57.- El atentado a las torres gemelas anunció una nueva era histórica

Por Ricardo Vicente López

Cuando los pueblos agotan su paciencia
suelen hacer tronar el escarmiento.

Juan Domingo Perón

Algunas fechas son demasiado significativas como para dejarlas pasar por alto. El aniversario del 11 de setiembre, atentado contra las Torres Gemelas, produjo, entre otras de sus muchas consecuencias, un viraje en el proceso de la globalización. Hacerlo hoy es sumarnos al permanente reclamo del Movimiento internacional por la verdad del 11-S. Esta organización de profesionales de la construcción que cuestionaron, desde el mismo momento que se hizo pública, la versión oficial sobre aquellos atentados. La versión que se conoció como el Informe de la Casa Blanca fue elaborada por el Instituto Nacional de Normas y Tecnología (NIST), especializado en la investigación sobre fallas estructurales graves que dan lugar a catástrofes.

Durante los años que siguieron al atentado se publicaron varias investigaciones realizadas por Centros de investigaciones y universidades muy prestigiosas de los EEUU, que desmintieron con abundantes y muy fundadas razones, las causas ofrecidas acerca de las caídas de las tres torres. Esto incorpora a la investigación la tercera torre que se desmoronó a pesar de que contra ella no impactó ningún avión.

¿Por qué es importante volver sobre este acontecimiento y sus consecuencias? Porque estas últimas no se pudieron percibir en el tiempo inmediato posterior. Esas consecuencias ayudan a comprender, desde otra perspectiva, las causas y los causantes de ese atentado. Y, a partir de una hipótesis sostenible, comprender mejor por qué se realiza y quiénes fueron los verdaderos autores. Comencemos por las críticas al absurdo, insostenible, inadmisible Informa de la Casa Blanca.

Algunas de las objeciones al Informe oficial:

En las semanas y meses que siguieron a los atentados surgieron varias cuestiones sobre las incongruencias de la versión oficial, tales como: 1.- ¿Por qué el Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial (NORAD por sus siglas en inglés) falló en interceptar los aviones secuestrados que impactaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono?; 2.- ¿Por qué los servicios de inteligencia y de seguridad fracasaron en prevenir los atentados a pesar de haber recibido numerosas advertencias?; 3.- ¿Por qué se permitió que el presidente Bush permaneciese en una escuela de Florida, por más de 10 minutos, después de haber sido advertido de que EEUU estaba bajo ataque?; 4.- Anteriormente, ningún rascacielos de acero había colapsado totalmente, excepto en casos de demolición controlada. ¿Por qué ocurrió tres veces el 11-S? Muchos de los videos sobre este atentado fueron borrados de internet [[1]], sobreviven algunos [[2]].

Como una prueba más de las desconfianzas y sospechas a que dieron lugar la pobreza y las contradicciones del Informe oficial, meses después del atentado, Thierry Meyssan, intelectual e investigador francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Escribe sobre política exterior y publica en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Presentó además sus investigaciones en in libro: La gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación (Monte Ávila Editores, 2008). Del autor voy a citar una conferencia pronunciada en abril de 2002.

Fue invitado a exponer sobre este tema, convocado y auspiciado por la Liga Árabe, en presencia de la totalidad del Cuerpo Diplomático y de la prensa internacional, en el centro Zayed de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos); su título fue ¿Quién ha perpetrado los atentados del 11 de septiembre? [[3]]. Es muy importante prestar atención respecto de quiénes lo invitaron, dónde se desarrolló el encuentro, puesto que la invitación, el lugar y el público asistente le otorgan a este encuentro un valor documental muy importante.

Sus primeras palabras anunciaban una serie de irregularidades y de contradicciones que convertían el Informe en un documento inaceptable:

Desde los primeros minutos que siguieron al primer atentado contra el World Trade Center, algunos funcionarios sugirieron a la prensa que el responsable de aquello era Osama Ben Laden, paradigma del fanatismo oriental. Poco después, el recién nombrado director del FBI, Robert Mueller III, acusó a 19 kamikazes y requirió todos los medios de su agencia y de los servicios de inteligencia para atrapar a sus  cómplices. El FBI nunca abrió ninguna investigación, sino que coordinó una «caza al hombre» que tiene, a los ojos del público americano, el aspecto de una «caza al moro». Tanto es así que algunos exaltados han agredido y en algunos casos han dado muerte a árabes que consideraban sin más como responsables colectivos de los atentados. No ha habido tampoco ninguna investigación del Congreso. Este ha renunciado a ejercer su función constitucional a petición de la Casa Blanca, supuestamente para no dañar la seguridad nacional. No ha habido tampoco ninguna investigación de la prensa. Esta fue convocada a la Casa Blanca y conminada a abstenerse de toda investigación para no perjudicar la seguridad nacional.

Para abundar en pruebas de lo inconcebible e inaceptable, de lo que se informó como explicación del Atentado a la Torres Gemelas, agrego ahora lo dicho por un importante miembro del establishment estadounidense, persona de muy conocida trayectoria académica y política: Paul Craig Roberts (1939) economista, escritor y periodista conservador estadounidense. Doctorado por la Universidad de Virginia, diplomado por el Instituto de Tecnología de Georgia, por la Universidad de California (Berkeley) y por la Universidad de Oxford. A estos antecedentes, nada despreciables, agrega su actividad política y de funcionario público: ocupó el cargo de subsecretario del Tesoro en la administración Reagan y es considerado uno de los fundadores de la Reaganomía [[4]]. Fue Asistente de la Secretaria del Tesoro durante la presidencia Reagan. Fue editor asociado de la página editorial del Wall Street Journal, el periódico en circulación más grande de Estados Unidos. Es coautor del libro “La tiranía de las buenas intenciones”.

El título del artículo publicado en Information Clearing House (2-9-2006) anuncia las dudas que se desprenden del Informe Oficial: Lo que sabemos y lo que no sabemos sobre el 11 de septiembre de 2001. Comienza ofreciendo una especie de justificación respecto de volver sobre el tema cinco años después. Dice:

Recibí numerosas e inteligentes cartas de los lectores de mi columna del 14 de agosto titulada “Gullible Americans” (americanos crédulos). Esas cartas ameritan una respuesta. Por otra parte, varias de ellas contienen señalamientos que correspondería compartirlos con una audiencia más vasta. Queda comprobado que presuntos eruditos como yo no somos los únicos que tenemos cosas interesantes para decir. Considerando el número de las cartas recibidas y el importante tiempo que requeriría responderlas individualmente, responderé a todas desde esta columna.

Ante posibles sospechas y/o acusaciones respecto de sus intenciones de escribir sobre un tema tan delicado para los EEUU, ofrece una reflexión, que demuestra su inteligencia, para sentirse autorizado de opinar sobre aquel suceso luctuoso que ocasionó más de 3.000 muertos y 6.000 heridos. Ofrece, entonces, un inteligente discernimiento con relación a lo que se podría poner en duda. Sin descuidar un sentimiento muy arraigado en el pueblo de ese país: el patriotismo. Propone una distinción entre lo que es la lealtad a un país y la lealtad a un gobierno. Argumenta:

Los lectores entienden que apoyar a un partido político o a un gobierno que está destrozando la Constitución de Usamérica y la reputación de Usamérica en el mundo es, de hecho, un acto de traición. Por consiguiente no tuve que leer las tonterías habituales de que acusan de “anti-usamericano” a los que dudan de la honorabilidad de “nuestro gobierno”.

Agrego yo, para una mayor claridad, que el presidente en ese tiempo era George W. Bush que ejerció la presidencia de los Estados Unidos, desde 2001 al 2009, y pertenece al mismo partido, el Republicano, que el autor de la nota de referencia.  Sigue diciendo Craig Roberts:

Comenzaré estableciendo que es lo que hoy conocemos como un científicamente sólido e incontrovertible hecho. i) Lo que sabemos es que es completamente imposible para cualquier edificio, mucho menos para uno construido con columnas de acero, desplomarse a velocidad de caída libre. Por consiguiente, sabiendo eso, pasa a ser un hecho sin discusión que es falsa la explicación oficial de la caída de las torres gemelas del Wold Trade Center. ii) Lo que también sabemos es que es inexplicable la falla de la fuerza aérea en interceptar a los supuestos secuestradores siendo que la Fuerza Aérea, si se lo propone, puede colocar aviones caza interceptores a 29000 pies de altura en menos de 2.5 minutos. iii) También sabemos que los dos co-presidentes de la Comisión del 11-D acaban de escribir un libro que revela que los militares de USA mintieron a la Comisión sobre el hecho de que no interceptaron a los aviones secuestrados.

Esto nos deja con el indiscutible hecho de que los edificios no pueden desplomarse sobre sí mismos a velocidad de caída libre. La única explicación conocida por la ciencia de colapsos de edificios a velocidad de caída libre, especialmente cuando se derrumban sobre sus propios pies. Es lo que en ingeniería se conoce como procesos de “demolición controlada”, los cuáles consisten en remover los soportes de cada uno de los pisos cada tanta fracción de segundo de modo tal que los escombros no encuentren ninguna resistencia a su caída.

Es poco lo que se puede agregar, sólo la convicción de que es mucho lo que se ha ocultado y que sólo puede comprenderse es que se ha ocultado por razones muy graves.

La Ley Patriótica​ es decir «La Ley para unir y fortalecer América proveyendo las herramientas apropiadas, requeridas para impedir y obstaculizar el terrorismo». La ley suspendía la constitución de los EEUU, por tiempo indeterminado. Fue aprobada por una abrumadora mayoría de ambas Cámaras, promulgada el 26-10-2001.

Las estipulaciones más restrictivas, que limitan los derechos y garantías constitucionales, fueron inicialmente sancionadas como normas provisorias de emergencia hasta el 31-12- 2005. Sin embargo, todavía está vigente.

El periodista, analista político, Vladímir Simonov comenta este tema:

En el 2015 fue reemplazada por la USA Freedom Act, que mantuvo lo que conformaba la base de la ley anterior. La excesiva afición de la Administración USA por la observancia de los derechos humanos en otros países le impide a Washington percibir hasta qué punto su propia legislación entra en contradicción con la democracia. América afronta de hecho un dilema de excepcional importancia: la libertad democrática y las restricciones de la ley surgida de los Atentados.

Deberíamos preguntarnos si un país que tiene su constitución suspendida desde hace dieciocho años es realmente una democracia. ¿Qué dirían ellos de cualquier otro que estuviera en las mismas condiciones, o en otras más benignas, pero restrictivas? La pregunta, muy poco formulada es: ¿Cuál fue el objetivo estratégico de semejante atentado? Por sus dimensiones y sus terribles consecuencias debemos suponer que lo que podía estar en peligro era (y es) el sometimiento global, plan que fue anunciado con el título de un Nuevo Orden Mundial por el presidente Woodrow Wilson (1918); recuperado por el presidente George Bush padre (1990). Después fue presentado como la Globalización


[1] Fueron borrados de internet entre otros: «AE911Truth is Now a 501c3 Tax-Exempt Non-Profit» – https://911allthetruth.wordpress.com/2008/11/06/911-mysteries-subtitulado-espanol/

[2] Se pueden consultar todavía en: https://www.youtube.com/watch?v=TGQ9BEekA50; y en 

https://www.youtube.com/watch?v=k2xIbXHhVSs].

[3] La versión completa se puede leer en http://www.voltairenet.org/article120001.html.

[4] El término Reaganomía es un contracción de las palabras Reagan y economía que se usa para describir la política económica del gobierno de Estados Unidos presidido por Ronald Reagan durante los años ochenta, basada en las teorías propugnada entre otros por el Nobel de Economía, Milton Friedman,