Por Ricardo Vicente López
«Tuve en mi pago en un tiempo hijos, hacienda y mujer,
pero empecé a padecer, me echaron de la frontera
¡y que iba a hallar al volver! Tan solo hallé la tapera»
Martín Fierro
Esta etapa globalizada se caracteriza por el predominio del capitalismo financiero. Ello nos impone un ejercicio intelectual que debe apuntar a dos planos de la realidad: el nacional y el internacional. El entramado de su funcionamiento y sus consecuencias no son de fácil percepción. Tampoco ayuda a esta reflexión el tosco y chato discurso con el que juegan intereses mezquinos, ayudados por la protección y la manipulación de los medios concentrados. El ciudadano de a pie se ve constantemente impactado por el fárrago de noticias cotidianas publicadas, no inocentemente, por los personeros de la mediocridad política, sindical y periodística. Se agrega a ella una especie de “burocracia de la pluma” formada por los profesionales del periodismo, excelentemente remunerados, entregados al mejor postor por el pago de sus servicios.
Frente a esta descripción, que puede parecer la de un trotskista, de un delirante, de un trastornado o de un escéptico, etcétera, debo decir que sólo intento ser, entre otros muchos, un francotirador crítico. Pretendo llamar la atención a partir de lo visto, leído, estudiado, analizado, respecto del camino de la tan publicitada globalización, que en su etapa de la financiarización, muestra sus “maravillosos aportes al mundo de hoy”. Ellos son una mayor concentración de la riqueza en pocas manos.
Por ello mi preocupación crece por haber detectado un incremento en la actitud del público global, homogeneizado por la sociedad de masas, que me lleva al atrevimiento de definirla como una “conciencia aletargada”. No la despierta ni los contenidos de algunos anuncios de la información pública. Paso a dar un ejemplo reciente, respecto cómo y quiénes manejan esa información:
“La Agencia Bloomberg LP Limited Partnership, compañía estadounidense de servicios de software financiero, datos y noticias, análisis, con un notable crecimiento de negocios, ya ha conseguido una tercera parte del mercado global. Compite con The Thomson Reuters Corporation, empresa con sede en el Reino Unido, también dedicada a suministrar información a medios de comunicación y mercados financieros. Esta última es la fusión de dos tradicionales agencias de noticias y ha conformado un gigante de la información internacional. Sus empresas están presentes en más de 200 ciudades de 94 países, y suministran información en más de 20 idiomas”.
¿Por qué me detengo en estos datos? Porque nos informan sobre la importancia de esta Agencia y qué autoridad tiene para publicar lo que sigue:
“Las 300 personas más ricas del mundo añadieron durante 2013 un total de 524.000 millones de dólares a sus fortunas, que ahora totalizan 3,7 billones de dólares, según cifras compiladas por nuestros servicios de análisis financiero”.
Sobre lo leído, podemos sacar algunas conclusiones sorprendentes, fundamentadas en la seriedad de su procedencia. El análisis de este tipo de datos cobra una dimensión sorprendente al cruzarla con otra, aparecida en las publicaciones de los especialistas:
“La permanencia de la crisis financiera global, provocada por la debacle del 2007-8: cuyas consecuencias no han mostrado variante alguna y se mantienen en un nivel similar, si no peor. Esto se torna evidente al hacernos cargo del panorama de la Europa del sur (Grecia, Italia y España). A ello debiera agregarse otro grupo de países europeos que marchan por el mismo camino, aunque más lentamente: nada menos que Francia y el Reino Unido. Todo parece demostrar una crisis muy profunda, que ha afectado a la totalidad del sistema. Hoy, en 2014, siete años después, nada hace pensar que la salida esté al alcance en el corto plazo”.
Pues bien: es difícil asimilar lo que nos informa la seriedad profesional de la Agencia Thomson Reuters. Además de aceptar que hoy, cuatro años después, nada ha cambiado para mejorar. Si fuera necesaria mayor certeza de los datos aportados por ella, encontramos una denuncia realizada por la organización Lucha Contra la Desigualdad de la Riqueza Mundial, cuyo grupo de investigadores, encabezado por el profesor Jason Hickel, publica los resultados de sus estudios:
“Crece esta desigualdad con el paso del tiempo en diferentes países. Así, durante el período colonial, (hasta 1960, aproximadamente) la brecha entre los países ricos y los pobres aumentó de 3:1 a 35:1. Desde entonces, la brecha ha crecido hasta un nivel de 80:1”.
Para informarnos con investigaciones más recientes veamos un estudio realizado, hace un mes, por el Banco Credit Suisse (www.credit-suisse.com). Este banco se presenta, en su página web, con estas palabras:
“Nuestra estrategia se basa en las fortalezas principales de nuestra banca: su posición líder como gestor de patrimonios, sus capacidades especializadas en banca de inversión y su fuerte presencia en nuestro mercado local de Suiza”.
Esta poderosa institución financiera dio a conocer su informe sobre riqueza y desigualdad en el mundo. Las cifras son aterradoras:
“El 10% de los habitantes del planeta posee 85% de la riqueza global. La concentración de riqueza y el poder económico no tiene paralelo en la historia: el 1% de los habitantes del planeta concentra 50% de la riqueza global”.
Lo más importante no aparece en el informe de este poderoso banco: las fuerzas económicas desatadas bajo el neoliberalismo son las responsables de esta desigualdad y se están encargando de intensificarla.
Tal vez este modo de presentar los datos resulte un tanto presuntuoso para algún lector. Lo que intento es mostrar, primero, la seriedad de la información; segundo, que todo ello está disponible, aunque no sea tapa de ningún medio de información, por lo cual pasa inadvertido para el lector común. Subrayo, entonces, que estas encuestas la aportan instituciones muy serias, de cuyas informaciones dependen los movimientos financieros de esas grandes fortunas personales. Son ellos, los receptores privilegiados, para quienes se publican estos estudios sobre el estado actual de la globalización financiera.
Las razones de este fenómeno, el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres, tiene la siguiente explicación, según el Profesor Jason Hickel, docente e investigador de la Escuela de Economía de Londres, calificada como una de las mejores universidades del mundo en ciencias sociales:
“Se debe, en parte, a las políticas económicas neoliberales que instituciones internacionales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) han impuesto a los países en desarrollo durante las últimas décadas”.
Para avanzar en este tipo de explicaciones, podemos leer al economista Robert Pollin Profesor de Economía en la Universidad de Massachusetts, fundador y codirector del Instituto de Investigación de Economía Política de la misma universidad:
“Estas políticas están diseñadas para liberalizar los mercados a la fuerza, abriéndolos a fin de dar a las multinacionales un acceso sin precedentes a tierra, recursos y mano de obra baratos. Pero a un precio muy alto para los países pobres que pierden alrededor de 500.000 millones de dólares por año de su PIB”.
Agrega a ello el Profesor Hickel:
“Se trata de un obvio flujo neto de riqueza desde los lugares pobres a las zonas ricas. Los gobiernos de los países ricos celebran constantemente cuánto gastan en ayudas para los países en desarrollo y las empresas multinacionales comprueban esto mediante los informes anuales, pero ninguno confiesa lo mucho que sacan de los países en desarrollo.
Entonces, y esto también es necesario subrayarlo, rara vez aparece como una relación causal: la noticia oculta en la información pública es la siguiente: hay más ricos, porque hay más pobres. En las últimas décadas, se ha ido produciendo una transferencia de riquezas de los países de la periferia hacia los países centrales. Aunque se trate de una obviedad, el tema de estas notas es dar testimonio del ocultamiento de la información, al publicar sólo una parte de la verdad: la mayor parte de las grandes fortunas pertenece a personas que viven y operan en los países centrales, y pero las masas mayoritarias de pobres habitan en los países de las periferias.