Para aumentar el problema, muchas de las sanciones que se les imponen a los individuos – no sólo la prisión, sino conductas sociales de mayor importancia como la vergüenza y la desaprobación de la comunidad – apenas tienen impacto o relevancia sobre las corporaciones. Esto también las coloca en un plano de excepción dentro de la vida democrática.
En los países subdesarrollados, que intentan por todos los medios a su alcance atraer inversiones extranjeras la historia es mucho peor. Las exigencias que imponen deterioran el nivel de vida de su población: salarios mínimos, condiciones laborales brutales, falta de respeto hacia el medio ambiente. Cuando aparece alguna intención de poner límites a tales conductas amenazan las compañías con irse, simplemente, a otra parte que no le impongan esas restricciones. Esto se conoce con el término, un tanto ambiguo, de deslocalizaciones (desplazamiento de la empresa hacia zonas más favorables). De estas amenazas no se salvan ni los Estados Unidos. Como en parte ya se ha ido dando con las grandes empresas multinacionales. El otro componente clave de la globalización corporativa es la institucionalización de sistemas de gobierno globales, sin ninguna responsabilidad ante nadie, que niegan a las democracias la opción de mejorar sus niveles de vida. Las reglas de la Organización Mundial del Comercio, así como una larga lista de tratados de inversión y comercio bilaterales y regionales, protección de patentes, están diseñadas básicamente para impedir a los países adoptar niveles de protección laboral, medioambiental o del consumidor que vayan más allá de lo que las corporaciones están dispuestas a aceptar.
El tema es de una gravedad extrema por las consecuencias que le imponen a todo el planeta, esto ha llevado a las Naciones Unidas a manifestarse del siguiente modo:
“El actual modelo de desarrollo y el correspondiente carácter de producción y consumo no son sostenibles para los ricos y no pueden ser repetidos por los pobres. La continuación por este camino puede llevar a nuestra civilización al colapso”. Eso se afirma en el documento de la Conferencia de la ONU sobre el medio ambiente y el crecimiento sostenible, la que contó con la participación de notables científicos y se realizó en Río de Janeiro en el año 1992”.
Dejando de lado el análisis del desarrollo del capitalismo del siglo XIX y mitad del XX, para no extenderme demasiado en estas notas, e ir directamente al panorama de las últimas décadas, voy a plantear el problema que puede reconocer como origen la década de los setenta. La posguerra abría un escenario en el cual las grandes potencias tenían que comenzar su reconstrucción, salvo los EEUU que no había sido víctima de destrucciones, los imperios debilitados dejaban paso a los procesos de descolonización en toda la periferia. Los sesenta y los setenta mostraban ya signos de recuperación del conflicto, los dos imperios (EEUU y URSS) dividían el mundo en lo que se denominó la guerra fría, sobre fines de esa última década dos gobiernos cayeron en manos del conservadurismo más retrógrado: Ronald Reagan (1911-2004) presidente de los EEUU y Margaret Thatcher primera ministra de Gran Bretaña. Comenzaba la etapa del neoliberalismo (el mismo viejo liberalismo pero ahora despojado de sus ideales libertarios) que se consolidaría en el documento firmado en 1989, ya citado, Consenso de Washington. El Profesor en Derecho y Economía de la Universidad Autónoma de México Dr. Alberto Anaya Gutiérrez afirma sobre la época:
“La contraofensiva capitalista adoptó la forma del modelo neoliberal y de la globalización comandada por él, que inicialmente se instrumentaron en los últimos años de la década de los setenta y los primeros años ochenta en los países capitalistas más industrializados, especialmente en Gran Bretaña bajo el gobierno de Margaret Thatcher y en Estados Unidos bajo el primer gobierno de Ronald Reagan. A partir de entonces y hasta nuestros días, el neoliberalismo y la globalización se extendieron por todo el mundo y se han mantenido como ejes rectores de la economía, la vida social, la política, las relaciones internacionales y la cultura en la mayoría de los países de todos los continentes”.