Sigamos con el análisis del profesor Juan Torres López. Nos encontramos ahora con una serie de ideas que nos han atosigado presentadas como “verdades científicas” cuando no eran más que justificaciones de los especuladores para obrar con mayor libertad en medio de sus abusos de alto riesgo.
«Con el fin de generar fondos suficientes para invertir en los mercados especulativos cada vez más rentables, los bancos y grandes financieros lograron, con la excusa de que eso era lo conveniente para luchar contra la inflación, que los gobiernos llevaran a cabo políticas que redujeran los salarios y aumentaran así los beneficios, y la progresiva privatización de las pensiones y de los servicios públicos. Esta es la quinta estafa». Sólo debemos imponernos un ejercicio de memoria para recordar las reglas a que nos han sometido durante la década de los noventa: la cantidad de ajustes que el Fondo Monetario Internacional prescribía. Ahora podemos ver la misma película, con otras víctimas presentadas como culpables, en la situación que atraviesa Europa, aunque el actor principal, el FMI, es el mismo.
La cadena especulativa se estiró hasta que no soportó más el peso y se cortó. «Cuando el riesgo acumulado de esa forma estalló y se desencadenó la crisis, los bancos y los poderosos lograron que los gobiernos, en lugar de dejar caer a los bancos irresponsables, de encarcelar a sus directivos y a los de las agencias de calificación que provocaron la crisis, les dieran o prestaran a bajísimo interés varios billones de dólares y euros de ayudas con la excusa de que así volverían enseguida a financiar a la economía». Una explicación que se utilizó fue que el riesgo de que quebrara todo el sistema afectaría a los trabajadores y a los pequeños ahorristas. Esto llevó al estado norteamericano a emitir dólares por billones (¡sí billones!) para salvar a los bancos e instituciones financieras más importantes, como también está haciendo Europa ahora. «Pero en lugar de hacer esto último los bancos y grandes financieros usaron esos recursos públicos para sanear sus cuentas, para volver a tener enseguida beneficios o para especular en mercados como el del petróleo o el alimentario, provocando nuevos problemas: que en 2009 hubiera 100 millones de personas hambrientas más que en 2008. Esta es la sexta estafa».
Todos los gobiernos de los países centrales socorrieron a esas instituciones emitiendo y prestando «cientos de miles de millones de dólares o euros para evitar que la economía se colapsara y para ayudar a la banca. Como consecuencia de ello tuvieron que endeudarse». ¿Cuál ha sido la conducta de estas instituciones que se salvaron de la quiebra, como le hubiera sucedido a cualquier otro mortal no tan importante? «Los bancos centrales están dominados por ideas liberales profundamente equivocadas y al servicio de la banca privada, por ello no financiaron adecuadamente a los gobiernos, como sí habían hecho con los bancos privados, y por ello fueron los bancos privados quienes financiaran la deuda estatal. Así, éstos últimos recibían dinero al 1% de los bancos centrales y lo colocaron en esa deuda pública al 3, al 4 o incluso al 8 o 10%. Esta es la séptima estafa». Es decir, si el estado de cada uno de esos países hubiera sido socorrido directamente por los gobiernos de los países centrales toda esa intermediación no hubiera sido necesaria. Hubieran recibido dinero a un costo muy inferior. Recordemos el “blindaje” o el “megacanje” y el costo que todavía estamos pagando.
Podemos encontrar en esta explicación un camino para comprender lo que nos pasó con el manejo financiero desde Martínez de Hoz (1976) que, con distintos matices y personajes, continuó durante los años ochenta y noventa. Ese camino mostró su imposibilidad de seguir así con el estallido de la crisis 2000-01. Allí los especuladores sacaron sus dinerillos del país y nos dejaron con el desastre. Pero esta estafa no está mencionada por el profesor, aunque no la ignora puesto que la ha citado en otros trabajos. Este ejercicio de análisis y memoria nos ayuda a comprender cómo lo nuestro no fue más que una aplicación de prueba, casi una experiencia de laboratorio, de políticas globalizadoras.