Tal vez el aspecto más llamativo del informe que estamos siguiendo radica en la afirmación, que nuestro investigador sostiene con una sólida carga argumentativa, de que la globalización financiera ha tenido un primer paso, casi diría fundacional, en la creación de la Reserva Federal de los EEUU. De acuerdo a los pasos que venimos siguiendo una cantidad de acontecimientos mundiales han sido las consecuencias buscadas que planificaron los autores ideológicos de la Ley Glass-Owen de 1914.
Si volvemos nuestros pasos sobre la historia del Primer Mundo podemos encontrar un hito fundante en la Revolución Industrial inglesa (1750-1790) que dio origen al capitalismo industrial que, décadas después diera un fuerte impulso a la banca internacional. El proyecto político que se fue elaborando e instrumentando requería la consolidación de un sólido control sobre el desarrollo social y político del mundo, para la expansión de los negocios financieros. El desarrollo del capitalismo competitivo encuentra un primer límite en 1860-1870. Después de la crisis de 1873, período de gran desarrollo de los cárteles, comienza un proceso de concentración de la industria dando lugar a la aparición de los primeros monopolios que dan por acabado la libre competencia. A comienzos del siglo XX los cárteles se convierten en una de las bases de la vida económica. Lenin (1870-1924) anuncia «El capitalismo se ha vuelto imperialista».
Los acuerdos de precios, calidades, distribución de áreas entre las grandes empresas, se dividen las ganancias, y concentran gran parte de la producción total de un ramo de la industria, con lo que se aseguran beneficios enormes y pueden crear unidades de producción de una amplitud formidable. Todo este proceso ha demandado cantidades crecientes de dinero por lo que también la misma banca se ha ido monopolizando; o, quizás sería decir más exactamente se ha convertido en instrumento de monopolización. La diferenciación entre intereses industriales y bancarios se hace cada vez más difícil de reconocer. En un primer momento, la función de los bancos era la de intermediarios en los pagos; pero, en la medida en que las operaciones bancarias se han ido desarrollando y concentrando en un pequeño número de organismos ― con un proceso similar al de las grandes potencias industriales ―, se han convertido en potentes monopolios que disponen de casi todo el capital, de casi todos los capitalistas (y de los pequeños propietarios), además de la mayor parte de los medios de producción y de las fuentes de materia prima del país y de distintos países.
¿Como funciona el sistema? De cada una de las grandes bancas, y aquí el concepto clave es el de «participación»― dependen un número considerable de bancos de menor calibre, nacionales y extranjeros, que dominan a su vez sobre un número mayor, y éstos a su vez sobre otros. Es evidente que una banca situada a la cabeza de un grupo tal y que entra en relación con media docena de otros grupos que le hacen concesiones con vistas a grandes y ventajosas operaciones, como los empréstitos de Estado, no es ya un intermediario, sino que se ha convertido en instrumento de un grupo de monopolizadores.
Sigamos avanzando con el informe del Dr. Polk para comprender cómo funciona esto a fines del siglo XX y comienzos del XXI: «Los observadores atentos de la historia de las finanzas reconocerán el modelo concreto de desarrollo en este caso. Una expansión del crédito ilusoriamente bien fundada y el auge económico correspondiente van seguidos de una repentina retracción del crédito y una implosión de los mercados. En el centro de nuestra crisis actual está la industria bancaria y su capacidad de crear dinero y derivados de la nada . El colapso era previsible, y es muy probable que haya sido cuidadosamente planificado. En cuanto comenzó el colapso de 2008, los directores de los principales bancos de EE.UU. comenzaron a emitir una intimación al pueblo estadounidense a través de su propio representante, Henry Paulson (ex director ejecutivo de Goldman Sachs, como secretario del Tesoro). Si los tesoros de los bancos no se hubieran llenado con tantos fondos públicos, los estadounidenses pronto se hubieran despertado con la ley marcial en las calles de muchas ciudades importantes». Esta advertencia encierra una enseñanza y una amenaza encubierta respecto de cómo operan los intereses financieros.
Entonces, con toda premura: «los representantes en Washington, que no ven ni oyen nada malo, salieron al rescate de la elite financiera global, todo a costa de los contribuyentes, y en última instancia también a costa de la soberanía nacional. Demandas concomitantes de “soluciones globales” a este problema evidentemente global fueron puestas rápidamente en el orden del día nacional e internacional por el G20 y por destacados economistas como Kenneth Rogoff. El Congreso de EE.UU. ratificó recientemente una puesta a punto exhaustiva del sistema financiero de la nación, y al hacerlo otorgó más autoridad a la Reserva Federal». ¿Cómo se soluciona el problema? Lamentablemente con más de lo mismo: mayor poder a la banca privada.