Siguiendo en esta línea de pensamiento, mediante la cual he utilizado información de cómo se desenvuelve la política en otros países para colocarlas en espejo del nuestro, se nos presenta otra situación que también tiene mucho paño para cortar. En este caso es Bolivia. Se me dirá que son historias, culturas, circunstancias, actores políticos muy diferentes, bien, queda aceptado. Lo que debe hacernos pensar, en tiempos de globalización impuesta, es cómo se recurre a técnicas, modos, argumentaciones, etc. que se parecen bastante. En este caso voy a tomar como referencia un artículo publicado por el escritor y periodista boliviano Rafael Bautista S. que tituló Bolivia: El cinismo de la oposición suicida. Invito a leer sus palabras porque creo, que como yo, percibirán ecos de lo que está sucediendo en nuestro país. Y esto nos lleva a pensar que tantas similitudes deben tener algo que no es casual.
«Se hace casi imposible argumentar contra quien no argumenta. Es como hablarle a un muro. Pero este endurecimiento no genera seguridad, su fuerza dura radica en la inseguridad que propaga. No hay razones que puedan hacerle frente, porque la razón ya no es opción para quien invalida todo y abraza el suicidio. El suicidio es su amenaza, y lo es, porque en su suicidio pretende acabar con todo y con todos. Si la oposición pierde algo está dispuesta a que todos pierdan todo; amenaza con destruir todo si ella pierde algo. Su amenaza se convierte en su fuerza y esa fuerza se permite la soberbia que presume su ventaja: si acaba con todo, ¿quién podrá después demostrarle la insensatez de su apuesta? Por eso no cede nada, porque ceder es, para ella perder, y no está dispuesta a perder porque sólo quiere ganar. Su fuerza radica en ese chantaje; por eso expone su fuerza de modo abusivo. Se vuelve ciega. En esa ceguera, cree que sale ganando».
En una nota anterior comparando la actitud de los republicanos en los EE.UU. nos encontramos con una actitud muy similar: «si no obtengo lo que quiero no dejo hacer nada». Ahora nos encontramos que la oposición boliviana se maneja dentro de los mismos parámetros. Para obtener lo que se proponen no reparan en métodos, todos son posibles de usar puesto que el fin lo justifica. La descripción que realiza Batista está llena de ecos de nuestra tierra. Es claro que en los matices se pueden encontrar muchas diferencias, pero se debe leer la esencia de lo que está en juego y las semejanzas sorprenden, si uno no está atento a la reacción continental contra el avance de los pueblos. «El cinismo se regocija en su boca y, en ella, se invierte todo; la democracia ya no significa nada, porque el corrupto se hace el juez y el ladrón magistrado. El rico se hace el pobre, el agresor la víctima y el racista se queja de discriminación; habla en nombre de la democracia el dictador. Rapta a la democracia para que sus reclutados salgan a imponer el fascismo, en nombre de aquello que han raptado. La democracia es devaluada; ahora quiere el cínico que sea el respeto al disenso, es decir, si el criminal disiente del juicio, su voluntad debe ser respetada. Por eso la democracia ya no vale nada para el cínico; es un recurso más que usa como quiere. Si las mayorías quedan subordinadas a su disenso, entonces puede hacer lo que le conviene».
A través de este párrafo se puede repensar gran parte de los enfrentamientos sociales de nuestro país del 2008 y del año que termina. Con otra similitud importante: la prensa concentrada reproduce ese cinismo sin el menor pudor. «El que desea ganar siempre todo provoca que todos pierdan todo, incluso él mismo. Por eso ya no puede ofrecer razones; la amenaza se convierte en su razón de ser, es decir, en razón de fuerza mayor. Esta razón de fuerza ya no ofrece razones, se hace fuerza pura y su pureza consiste en limpiarse de toda razón. De esa fuerza proviene su poder. El poder de acabar con todo es el poder puro que no necesita de razón alguna. Su contundencia radica en la decisión misma… Esta nueva lucidez sabe de su poder y, por eso mismo, ya no le interesa dialogar; su poder lo expone su fuerza, es dominio puro que amenaza apocalípticamente. Se origina en el capitalismo salvaje y el neoliberalismo le abre fronteras insospechadas: la vida misma, el mundo, los seres humanos y la naturaleza, se convierten en puro negocio».
Me he limitado a las citas porque me parecen más que elocuentes para poder pensar desde dentro de un cuadro político mayor: Latinoamérica. Así es como piensan y planifican las fuerzas imperiales. Así deberemos aprender a pensar nosotros.