, con un intento de respuesta a la pregunta: ¿Quién fue Edward Bernays? Fue un periodista especializado, inventor de la teoría de la propaganda y las relaciones públicas, pionero en aplicar el arte de relaciones públicas, que por vez primera se empleó en los EEUU. Comenzó ensayando sus técnicas en las campañas de propaganda durante la Primera Guerra Mundial como integrante de la Comisión Creel:
«El Comittee on Public Information (Comité de información pública en español), conocido como el CPI o el Comité Creel, fue una agencia federal independiente del gobierno de los Estados Unidos, creada para influenciar la opinión pública de los estadounidenses respecto de la participación de ese país en la Primera Guerra Mundial. A lo largo de 28 meses (desde el 13 de abril de 1917 al 21 de agosto de 1919) empleó cada medio disponible para crear entusiasmo sobre la guerra y obtener, de este modo, apoyo popular contra los esfuerzos extranjeros para socavar los objetivos de la guerra de Estados Unidos».
Terminada la Gran Guerra fundó uno de los primeros Gabinetes de relaciones públicas. Desarrolló allí las técnicas, de su invención, para manipular a la opinión pública mediante la «ingeniería del consenso» [[2]]. Aplicó estas técnicas en campañas publicitarias y políticas tanto en EE.UU. como en América Latina durante el siglo XX.
El concepto opinión pública reclamaba un fundamento racional y analítico que nos posibilite encontrar las raíces de este presente. Todo empezó a cambiar a partir del siglo XIX con la llegada de la sociedad de masas, que reconoce una causa fundante: la aparición, durante el siglo XVIII de la Revolución Industrial en Inglaterra, como respuesta al incremento de la demanda de bienes de gran parte del mercado mundial. Ello llevó aparejado la expansión de tecnologías industriales, acompañada por los medios de información que fueron su garantía ideológica y el comienzo de fragmentación social, que se fue extendiendo como una mancha sobre el sistema político de la sociedad europea, pasando luego al continente de América del Norte.
El deseo de recuperar la esencia ilustrada de la tradición moderna supondría el intento de que la opinión pública fuera el eslabón entre la sociedad civil y el sistema político, dado que la sociedad no reduce sus derechos y su libertad a la acción del voto, sino porque también comienza a ejercer de guardián que exige resultados y ejemplaridad por parte de sus representantes políticos. Aunque este deseo se encuentre tan distante de su realización.
Entre los diferentes investigadores, estrategas y teóricos, que fueron hallando las conexiones dentro de la cultura de masas con el conocimiento del manejo de los públicos, especialidad en la que se destacó Edward Bernays. Este investigador fue el fundador de las Relaciones Públicas, así las llamó en su libro “Cristalizando la opinión pública” (1923), título del libro de la traducción al español. Desde la aparición de su libro, en aquel lejano comienzo del siglo XX, hasta este estado actual de la construcción y manipulación de la opinión pública mediante la producción de técnicas refinadas, ha sido incesante. Esto se complejizó por el importante desarrollo de los medios de comunicación de masas; a ello se le agregó, en los últimos años, las redes sociales después. Una gran parte de los investigadores afirman que han sido, para el ciudadano moderno, una permanente e insospechada olla a presión, con frecuencia insoportable.
[1] Sugiero ver el documental de la BBC de Londres: El siglo del individualismo (2002)- es un documental británico que muestra, con mucha claridad, cómo las investigaciones de Sigmund Freud, Anna Freud y Edward Bernays han influido decididamente en las políticas de las corporaciones.
[2] Sostenía que: «La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática, para mantener su gobernalidad».