Terminé afirmando, en una nota anterior: el principio de la sencillez, que tiene una extraña proximidad con la ignorancia. Sólo el que se sabe ignorante de algo, poco o mucho, está dispuesto a escuchar, estudiar, reflexionar, y por ello puede aprender. Por el contrario, el que se sabe poseedor de la verdad, toda o de una parte, no encuentra ninguna inclinación por el aprendizaje. Nuestro Alfredo Zaiat, ya cita en otras oportunidades, sostiene: “La soberbia del saber económico convencional se enfrenta a problemas que no encuentran respuestas en las tradicionales ecuaciones… En la actual etapa del desarrollo, la ciencia económica tal como se la difunde ha llegado a la frontera del conocimiento, síntoma que se expone cada año en los premios Nobel a esa disciplina… Todo lo que tenía para dar esa ciencia ya fue entregado” (Página 12 – 28-10-07).
Lo que yo había insinuado con mucha timidez, dada mi confesión de ignorante, parece ser una constante en ciertos economistas, que parecen saber mucho de economía salvo que está va en vías de agotarse tal como se presenta en sus saberes. Saben todo, o casi, menos el corto alcance de ese saber. Por eso nos explica Zaiat: “Mientras tanto, la dinámica del sistema capitalista, ya extendido a todo el planeta, va presentando desafíos, nuevas situaciones, que la mayoría de los economistas hoy no dan cuenta de ellos enfrascados en sus viejos debates”. Creo que hemos llegado al momento de la “iluminación”. Esos “viejos debates” están refiriéndose a los manuales que se regodean del saber de Adam Smith, quien pensó y escribió hace más de dos siglos, partiendo de la observación y el estudio del mercado inglés. La famosa “Riqueza de las naciones tiene nada más que 231 años. Me dirán que mucho avanzó la teoría económica, pero nunca abandonó su punto de partida, el decir de su padre.
Tal vez, esto lo lleva a decir a Zaiat: “… el impresionante avance de la tecnología aplicada a la producción y el proceso de globalización de la economía mundial ha desencadenado un fenómeno de transformación de las estructuras productivas acerca del cual se sabe relativamente poco. Por lo pronto, los economistas dan constancia de que ese proceso está sucediendo, pero en general no ofrecen elementos muy convincentes de por qué ocurrió de esa manera”. Posiblemente, y esto lo digo yo, una ciencia que nació dentro del marco del capitalismo moderno no está en condiciones de revisar el supuesto sobre el que está parada: la existencia de la sociedad capitalista como condición de su razón de ser. El horizonte de su aparición posibilita un conocimiento acotado a ese tiempo pero, al mismo tiempo, delimita el ámbito de su posibilidad de comprensión,.
Como toda reflexión sobre la actividad humana, es siempre un saber de la ya acontecido. Se le puede aplicar lo que Hegel decía de la filosofía que era “como el ave de Minerva que remonta su vuelo al atardecer”, es decir puede hablar de lo que ya pasó nunca está en capacidad de dar cuenta de las nuevas situaciones. Si esta ciencia estuviera en condiciones de conocer el futuro los miembros de esa cofradía serían todos millonarios. Pueden acertar las carreras del domingo con el diario del lunes. Lo que estamos viendo es que leen periódicos de más de un siglo atrás.