086- La “democracia del espectador” y la manipulación mediática del “rebaño desconcertado”- Parte III

Por Ricardo V. López

Parte III

En esta tercera nota voy a continuar con la investigación del Profesor Noam Chomsky que, según vimos ya en las dos notas anteriores[1], nos ofreció un estudio claro y revelador de los encubrimientos mediante los cuales se ha logrado la manipulación de la opinión pública. El tema específico de este texto ha sido el desenmascaramiento de una pretendida ciencia, la de las Relaciones Públicas:

Todo es muy eficaz y hasta hoy ha funcionado perfectamente. Desde luego consiste en algo razonado y elaborado con sumo cuidado. La gente que se dedica a las relaciones públicas está haciendo un trabajo muy importante: intentan inculcar los valores correctos. De hecho, tienen una idea de lo que debería ser la democracia: un sistema en el que la clase especializada está entrenada para trabajar al servicio de los amos, de los dueños de la sociedad, mientras que al resto de la población se le priva de toda forma de organización para evitar así los problemas que pudiera causar.

Prestemos atención al énfasis puesto sobre el proceso educativo. Depende de él que, lo que Lippmann denomina el rebaño desconcertado, adquiera la formación necesaria para comportarse democráticamente, siguiendo su ironía. Se debe prestar atención a la importancia que el Profesor le adjudica a la educación (¿cuál educación?),la que debe funcionar como el instrumento fundamental para el ejercicio de la democracia. Es un tema que no ha tenido la investigación necesaria.

El Profesor nos pinta un detallado cuadro familiar que debe comprenderse como la complementación del sistema educativo. Éste le enseña a ser sumiso y obediente. Porque es necesario que adquiera los hábitos de todas las personas de su clase (el rebaño desconcertado). El instrumento adecuado para esta tarea es el televisor. Le ruego, amigo lector, concentrarse en las palabras que siguen las cuales, a pesar de su sencillez, cumplen un papel muy importante en todo esto:

La mayoría de los individuos tendrán que sentarse frente al televisor y masticar religiosamente el mensaje. Éste no es otro que el que dice que lo único que tiene valor en la vida es poder consumir cada vez más y mejor; para ello debe vivir igual que esa familia de clase media que aparece en la pantalla y que exhibe valores como la armonía y el orgullo americano. La vida consiste en eso. Puede que usted piense que ha de haber algo más, pero en el momento en que se da cuenta que está solo, viendo la televisión, debe dar por sentado que esto es todo lo que existe ahí afuera, y que es una locura pensar en que pueda haber otra cosa. Y desde el momento en que está prohibido organizarse, lo que es totalmente decisivo, es que nunca se esté en condiciones de averiguar si realmente está loco o simplemente se da todo por bueno, y que eso es lo más lógico que puede hacer.

Pasamos ahora a analizar las investigaciones y las propuestas del segundo personaje anunciado en la Parte I, el Doctor Edward Bernays (1891-1995) reconocido como el creador de las Relaciones públicas. Comencemos por algunos datos biográficos.

Nació en Austria y su familia emigró a los EEUU a principios del siglo XX. Estudió en la Universidad Cornell. Su vocación lo inclinaba hacia la comunicación y la publicidad. Un dato familiar muy importante que debo señalar es haber sido sobrino del creador del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939), con quien mantuvo una intensa relación epistolar. La lectura de algunos artículos que le envió a Edward, desde Alemania, que éste publicó en una revista de medicina, le despertó el interés por los temas de la psicología profunda. Especialmente los descubrimientos de su tío sobre las pulsiones inconscientes que condicionan las conductas humanas. La posibilidad del manejo terapéutico del inconsciente, lo indujo a estudiar la posibilidad de aplicarlo a la conciencia colectiva, esto le abrió un amplio campo investigativo. Un aspecto muy interesante sobre el tema nos propone un artículo publicado en la página www.elmundo.es que lleva el desenfadado título: Edward Bernays y el arte de manipular. Debemos prestar atención al significado de la palabra manipular:

“La manipulación mental o control mental se produce cuando un individuo o grupo de individuos ejerce una toma de control de los comportamientos de una a más personas, utilizando técnicas de persuasión o de sugestión mental. Se logra eliminar las capacidades críticas de las personas, esto es, las capacidad de juzgar o de rechazar informaciones u órdenes mentales.

Algo que puede llamar la atención es que este inteligente investigador, que transformó la cultura de los EEUU, hoy sea un desconocido. El artículo mencionado nos sugiere una respuesta:

Muchos son los hombres poderosos desconocidos, es tal vez una ventaja para sus manejos. Bernays, el hombre inventor de la Propaganda y las Relaciones Públicas, puede haber sido uno de esos casos. Ahora bien: si usted se siente atraído irremediablemente por un producto que en realidad no necesita, o apoya a un partido del que conoce poco, ha sucumbido, como muchos de nosotros, a las artes de este mago de la manipulación.

Este párrafo merece un momento de reflexión: resulta ser una especie de cachetazo a nuestro ego. Nos está tratando de ingenuos o sonsos. ¡No nos enojemos! Porque nos está advirtiendo de que, en buena parte de nuestro tiempo, nos comportamos como títeres en el teatro de la vida cotidiana. Sin embargo, en la medida en que podamos desocultar los mecanismos con los cuales intentan manejarnos, debemos asumir que algo de complicidad nuestra debe haber para que se logre esos resultados. Veamos:

Antes de Bernays, los estadounidenses no desayunaban huevos con panceta, los varones no llevaban reloj de pulsera y las mujeres no fumaban. Todas estas transformaciones, relacionadas con la venta de algún producto o servicio, las ideó y las impuso él. Todo el trabajo que tomó como fundamento es el conocimiento de esos mecanismos de la conciencia, en las sociedades de masas, que son susceptibles de ser manipulados para diversos fines.

Si la palabra manipulación le resulta chocante, amigo lector, leamos lo que él mismo dice en su libro titulado “Crystallizing Public Opinión” (Cristalizando la opinión pública – 1928):

“Aquellos que manipulan el mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder que gobierna nuestro país [EEUU]. Somos gobernados, nuestras mentes son moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas, mayormente por hombres de los que nunca hemos oído hablar. Esto es un resultado lógico de la manera en que está organizada nuestra sociedad democrática”.

Esto, para nuestra sensibilidad democrática tiene que caernos, sin la menor duda, muy mal. El problema que es imprescindible comprender y debemos asumir es que todo ello sigue funcionando así, pero hoy con tecnologías mucho más sutiles, que escapan a nuestra percepción. Esto nos lo confiesa el propio Bernays:

“En casi cualquier acto de nuestras vidas, sea en la esfera de la política o de los negocios, o en nuestra conducta social, en nuestro pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de personas que entienden los procesos mentales y los patrones sociales de las masas. Son ellos quienes manejan los hilos que controlan la opinión pública“.

No tengo dudas de que todo no es fácil asimilar. Hacerlo supone una confesión como esta que no se expresa sin remordimientos. Algo de lo que sucede, sin la menor duda, se nos escapa, puesto que quien dice esto:

Es considerado el mejor experto en Relaciones Públicas del mundo, asesor de Presidentes de Estados Unidos, de la Casa Blanca, de Gobiernos de países centrales y de empresas líderes, así como pionero mundial de la profesión. En 1985 fue nombrado Presidente honorifico de Escuela Superior de Relaciones Públicas y le dio un gran impulso.

Podríamos preguntarnos ¿por qué razón, después de 88 años se vuelven a publicar los textos de su autoría? ¿Supone esto que renace la necesidad de incorporar las viejas técnicas que hicieron famoso a Bernays en su tiempo? Al final del primer capítulo de su libro Cristalizando la opinión pública, nos informa el autor:

“El objetivo de este libro es describir la estructura del mecanismo que controla la mente pública y explicar cómo lo manipula el sofista que trata de recabar la aceptación del público para una determinada idea o artículo de consumo“.

Con una rara mezcla de ingenuidad y cinismo, no vacila al hablar del “gobierno invisible” que “detenta el verdadero poder” y del uso que hace de la propaganda, a la que define como su “brazo ejecutor”.

Debo confesarle, amigo lector, que mi larga experiencia docente me ha permitido comprobar que hay una mayoría de personas que prefiere ignorar todo lo que he expuesto en estas páginas. Para ello se recurre a diversos argumentos: «no es posible que todo esto sea cierto»; «parece una película de ciencia ficción»; «cómo puede ser que habiendo tantos investigadores y académicos esto no sea denunciado públicamente». La respuesta es sencilla pero descorazonadora: Los que conocen todo esto son beneficiarios de un mundo desigual, que distribuye los bienes inequitativamente, pero ellos están entre los que reciben la “parte del león”.

Debo agregar, con un alto riesgo de escandalizarlo, que una parte importante del sistema educativo es cómplice de todo esto: muchos por ingenuidad y comodidad, otros, los menos, por intereses inconfesables. Le pregunto ¿recibió Ud. en el sistema educativo una conciencia crítica? O por el contrario le enseñaron a memorizar conocimientos sin la menor explicación. Se nos abre un tiempo de reflexión y una gran posibilidad de comenzar a liberarnos de todas estas cadenas ocultas que nos impide pensar libremente. Hoy estamos ante una gran posibilidad que, en una parte importante, depende de cada uno de nosotros.


[1] La “democracia del espectador” y la manipulación mediática del “rebaño desconcertado”- Parte I (18-4-2020 y Parte II (26-4-2020) en esta página.