Estas crisis sucesivas tienen una cara oculta, mucho más grave, que los especialistas por regla general evitan estudiar. Sin embargo, para quien sigue con cierta atención la información que circula por los medios alternativos el tema no le es desconocido. Se puede entender, sin gran esfuerzo, que la prensa concentrada no toque el tema puesto que sus dueños son parte de ese negocio. Me estoy refiriendo a la circulación de dinero proveniente de diferentes fuentes corruptas. La venta ilegal de armas, el narcotráfico, el dinero en negro de los negocios internacionales, forman una masa de dinero de dimensiones sorprendente. El Dr. Guilhem Fabre, Profesor de la facultad de Asuntos Internacionales de la Universidad de Le Havre, Francia, sostenía en el año 2000 el resultado de sus investigaciones:
“El análisis de los casos de México, Rusia, Tailandia y Japón, pone en evidencia cómo la extraterritorialidad jurídica de que gozan los paraísos fiscales, al combinarse el libre flujo internacional de capitales con la demanda de blanqueos, contribuyó a desatar las crisis financieras. La reiteración de casos de malversación de créditos internacionales, como los registrados en Rusia y en Indonesia, obliga a interrogarse sobre las vinculaciones entre las crisis financieras y el blanqueo de dinero, en momentos en que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la masa de dinero sucio alcanza entre 590 mil millones y 1,5 billones de dólares. El sistema financiero internacional -que se globalizó en la posguerra fría- descansa sobre dos postulados que se anulan mutuamente. El primero consiste en suponer que la liberalización de los flujos de capitales optimizará la asignación de los recursos a nivel mundial. El segundo postulado consideraba como proporcionada la infraestructura jurídica y jurisprudencial que había permitido organizar la liberalización de flujos financieros entre América del Norte, Europa y Japón. La coexistencia entre una total libertad de circulación de capitales y el mantenimiento de los sistemas de supervisión nacional, sumada a la presencia de sitios off-shore, generaban un espacio inédito donde prosperarían todas las delincuencias transnacionales. Así es como la extraterritorialidad jurídica que gozan la mayoría de esos lugares cumplió un papel no despreciable en las crisis financieras de estos últimos años. El caso de Rusia demuestra hasta qué punto la fuga de capitales; los desvíos de fondos; las ganancias de la extorsión, del saqueo del Estado, de la corrupción y del crimen organizado, pueden reinvertirse en el financiamiento exterior especulativo de una deuda pública que ellos mismos contribuyeron ampliamente a generar. La tendencia predadora, cleptocrática y finalmente mafiosa, que se ha traducido en una importante demanda de blanqueo en el mercado internacional de títulos -incluido el de los bonos del Tesoro ruso- es directamente responsable de la crisis financiera de 1998”.
Podríamos preguntarnos cómo es que puede suceder todo esto en las tan publicitadas democracias que funcionan dentro de un régimen republicano, en las que el funcionamiento de la justicia en la vigilancia del cumplimiento de la ley se hace notar. Se cruzan por mi memoria dos conocidas frases del famoso escritor alemán Bertolt Brecht (1898-1956). En La ópera de perra gorda aparece esta frase: «¡Qué es asaltar un banco en comparación con fundar un banco!» refiriéndose a cual es mayor delito. Y en otra oportunidad sostuvo: «Hay jueces que son verdaderamente incorruptibles, nadie puede lograr que hagan justicia». En esta ironía se pueden empezar a comprender hasta donde llega la corrupción, por acción o por omisión, dentro de la cual funcionan las reglas del sistema capitalista.