He leído en Página 12 del 2-9-07, en su suplemento Cash, una nota de Alfredo Zaiat que me sorprendió. Ya su título anticipa algo que incita a la lectura: Doble Moral. Es probable que mi poca inclinación por la economía y las finanzas sean la causa de mi sorpresa y que lo que leí no sea algo tan extraño. Paso a comentarlo suponiendo que no son muchos los que leen tal suplemento. Todo parte del “escándalo” que provocó la burda intromisión del Sr. Moreno en el INDEC, con el aparente objeto de alterar el índice IPC. Todos hemos leído la ola de indignación que se levantó y no hubo medio que no se hiciera eco de ella. Los más “serios” periodistas le han dedicado largos comentarios al hecho con las consabidas “indignaciones”. Algunos de los economistas del grupo Fénix, que me merecen mucho más respeto, tomaron el tema desde otra óptica señalando que hace más de dos décadas que el IPC ofrece distorsiones que debieron ser corregidas hace tiempo. Sin embargo, no dejaron de decir que los métodos del Secretario de Comercio son bastante primitivos.
También comentaron que no debe ser separado de este tema cómo incide el índice IPC en el ajuste de los bonos que en cantidades enormes atesoran los bancos privados y financieras (locales y de los otros). Esa pérdida de utilidades es cuantificada, según la nota, en unos 1.300 millones de pesos. Lo que dará lugar a una demanda de esos tenedores al Estado para resarcirse de las pérdidas. Hasta acá todo se desenvuelve en la tónica habitual de los grandes medios. Empieza la segunda parte.
La turbulencia financiera que se generó por la probabilidad del estallido de una de las tantas burbujas de Wall Street, que se inflan más allá de la tolerancia que tienen sus resistencias, tuvo un efecto desvastador sobre los valores de mercado de los títulos públicos. Y acá viene la otra cara de la historia. Un informe de la consultora Qualitas estimó las pérdidas en 5.275 millones de pesos, es decir cuatro veces superior a la pérdida tan publicitada en la que entra la “culpa” del IPC. Para compensar esta última pérdida, y tal vez también la otra, la autoridad monetaria modificó las reglas del “mecanismo de valuación de esos activos, para salvar a los bancos de ese fabuloso quebranto”, puesto que les permitió a los bancos “contabilizar los bonos a su valor técnico y no a su valor real”.
He aquí la sorpresa (¿sorpresa?). Los medios, tan rigurosos en sus comentarios sobre las “imprudencias” del “cowboy” de la Secretaría de Comercio, no hicieron comentarios (excepto Página 12) sobre tamaña desmesura y la irregularidad que tal alteración de las reglas implica. Seguro que algún desconfiado estará pensando que se debe a que estas medidas fueron, esta vez, a favor de los tenedores de bonos. El autor de la nota nos informa que hay en poder de los bancos, sólo de los Lebac y Nobac, más de 60 mil millones de pesos que se actualizan por el CER. El que tenga una pequeña calculadora a mano haga cuentas.
Es notable como ilumina nuestro entendimiento comprender los criterios que utilizan los medios para seleccionar de cuáles temas se van a ocupar. ¿Habrá en ello alguna incidencia de los intereses compartidos?