El profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Noam Chomsky comparte la visión general de este panorama que venido mostrando, y agrega esta síntesis que aclara el comienzo del problema actual:
“La crisis financiera surgió de lo que fue un raro ejemplo de experimento en libre mercado en los 70. En las economías de EE.UU. y de otros países creció enormemente el papel de las instituciones financieras y declinó el rol del sector productivo. Y en el sector financiero prácticamente se eliminó toda regulación, aunque esto puede llevarnos a engaño. Las grandes instituciones financieras, los bancos como Citigroup, tienen un seguro estatal, llamado «demasiado grande para permitir que colapse». O sea que si están en problemas el sector público los rescata como sucedió ahora. Pero de forma inusual para los países ricos en ese momento siguieron las leyes del mercado y había un mito detrás de esto, el mito de la eficiencia de los mercados y de que todo estará bien si el Estado no interviene. Esto no tenía base ni teórica ni empírica y ahora esta teoría ha colapsado totalmente en forma vergonzosa”.
Después de la experiencia de la quiebra de la bolsa de Wall Street en 1929, fue necesario poner algunos límites a la actividad bursátil y financiera para impedir las locas especulaciones que habían terminado dramáticamente. El papel del estado en el control del mercado, con todas sus variantes, se fue acentuando a lo largo de las décadas siguientes. Las organizaciones sindicales en el primer mundo se fueron fortaleciendo y la distribución de riquezas entre el capital y el trabajo llegó así a construir un mundo que se lo conoció como el Estado de bienestar. Se había dejado atrás la doctrina del liberalismo económico que, como vimos, leía mal a Adam Smith. El profesor Chomsky nos aclara:
“Y en cuanto al poder estatal Adam Smith tenía algo que decir. Hablaba de Inglaterra y por supuesto que el siglo XVIII no es lo mismo que la actualidad, pero algunos principios están vigentes. Smith dijo que en Inglaterra, lo que él llamó los principales arquitectos de las políticas estatales son los mercaderes y los fabricantes y ellos se aseguran de que sus propios intereses sean satisfechos sin importar cuán serias puedan ser las consecuencias para otros, incluyendo los propios habitantes de Inglaterra. Bueno, ése es uno de los principios que siguen vigentes, por lo que en materia de poder estatal no debe ignorarse y tomar precauciones, también en los llamados países centrales. Ahora no se tratará de mercaderes y fabricantes, sino de bancos, instituciones financieras y mega-corporaciones, pero el principio que los rige es el mismo”.
La defensa de los intereses de los grandes capitalistas lanzados a una carrera loca por las ganancias terminó en la quiebra de la bolsa y la depresión de la década de los treinta. Esa fue una dura enseñanza que aprendieron el presidente estadounidense Franklin Roosvelt (1982-1945) y sus contemporáneos: «no se puede dejar libre al zorro dentro del gallinero». La consecuencia de tanta regulación (que no era tanta, pero impedía mayores utilidades) limitaba una mayor captación de utilidades por los grandes capitalistas. Éstos comenzaron a presionar a través de los republicanos por un sistema de mayor libertad de mercado. Por eso dice Chomsky «fue un raro ejemplo de experimento en libre mercado en los 70» en el cual «en el sector financiero prácticamente se eliminó toda regulación». Allí comenzó un largo camino que desembocó en los noventa con sus crisis sucesivas. Lo que muchos parecen no saber, es que la crisis inmobiliaria (2008-09) comenzó en los setenta, como afirma Chomsky, con la crisis del petróleo (1973) y los petrodólares, y que lleva años incubándose. Que este final tuvo varios llamados de atención previos a partir de la década de los noventa que se manifestaron en México (1994-5), la crisis asiática (1995-97), la crisis rusa (1998), la crisis brasileña (1998-99), la crisis turca (2001), la crisis argentina (2001-02), la crisis de las empresas punto.com (2003). Este final, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, que se parece a los dolores de pecho antes del infarto masivo, fue el resultado de ignorar esos avisos.
Alberto R. Bonnet, profesor de la Universidad de Buenos Aires, comenta:
“El mercado financiero desnuda así la potencia y la fragilidad de la globalización, debido al vínculo existente entre su hipertrofia y la crisis mundial. En este sentido la financiarización del capital es al mismo tiempo una fuga hacia adelante del capital en crisis -una apuesta a la explotación futura del trabajo- y una respuesta del capital a su crisis -una ofensiva de disciplinamiento que apunta a sentar las condiciones de posibilidad para esa explotación futura. Como sucede a escala nacional con los procesos de desinversión, a escala mundial sigue siendo la potestad de los capitalistas sobre las decisiones de inversión su arma última en la lucha de clases. Y la extrema movilidad del capital en su forma de capital dinerario otorga a la inversión especulativa, en este sentido, el carácter de arma privilegiada”.