El recorrido investigativo que hemos venido haciendo nos enfrenta a la cantidad de pre-juicios que nos han ido inculcando como verdades no revisables ni debatibles. Esto se acentuó a partir de la década de los ochenta, década durante la cual comenzaba a evidenciarse que la Unión Soviética estaba en serios problemas, aunque no era esperable que en tan corto lapso implosionara como lo hizo. Hasta entonces las críticas al capitalismo financiero tenían como marco de fondo la existencia de una alternativa, el socialismo, en sus diferentes versiones. El panorama de los noventa mostraba un sistema triunfante y un sistema fracasado. No tener oponentes a la vista envalentonó a los hombres del dinero y se lanzaron tras la victoria total, cuyo precio era el hambre de los pueblos. Las famosas “leyes del mercado” aparecen desfiguradas cuando se las mira desde el reverso y es allí donde aparecen los mecanismos más oscuros del sistema financiero. Consultando a un investigador del Centro de Estudios sobre la Estructura Económica (CENES) de la Universidad de Buenos Aires, el profesor Julio Sevares, nos encontramos con una maraña que envuelve ese funcionamiento:
«El lavado y el blanqueo de dinero alcanzaron magnitudes escandalosas, revelando extensas redes de delito de guante blanco y corrupción en las que participan grandes bancos y empresas y gobiernos de países grandes y chicos, del centro y de la periferia. La mayor parte de las operaciones de lavado y blanqueo se hacen a través de los centros financieros offshore en los que tienen sucursales todos los bancos y grandes compañías financieras del mundo. La cantidad de dinero que circula por los circuitos grises y negros del sistema es tan grande que se ha convertido en una amenaza en varios sentidos: implica una gigantesca evasión impositiva, reduce el control de los mercados monetarios de los países afectados y constituye una inmensa “caja” disponible para financiar la corrupción y el delito, por lo cual vulnera los sistemas jurídicos y políticos. Según el GAFI , «los posibles costos políticos y sociales del lavado de dinero, si no se controla o se maneja inefectivamente, son serios. El crimen organizado puede infiltrar las instituciones financieras, adquirir control de grandes sectores a través de las inversiones u ofrecer sobornos a funcionarios públicos y también a gobiernos. La influencia económica y política de las organizaciones criminales pueden debilitar el tejido social, los estándares éticos colectivos y, finalmente, las instituciones democráticas de la sociedad. En los países en transición hacia sistemas democráticos, esta influencia criminal puede minar la transición. Más aún, el lavado de dinero está inextricablemente unido a la actividad criminal que lo genera. El lavado permite continuar esa actividad criminal».
Un ejemplo paradigmático es el papel que ha jugado en este sistema la banca suiza. Sostiene el investigador suizo Jean Ziegler , experto en el tema de delito financiero, «Una oligarquía financiera reina desde hace cerca de doscientos años sobre un Estado y un pueblo cuya legislación, sistema ideológico y burocracias electorales están estrechamente adaptadas a sus necesidades. Gracias a un sistema bancario hipertrofiado, también gracias a esas instituciones que son el secreto bancario y la cuenta de número, esta oligarquía funciona como un encubridor del sistema capitalista mundial». Cita luego a Chateaubriand cuando dice: «Neutral en las grandes revoluciones de los Estados que los rodeaban, los suizos se enriquecieron con la desgracia de los demás y fundaron un banco sobre las calamidades humanas». Otro buen ejemplo de este tipo de instituciones financieras es el del Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI) , que llevó a cabo el fraude financiero más grande de la historia. El Banco de Inglaterra pidió a Price Waterhouse, una de las empresas de auditoría más importante del mundo, que investigara secretamente al BCCI, a principios de 1991. En junio del mismo año la firma informó sobre operaciones fraudulentas y el BI le retiró la licencia. Durante veinte años operó en el mercado sin mayores dificultades hasta que la verificación de un faltante de cientos de millones puso fin a su accionar.