El marco histórico de la globalización IX

La crisis provocada por la avidez y codicia de la banca internacional no sólo no terminó, sino que además estamos en la misma situación de años atrás, con el agravante de que las propuestas que se han hecho para salir son las mismas que han precipitado al mercado financiero a la crisis actual. Pero, entonces, ¿son tontos los banqueros internacionales? Nada de eso los únicos beneficiados con el desastre internacional son un pequeño número de ellos que compraron los bancos en quiebra por monedas y hoy estamos ante un mercado financiero mucho más concentrado. Por ello dice nuestro investigador: «A escala global, expertos financieros y económicos de todo el mundo están desarrollando revisiones fundamentales del Acuerdo de Basilea (Basilea III) dentro del marco del Banco de Pagos Internacionales. Al mismo tiempo, el anuncio de la Reserva Federal a finales de 2010 de que iniciaría una segunda vuelta de “ajuste cuantitativo” en sus esfuerzos por liberar crédito y aliviar a las instituciones financieras de activos moribundos llevó a insistir en que una nueva moneda de reserva global reemplace al dólar enfermizo». Hoy ese sector de las finanzas claman por una moneda más estable que le asegura sus utilidades y no se les esfumen por la desvalorización del dólar. «La decisión de la Reserva Federal de aumentar la liquidez mediante la impresión de más dólares ya se ve como un error potencialmente fatal por parte de muchos escépticos, particularmente en China que posee una suma extraordinariamente elevada de dólares de EE.UU. en su tesoro de reservas monetarias. Rusia y China, entre otros, ya han acordado un intercambio bilateral de bienes y servicios utilizando sus propias divisas, sin usar el dólar estadounidense como intermediario».
El Dr. Polk comienza a hacer proyecciones futuras acerca de cómo podrá evolucionar este proceso: «Presiones inflacionarias inevitables garantizan que los días del dólar de EE.UU. como moneda de reserva mundial estén contados; este resultado no promete nada bueno para los estadounidenses, que con gran probabilidad verán la ley marcial siempre y cuando los precios para las necesidades diarias como la gasolina aumenten rápidamente más allá de lo asequible. Como operador jefe de todas las fuerzas clandestinas que quieren ver un gobierno mundial que controle el planeta, la Reserva Federal ha estado destruyendo activamente la moneda estadounidense como instrumento de soberanía nacional. Y en estrecha colaboración con la Reserva Federal, grupos de trabajo dentro de las Naciones Unidas y del FMI han publicado documentos de posición clave en los cuales se propone una nueva divisa global, que se espera sea impresa o acuñada por un banco central global».
Como prueba de lo que afirma, sostiene: «Junto al aumento de la autoridad de instrumentos globales como el FMI, la OMC y el Banco de Pagos Internacionales, una red internacional de vigilancia está en plena formación con consecuencias trascendentales para la vida y la libertad individual. La integridad de Internet se encuentra particularmente en peligro ya que la integridad de Internet es el último bastión del intercambio de información sin censura. Con cada “ciberataque” publicitado, sea realidad o una creación de los servicios de inteligencia, surgen nuevas demandas de un aumento de las medidas de seguridad y de la legislación para controlar tanto la forma como el contenido online. Nuevos conceptos supranacionales clave como “al-Qaida”, “redes terroristas” o “transferencias sospechosas de dinero” son ahora de uso común en el discurso público y permiten la implementación de medidas de control y estrategias de vigilancia militar/política sin precedentes sobre los ciudadanos de a pie. La buena disposición de gobiernos de todo el mundo para adoptar medidas contra el terror, potencialmente hostiles a todas formas de libertad individual, se basa en la cuestionable aceptación de la explicación oficial presentada por el gobierno de EE.UU. y sus servicios de inteligencia de los eventos que ocurrieron el 11-S. La escasez de la crítica de la inverosímil narrativa oficial de todo lo que ocurrió el 11-S, en especial en los medios dominantes de EE.UU., es de por sí suficiente evidencia de una prensa estadounidense totalmente controlada desde arriba».

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