Por Ricardo Vicente López
Es importante que visitemos nuestros orígenes como humanos para poder formarnos una concepción correcta, apoyada en los conocimientos actuales sobre la antropología, la arqueología y la psicología evolutiva, acerca de qué es eso que llamamos lo humano. ¿Por qué esas ciencias? Las dos primeras para conocer cómo eran nuestros ancestros y cómo se comportaban; la tercera para incorporar lo que hoy se sabe de la evolución de una persona desde su concepción hasta su adultez. ¿Qué pretendo con ello? Despejar tanta palabrería sobre sentimientos como el amor y el odio, discernir qué son estos sentimientos, cómo funcionan, qué generan, es muy importante para la salud individual y colectiva.
En La ideología alemana (1846) Carlos Marx había advertido, para no caer en la trampa de las ideas de moda, que se debe hacer una revisión crítica sobre las categorías de pensamiento que hemos recibido en nuestra formación. Es condición necesaria, y un potente disparador, para reflexionar en profundidad sobre el tema que propongo (aunque debe hacerse extensivo a toda investigación). Los resultados de esa investigación previa, deben ser colocados como un fundamento sólido de toda investigación sobre el hombre y sus relaciones sociales.
Si hace más de un siglo y medio no era sencillo comprender el contenido de las Tesis de Marx respecto de las formas ideológicas de la dominación, hoy, con la expansión del poder financiero global, el dominio casi excluyente sobre los medios de información, con una incidencia que llega hasta los rincones más insospechables de la conciencia colectiva. Quiero decir, esto no es visible sólo para quien no quiera o no pueda mirar.
La cita dice así:
Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.
El liberalismo imperante es, precisamente, un muy buen ejemplo respecto de la matriz ideológica dentro de la cual se fue desarrollando la cultura moderna. El sujeto emancipado que fue anunciado por los hombres de la Ilustración (siglo XVIII), con las inevitables variantes y mutaciones del proceso histórico, es el modelo humano en el hemos sido educados y lo seguimos siendo. El fenómeno de la ideología es que funciona dentro de nuestra conciencia como la condición de todo pensar. Es como los lentes que necesita quien no ve bien de los cuales se es consciente de que su uso cuando se los saca. Las diferencias en la visión denuncian los efectos de su uso. A pesar de que esta analogía no es perfecta se aproxima lo suficiente para una explicación.
Esto nos advierte de las razones por las cuales una gran parte de la población del mundo occidental de por natural el hecho de ser un liberal. Da cierto tono de persona emancipada. En notas posteriores me detendré en este aspecto del problema respecto a cómo funciona nuestra percepción y cómo se construyen nuestras ideas. Una primera explicación posible es que desde nuestro nacimiento, pasando por nuestra niñez, pubertad, juventud hasta nuestra madurez, vemos y pensamos el mundo con las ideas madres que nos han inculcado. La familia, la vida social, el sistema educativo, son modelos al que nos vamos incorporando sin una revisión crítica, que nos permita revisar todo ello. Puedo decir, como un adelanto de lo que analizaré más adelante, que ser un liberal, aunque no se sepa claramente que significa esto, es el resultado de la educación recibida.
La página de la Universidad de San Andrés, www.eventos.udesa.edu.ar, propone una definición sencilla pero muy útil para este tema:
La conciencia social es un tipo particular de conciencia, aquella que permite relacionarnos en sociedad, estableciendo relaciones de empatía con las personas que nos rodean. Se podría pensar a la escuela como el espacio ideal para ejercitar esa “práctica de funcionamiento humano” dando lugar al aprendizaje significativo, tanto individual como colectivo. Consideramos que este tipo de conciencia es vital para el desarrollo de toda comunidad educativa, ya que forma individuos comprometidos y responsables de su propia capacidad de desarrollo humano.
Debemos enfrentarnos a la paradoja de pensar la estructura de nuestra conciencia desde ella misma. Dado que no podemos recurrir a ningún otro dispositivo. Por esta razón la revisión autocrítica no es sencilla. Requiere una predisposición a internarnos en los vericuetos de nuestra subjetividad para detectar allí las matrices, las categorías intelectuales, los conceptos, los valores, etc., que modelan nuestros propios pensamientos. Somos lo que ellos son.
Un texto clásico para el estudio de este tema es el que escribieron los sociólogos Peter L. Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad (1966). En él afirman que “el individuo no nace miembro de una sociedad, sino que nace con una predisposición hacia la socialidad y, a partir de ello, luego se hace miembro. Una buena síntesis de wikipedia, como ayuda, es la siguiente:
La «realidad» se entiende como una serie de fenómenos externos a los sujetos (que no pueden controlar su existencia en el mundo) y el «conocimiento» es la información respecto de las características de esos fenómenos. Realidad y conocimiento se encuentran íntimamente relacionados a partir del proceso en que el «cuerpo de conocimiento» sobre un fenómeno determinado queda establecido socialmente como realidad.
Las definiciones que vamos leyendo reconocen, aunque no explícitamente, la definición de Marx que ya vimos. Podemos decir, entonces, en base a esta breve investigación, que somos el resultado de nuestras experiencias de vida que se dan en un lugar y en un tiempo determinado. Nuestra biografía recoge todo ello, lo reelabora, conformando así nuestra conciencia individual. En otras palabras, somos lo que han hecho de nosotros más lo que nosotros hemos hecho con eso que somos. Sigamos con wikipedia:
La vida cotidiana es caracterizada por la intersubjetividad, donde el conocimiento de los individuos se pone en interacción con las objetivaciones y experiencias constantes propias y de los otros. Es el lugar en el que se pone en práctica el conocimiento obtenido de las experiencias previas, a través del lenguaje y en el cual se desenvuelven los sujetos. Es un ida y vuelta histórico de los modos de actuar de los individuos, que se ve modificado con el tiempo y a su vez cristalizados a partir de su rutina.
Y más adelante dice:
Como hemos visto, la realidad de la vida cotidiana se mantiene porque se concreta en rutinas, lo que constituye la esencia de la institucionalización. Más allá de esto, no obstante, la realidad de la vida cotidiana se reafirma continuamente en la interacción del individuo con los otros. Así como la realidad se internaliza originariamente por un proceso social, así también se mantiene en la conciencia por procesos sociales. Estos reflejan el hecho fundamental de que la realidad subjetiva guarda relación con una realidad objetiva socialmente definida.
En los autores citados (a excepción de Marx) se hace evidente la prolijidad y la asepsia con que exponen los procesos mediante los cuales el individuo humano se convierte en tal. Nace en un contexto previo a él, que no eligió y que ya tiene configurado un modelo de persona que lo irá moldeando a lo largo de su existencia. Este es el primer objetivo del sistema educativo. En la medida en que dentro de ese curso de formación no aparezcan posibilidades de desarrollar el pensamiento crítico, la formación de la subjetividad escapa a su conocimiento, no se es consciente de cómo incide todo el contexto social en la persona que se es.
La asepsia señalada (utilizo esta palabra de la medicina para decir que se pretende libre de contaminaciones, en este caso de lo político). Se percibe en que, en todos los estudios de los autores recién mencionados, no aparece la existencia del poder. Ello posibilita que las grandes definiciones que matrizan nuestra subjetividad queden ocultas para la investigación sobre el por qué y el cómo funciona la socialización. La cita de Marx es mucho más incisiva y habla de clases dominantes, lo cual abre la necesidad de preguntar quiénes dominan y a quiénes dominan, y cuáles son las consecuencias de esa dominación.
En gran parte, de esto tratan estas notas. Poder discernir, dentro de lo que los sociólogos denominan procesos de socialización, el grado de sometimiento de las clases subalternas, la incidencia de la tergiversación informativa de la que se valen. El papel de la prensa concentrada cumple una función fundamental y, por todo ello, el sometimiento implícito que el buen ciudadano de a pie queda lejos de su percepción. Todo ello me obliga a continuar con este tema imprescindible para la comprensión profunda de los mecanismos del sometimiento. Estos operan, en esta etapa del capitalismo tardío, como gustan ahora decir, con una mayor sutileza que en décadas anteriores.
En próximas notas me propondré responder a la primera parte de la pregunta que propone el título. Es en nuestros orígenes donde están las claves para responderla.