La inmoralidad del capitalismo I

Comienzo con esta nota una serie en la que voy a investigar en qué medida la moral y el capitalismo confrontan o se articulan. Dicho de otro modo: ¿el capitalismo es inmoral por desvío de las conductas de algunos o lo es estructuralmente? La cantidad de información que estas últimas crisis han proporcionado me habilita a formular estos interrogantes. Sobre el tema se puede encontrar, como es de esperar, afirmaciones de todo calibre en una posición o la otra, se trata entonces de ir en la búsqueda de ideas sustentables, fundadas, apoyadas en investigadores serios cuya trayectoria intelectual los exima de sospechas respecto a sus compromisos políticos e ideológicos. Para ello presentaré un breve perfil de aquellos a los que iré consultando.
Comenzaré por el profesor Juan Torres López , de quien voy a comentar algunas de sus conclusiones sobre el tema que propongo. Avanzando sobre la situación actual de crisis financiera plantea hablar de una estafa para lo cual, después de leer el diccionario, sostiene: «Por eso yo creo que el término de estafa es lo que mejor describe lo que han hecho continuadamente los bancos, los grandes especuladores y la inmensa mayoría de los líderes y las autoridades mundiales antes y durante la crisis que padecemos». Esta afirmación es muy fuerte y por ello vamos a tratar de ver en qué se apoya. Esto nos obligará a meternos en algunos temas nada sencillos de entender, pero que es necesario pensarlos para comprender la trama intrincada de mecanismos de que se han valido ciertos personajes cuyas consecuencias están a la vista.
«Los Estados le dieron a los bancos privados el privilegio de crear dinero emitiendo deuda con la excusa de que eso era necesario para financiar la actividad de las empresas y los consumidores». Hasta aquí parece que estamos dentro de lo que podría aceptarse como legal y necesario. «Pero en los últimos treinta años, la banca internacional multiplicó la deuda para financiar los mercados especulativos y para ganar dinero simplemente comprando y vendiendo más dinero, y no para financiar a la economía productiva. Esta es la primera estafa».
Los bancos utilizan los depósitos de sus clientes como fuente de financiamiento para otorgar crédito a la producción. «Para disponer de recursos adicionales…, la banca ideó formas de vender los contratos de deuda y los difundió por todo el sistema financiero internacional». A primera vista parece un mecanismo para aumentar sus disponibilidades: «Pero al hacerlo, ocultaba que millones de esos contratos no tenían las garantías mínimas y que al menor problema perderían todo su valor, como efectivamente ocurrió. Actuando de esa forma y tratando de elevar cada vez más la rentabilidad de sus operaciones, la banca fue asumiendo un riesgo cada vez mayor que ocultaba a sus clientes y a las autoridades y que transmitía al conjunto de la economía. Esta es la segunda estafa».
Entonces empiezan a aparecer actores institucionales extra-bancarios: «Para llevar a cabo esas estafas, la banca recurrió a las agencias de calificación, que actuaron como sus cómplices corruptos engañando sistemáticamente a clientes y autoridades indicando que la calidad de esos productos financieros era buena cuando en realidad sabían que no era así y que, por el contrario, se estaba difundiendo un riesgo elevadísimo porque eran, como se demostró más adelante, pura basura financiera. Esta es la tercera estafa».
El problema siguiente lo hemos estado padeciendo como una discusión académica, cuando no era más que un modo de ocultar negocios poco claros. Me refiero a la autonomía del Banco Central. Leamos que nos dice el profesor: «Los grandes financieros consiguieron que los bancos centrales fueran declarados autoridades independientes de los gobiernos con la excusa de que éstos podían utilizarlos a su antojo y de que así era mejor para lograr que no subieran sus precios. Sin embargo, lo que ocurrió fue que, con ese estatuto de «independientes», los bancos centrales se pusieron al servicio de los bancos privados y de los especuladores, mirando a otro lado ante sus desmanes. Y así, en lugar de combatir la inflación, permitieron que se produjera la subida de precios de la vivienda, quizá la más alta de toda la historia, y constantes burbujas especulativas en numerosos mercados. Y lejos de conseguir la estabilidad financiera, lo cierto fue que durante su mandato «independiente» también hubo el mayor número de crisis financieras de toda la historia. Esta es la cuarta estafa».

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