“Los personajes y hechos de esta historia son reales, cualquier parecido con historias o hechos de la Argentina es mera coincidencia”.
Una vez más, las reflexiones del Premio Nobel de Economía 2008 Paul Krugman nos empujan a revisar nuestra realidad. Tal pareciera que la globalización, con sus pretensiones homogeneizantes, hace presente la repetida frase de Marx, aquello de que la historia se repite, aunque ahora pareciera que cambia de escenarios. Para avanzar en esta reflexión medio histórica, rozando la ciencia ficción, por momentos pareciendo tremenda realidad, propongo seguir el texto que nos ofrece Krugman. Lo más impactante es el título de su nota que nos obliga a mirar hacia adentro de nuestra realidad: “Otra vez la derecha republicana al acecho”. Nosotros tenemos una derecha que no nos queda claro si es republicana, pero también tenemos unos republicanos que parecieran de derecha. Claro está que la utilización de estos conceptos (“derecha”, “república”) muta sus significados según la pista donde aterricen. Pero, a pesar de estas pequeñas dificultades, concentrémonos en el texto:
«La última vez que hubo un demócrata en la Casa Blanca, enfrentó una caza de brujas incesante de sus opositores políticos. Destacadas figuras en la derecha acusaron a Bill e Hillary Clinton de todo, desde contrabando de drogas hasta asesinato. Y apenas tomaron el control del Congreso, los republicanos sometieron a la administración Clinton a un acoso implacable, tomando en un momento 140 horas de declaración bajo juramento por acusaciones de que la Casa Blanca había hecho un mal uso de su lista de tarjetas de Navidad. Ahora vuelve a ocurrir, sólo que esta vez es aún peor». Uno tiene una sensación extraña, algo así como estar observando escenas parecidas, un déjà vu (en francés, ‘ya visto’) como dicen los psicólogos. Superemos la situación y sigamos.
«Cedamos la palabra a Rush Limbaugh: “El Imán Hussein Obama es probablemente el mejor presidente antiestadounidense que hemos tenido”, declaró hace poco. Para tener una idea de lo que implica que personas como Limbaugh hablen así, no olvidemos que es una figura sumamente popular en el Partido Republicano. No olvidemos, tampoco, que a menos que algo cambie en la dinámica política, los republicanos pronto controlarán por lo menos una Cámara del Congreso. Esto será muy, muy desagradable. Entonces, ¿de dónde viene esa furia? ¿Qué le hará a Estados Unidos?». A pesar de que uno intenta leer estas palabras con cierta distancia hay sensaciones nada fácil de evitar.
«Lo que aprendimos de los años Clinton es que un número significativo de estadounidenses sencillamente no considera legítimos a los gobiernos progresistas, ni siquiera de progresistas muy moderados. La elección de Obama habría enfadado a esas personas aunque él hubiera sido blanco. Por supuesto, el hecho de que no lo sea, y que tenga un nombre que suena extranjero, aumenta la furia… Wall Street se ha vuelto en contra de Obama con todo: el mes pasado Steve Schwarzman, el multimillonario presidente del Blackstone Group, el gigante privado de las acciones, comparó las propuestas tendientes a poner fin a las lagunas fiscales para los gerentes de fondos de inversión con la invasión nazi de Polonia». Suena como si se estuviera leyendo declaraciones de una tal Carrió, aunque no sólo de ella…
«Y fuerzas poderosas fomentan y aprovechan esta furia. El nuevo artículo de Jane Mayer en The New Yorker sobre los súper-ricos hermanos Koch y su guerra contra Obama generó una atención más que justificada, pero como señala la propia Mayer, sólo la escala de su iniciativa es nueva: multimillonarios como Richard Mellon Scaife libraron una guerra similar contra Bill Clinton. Mientras tanto, los medios de derecha están volviendo a pasar sus mayores éxitos. En los ’90, Limbaugh utilizaba indirectas para alimentar la mitología anti-Clinton, sobre todo la insinuación de que Hillary era cómplice en la muerte de Vince Foster. Ahora, como vemos, está haciendo todo lo posible por insinuar que Obama es musulmán». Está bien, pero no exageremos con las comparaciones, siempre ha habido una oposición que critica, y lo hace como puede…
Miremos la pregunta que se le ocurre hacer al premio Nobel: «Y en medio de todo esto, ¿dónde están los republicanos responsables, los dirigentes que salgan a decir que algunos simpatizantes están yendo demasiado lejos? No aparecen por ninguna parte. Entonces, ¿qué pasará si, como se supone, los republicanos ganan el control de la Cámara? Ya conocemos parte de la respuesta. Será una situación desagradable y peligrosa también». Los años ‘90 no fueron una maravilla para nosotros, aunque hubo algunos que juntaron el dinero como si cayera del cielo. Después del 2001 comenzó una etapa de superación de una crisis que nos colocó al borde del precipicio, no debemos olvidarlo. Sin embargo, como dice Krugman: «seguimos sufriendo las secuelas de la peor crisis económica desde los 30 y no podemos darnos el lujo de tener un Estado paralizado por una oposición sin ningún interés en ayudar al presidente a gobernar. Pero eso es lo que probablemente tengamos». Me viene a la memoria una frase de una vieja serie de televisión. “¿Qué no es posible?… Todo es posible en la dimensión desconocida”