Les propongo seguir los detalles del debate en los EEUU y hacer el ejercicio de los paralelos: «El obstáculo fundamental a una reforma en este país desde hace décadas es, por un lado, que el negocio de la salud es inmensamente lucrativo y, por otro, el poder del extraordinario mito de que la participación gubernamental es casi antiamericano, o socialismo. El gasto nacional en salud representa 17.6 por ciento del PIB (una sexta parte de la economía), mucho más que cualquier otro país industrializado. Per cápita, este país gasta el doble de cualquier otro país avanzado en salud, con proyecciones de gasto nacional para este año de 2.5 billones de dólares. El lucro de este sistema es astronómico para las aseguradoras, las farmacéuticas y los hospitales privados, quienes están haciendo todo para limitar, sino es que descarrilar toda reforma.
Pero para todos los demás, el sistema es cada vez más absurdo. Para la vasta mayoría de los estadunidenses, los costos de salud en 2007 por hogar ascendieron a 15 mil 369 dólares en promedio, lo que representa casi la mitad de los ingresos de esos hogares, reportan los Centros para Servicios de Medicaid y Medicare, citados en The Nation. Unos 72 millones de estadunidenses de menos de 65 años de edad reportan problemas para pagar sus cuentas médicas (60 por ciento de éstos tenían seguro médico), informa The Commonwealth Fund.
El costo social es obsceno: en el país más rico del mundo, 46 millones de personas no tienen seguro de salud, y millones más tienen un seguro insuficiente, lo que provoca que no sean atendidos cuando es necesario y debido. Se calcula que unas 18 mil personas mueren cada año como resultado directo de no tener un seguro, según el Instituto de Medicina. Aunque hay consenso en que la elección de Obama junto con las mayorías demócratas en ambas ramas del Congreso ofrece tal vez la mejor oportunidad para promover una reforma integral por primera vez en décadas, aún no está claro que se logrará. La clase política, con el intenso cabildeo multimillonario de algunos de los sectores privados más poderosos del planeta, efectivos ataques de la derecha y la masiva influencia empresarial, está negociando qué tanto diluir las propuestas de una reforma integral, incluso reduciendo a lo máximo la participación gubernamental».
El juego consiste ahora en agregar a la traducción la sustitución de palabras que propongo y colocarlas en el lugar que corresponda: “fútbol”, “canales de televisión”, “emisoras de radio”, “programas de debate político sin limitación de invitados”, “publicidad engañosa”, “zócalos en TV distorsionantes y mentirosos”, etc., agréguese lo que esté faltando. Sigamos el juego.
«Hoy, senadores de ambos partidos que negocian las propuestas en la Cámara alta dieron a entender que el precio para lograr una reforma es descartar la llamada opción pública. Esa iniciativa promovida por Obama, tras sacrificar la propuesta de cobertura universal de un solo pagador (estilo Canadá), propone crear una aseguradora del gobierno que competirá con las privadas para reducir costos y garantizar un seguro mínimo para todos los estadunidenses. Esta noche, Obama reiteró su preferencia por la opción pública, pero en uno de los puntos más observados de su discurso no la colocó como una condición no negociable para la reforma.
Si se sacrifica la opción pública, hasta revistas como Business Week indican que asegurará que cualquier reforma que promueva el Congreso este año acabará ayudando en lugar de dañar a las grandes empresas aseguradoras. Obama concluyó su mensaje homenajeando al recién fallecido senador Edward Kennedy, y recordó que él le había dicho que tal vez este año se lograría alcanzar su sueño de toda la vida, una reforma integral de salud con el objetivo de la cobertura universal, la gran tarea inconclusa de este país». Podemos concluir: hasta ahora nos fue mejor acá de lo que parece va a suceder allá.