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Cuando más nos vamos acercando al meollo del tema más comprendemos que menos comprendemos. Podríamos decir con Sócrates «que sólo sabemos que no sabemos nada» y, para peor cada vez sabemos menos. Sin embardo nuestras cabecitas curiosas e inquietas no nos permiten dejar de preguntar. Entonces sigamos escuchando a Walden Bello: «Los especuladores financieros rizaron el rizo hasta confundirse ellos mismos con la creación de contratos financieros más y más complejos, como los derivados, tratando de ganar dinero a partir de todo tipo de riesgos (incluidos exóticos instrumentos de futuros, como los credits default swaps o contratos de protección de derivados crediticios, que permitían a los inversores apostar, por ejemplo, a que los prestatarios de la propia corporación bancaria ¡no serían capaces de devolver su deuda!».
Es necesario volver a leer la última frase porque pertenece a la dimensión desconocida. Los banqueros apostaron su dinero contra la regla de oro de las finanzas y… pensar que hace diez años, (perdón eso es un tango), digo pensar en lo que nos inculcaron nuestros sesudos economistas: «las deudas se honran, como hacen los países serios». Es por ello que el juego del escolazo multibillonario acabó tumbando a los más pintados como la gigante aseguradora AIG. Cuenta Bello que el 17-12-2005, cuando la International Financing Review (IFR) anunció sus premios anuales del año –uno de los programas de premios más prestigioso del sector—, dijo esto: «Lehman Brothers no sólo mantuvo su presencia global en el mercado, sino que dirigió la penetración en el espacio de preferencia… desarrollando nuevos productos y diseñando transacciones capaces de subvenir a las necesidades de los prestatarios… Lehman Brothers es el más innovador en el espacio de preferencia precisamente por hacer cosas que no pueden verse en ningún otro sitio». Parece que le faltó decir salvo en las mejores cárceles del mundo o en los mejores antros de delincuentes de guante blanco, (perdonen el exabrupto).
Entonces pareciera que comienza a aparecer una de las causas de este cataclismo: el Estado no ha regulado y controlado lo suficiente y esto se puede deber a su incapacidad para hacerlo. Volvamos a Bello: «Todo el mundo reconoce ahora que la capacidad de Wall Street para innovar y descubrir instrumentos financieros más y más sofisticados ha ido mucho más allá de la capacidad regulatoria del Estado, y no porque el Estado no fuera capaz de regular, sino porque la actitud neoliberal, de laissez-faire, imperante impidió al Estado diseñar mecanismos efectivos de regulación». No se trata de incapacidad sino de una política expresa de «dejar hacer, dejar pasar» y entonces se hizo y pasó de todo, y dentro de este aquelarre los más agudos y sagaces financistas innovaron sobre cómo estafar a un público de incautos creyentes, a esos mismos a los que se les está pidiendo ahora un acto de Fe.
Sin embargo se pronunciaron palabras que no fueron escuchadas, como por ejemplo (ejemplo ¿de qué?) Georges Soros: «que lo vio venir, dice que lo que estamos pasando es la crisis del sistema financiero, la crisis del «gigantesco sistema circulatorio» de un «sistema capitalista global… que está reventando por las costuras». Para seguir con la idea del archiespeculador, a lo que estamos asistiendo es a la intensificación de una de las crisis o contradicciones centrales del capitalismo global, cual es la crisis de sobreproducción, también conocida como sobreacumulación o sobrecapacidad. Se trata de la tendencia del capitalismo a construir una ingente capacidad productiva que termina por rebasar la capacidad de consumo de la población debido a las desigualdades que limitan el poder de compra popular, lo cual termina por erosionar las tasas de beneficio». Hasta Soros dice que el capitalismo tiene contradicciones ¿siguiendo a Carlos Marx?