110- La prensa y el ejercicio del poder empresarial

Ricardo Vicente López

Historia de la Sociedad Interamericana de Prensa

Parte II

La SIP no sólo ha desatado campañas en contra de gobiernos legítimos, sino que ha intentado operar en el seno de organizaciones internacionales del propio sistema de Naciones Unidas, como la UNESCO, ésta se ha mantenido al lado de los pueblos latinoamericanos en la lucha por la democratización de las comunicaciones.

¿Libertad de prensa o libertad de empresa?

En su lenguaje oficial, la SIP se esmera en utilizar conceptos que intentan legitimar su comportamiento y la elevarla a la altura de un Tribunal Supremo, a la hora de definir qué es la libertad de prensa y de decidir quién respeta esta libertad y quién no. No obstante, cuando hace esto, no puede ocultar que está incurriendo en la usurpación de un derecho colectivo de los pueblos. Sus actitudes, por regla general, oculta los nombres de quienes actúan en esta organización patronal.

El periodista cubano Ernesto Vera [[1]] (1929-2016), Presidente honorario de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) y Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, había manifestado en relación a la reunión que se realizó en Estados Unidos:

«Se sabía muy bien que yo iba a denunciar todos los casos de violación de la libertad de prensa en América. Los organizadores norteamericanos obrando al dictado de Washington, querían condenar sólo a un grupo, cargando la mano a aquellos gobiernos que no tienen el beneplácito del State Departament».

Es por ello que Vera, en una entrevista ofrecida posteriormente, insistía en que:

«Desde 1950 hasta nuestros días, hay una libertad de prensa secuestrada por el poder del dinero, de los recursos, y lógicamente sobre la base de una estrategia imperial. Por eso digo que hay una mentira organizada y hay una verdad dispersa. Hay una mentira organizada, porque hay una estrategia imperialista y no hay una verdad organizada porque no tenemos todavía una estrategia antiimperialista. Eso funciona milimétricamente».

En otra oportunidad, dice Ernesto Vera, con respecto a la SIP y su relación con la dictadura del Proceso Militar en la Argentina, que un miembro de esa organización, el Subdirector del diario argentino La Nación, Claudio Escribano, mostraba:  

«La complacencia con las atrocidades cometidas en Argentina durante la dictadura militar en ese país. Esta vinculación de los dueños de la gran prensa con los regímenes dictatoriales latinoamericanos ha sido suficientemente documentada y citada en numerosas ocasiones, para demostrar que las preocupaciones de la SIP no se dirigen a la defensa de las libertades, sino a la preservación de intereses empresariales y oligárquicos».

Otro ejemplo de las afinidades entre la SIP y las dictaduras latinoamericanas podemos verlo en la designación de Danilo Arbilla [[2]] en el 2000 como Director de la Sociedad. Sus antecedentes muestran que se desempeñó como Jefe de Prensa de la dictadura uruguaya, y durante su gestión se efectuaron numerosas clausuras de medios de comunicación, y muchos periodistas fueron encarcelados y torturados. Esto incluyó el asesinato del director del semanario Marcha de Montevideo, Julio Castro, y el secuestro de Carlos Quijano, fundador y director de ese semanario.

La periodista venezolana, Yaifred Ron, en un artículo publicado en Rebelión.org titulado Los amos de la SIP, nos cuenta:

«La carta de renuncia a la SIP, firmada por el director de La República, Federico Fasano Mertens, y fechada el 24 de octubre de 2000, reprochaba que la designación de Arbilla como presidente de una entidad que tenía entre sus principales objetivos declarados “defender la libertad de prensa”, constituía un insulto a la conciencia democrática de los pueblos americanos. “Su designación al frente del organismo que pretende velar por la libertad de prensa equivale a poner al zorro a cuidar el gallinero. Por todo lo antes dicho, el diario La República tiene el alto honor de renunciar, formal y públicamente, como miembro de esta Sociedad mientras el impostor continúe a su frente”, concluía la misiva».

En estas notas he analizado a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) denunciando sus conductas perversas, persecutorias de la prensa libre, defensora de los negocios de los magnates −dueños de los medios que la integran− y difamadoras y desestabilizadoras de gobiernos democráticos. Todo ello expresa una correcta caracterización de la SIP. Esta sociedad debería modificar su sigla por Sociedad Estadounidense de Prensa (SEP), dado que registra como sede legal la ciudad de Dover, condado de Kent (Delaware – EEUU).

Voy a reproducir algunos párrafos de la extensa nota que escribiera José Steinsleger- Periodista argentino residente en México, columnista de La Jornada de México. Es importante señalar que esta publicación es uno de los principales periódicos mexicanos de circulación nacional, publicado diariamente en la Ciudad de México, cuya Dirección la tiene la Universidad Autónoma de México. Esto está resaltando el aval que le otorga una de las más  importantes universidades de América a esta publicación:

«Si la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) fuese una entidad realmente comprometida con la libertad, la independencia y la democracia, el edificio que alberga en Miami su sede, debería llamarse Gregorio Selser (1922-1991) en lugar de Jules Dubois, aquel sórdido oficial de la CIA que diseñó sus principios y doctrina, que ya hemos presentado en esta columna.

Selser y Dubois. Dos modos de entender el periodismo y la información. Selser, rasgando los velos del poder, Dubois legitimando sus  infundios. Selser, al servicio de los pueblos, Dubois, al servicio del imperio. Con Selser, el periodismo honesto descubrió y denunció cómo se fabrican las noticias. Con Dubois, el periodismo canalla aprendió a encubrir la verdad a través de la  mentira. De la Cuba del tirano Fulgencio Batista (donde en 1943 nació la SIP actual) a nuestros días, no hubo déspota, golpe de Estado o  intervención militar de Estados Unidos que no recibiera apoyo de la SIP. Sesenta y tres años de ignominia que los muros de América Latina supieron resumir una y otra vez: «Nos mean, y la prensa dice que llueve«».

La SIP está destinada por estatutos a: Servir por igual a sus afiliados del norte, centro y sud de América. La SIP sólo adopta resoluciones atinentes a la preservación de la «libertad de prensa» al sur del río Bravo y en las Antillas. Sus declaraciones sintonizan con el Departamento de Estado, la OEA y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca [[3]]. Su «independencia» consiste en difamar cualquier esfuerzo grande o pequeño de nuestros pueblos cuando tratan de darse instituciones participativas, o surgen situaciones que cuestionan cualquier empresa adscripta  a su órbita.  

Los magnates de la SIP compran, venden, difunden, editan, transmiten o publican la «información» según convenga a las «leyes del  mercado» y sus intereses de casta y clase. No obstante, en su Breve  historia de la SIP, Gregorio Selser registra las excepciones de rigor, tales como las del escritor y periodista venezolano Miguel Otero Silva, propietario de El Nacional de Caracas. En la reunión de Montevideo (1951), Otero  Silva observó que los estatutos de la SIP, aprobados un año antes en la Asamblea de Nueva York, violaban con toda claridad los propósitos originarios de la institución:

«Sus normas más fundamentales fueron tergiversadas, dándole el carácter que ahora tiene: una entidad exclusivamente patronal de intercambio comercial, estrictamente controlada por los vendedores de papel, las agencias noticiosas y los buscadores de avisos que residen en Estados Unidos. Nada más inoportuno en ese ambiente que un periodista».

Amigo lector, creo que hemos podido desnudar los verdaderos objetivos de este tipo de institución internacional que, bajo el manto de ser una asociación de periodistas es, en realidad una asociación de empresarios, cuyo conducta está más cerca de ser calificada como mafiosa que de ser lo que ha pretendido demostrar: una asociación gremial.


[1] Destacado periodista cubano, Director de los diarios La Calle y La Tarde. Fundador del periódico Granma, Presidente de honor de la Organización Internacional de Periodistas y de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).

[2] Danilo Arbilla Frachia (Florida, 1943) es un periodista y empresario uruguayo. Fue presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa y Director del Centro de Difusión e Información de la Presidencia de Uruguay. Hasta 2009 fue director del Semanario Búsqueda.

[3] Este Tratado es un acuerdo netamente defensivo. El área geográfica de acción del tratado, comprende a América, incluyendo Alaska, Groenlandia. En el sur las regiones antárticas. Según define “un ataque armado por cualquier Estado contra un País Americano, será considerado como un ataque contra todos los Países Americanos.