Habíamos quedado en que los ricos no quieren pagar impuestos aunque ello tenga graves consecuencias sociales, puesto que desfinancian el Estado. Parece un signo de estos tiempos en que el abanico de la distribución de la riqueza en gran parte del mundo se abre en proporciones alarmantes. Hace una década El Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) acuñó esta expresión «Vamos hacia un mundo en el que cada vez menos tienen más y los más tienen cada vez menos». La pregunta se dirige ahora hacia cuáles son los mecanismos de tan perversa progresión. Sam Pizzigati nos dice:
«El antiguo jefe político de la Casa Blanca en tiempos de Bush, Karl Rove, está actualmente derramando millones de dólares en anuncios que atacan a los candidatos partidarios de los impuestos a los ricos para las elecciones del próximo noviembre. «American Crossroads», la organización de Rove para dirigir esta operación, obtiene la mayor parte de sus fondos de los millonarios (el 91% según los datos más recientes de la Comisión Electoral Federal). Otro ejemplo: en California, los millonarios Charles y David Koch – ambos en los diez primeros lugares de la lista Forbes – se han aunado para ayudar a financiar una iniciativa legislativa dirigida a eliminar la legislación que apunta a la obtención de “energía limpia” que los legisladores estatales convirtieron en ley hace cuatro años. Según detallaba una impactante reseña de la revista New Yorker del mes pasado, los hermanos milmillonarios también han aportado generosamente al movimiento «popular» del Tea Party». Este nuevo agrupamiento político es un desprendimiento del Partido Republicano que se coloca en al extrema derecha del partido.
Sin embargo esta conducta de los tenedores de esas grandes fortunas no encuentra reprobación de parte de la población de los estratos más bajos. Las sumas que se invierten en pagar los Lobby (grupo de personas que intentan influir en las decisiones del poder ejecutivo o legislativo en favor de determinados intereses) no aparecen informadas en los grandes medios de comunicación. Por el contrario: «los entusiastas de las grandes fortunas no se dedican a informar este tipo de politiqueo millonario comprando votos en ambas cámaras. Hablan, en cambio, de la generosidad de los filántropos millonarios. La semana pasada, estos voceros de la concentración de la riqueza exaltaban al millonario de Facebook, Mark Zuckerberg, cuya riqueza neta se triplicó el año pasado hasta alcanzar los 6.600 millones de dólares, después de que anunciara sus planes para establecer un fondo de 100 millones de dólares para la reforma escolar. Pero las iniciativas de los ricachones respecto a las políticas públicas, ya sea la reforma escolar o de cualquier otro campo, siempre van ligadas a ideologías de derecha. En educación, la filantropía millonaria empuja a las escuelas hacia enfoques basados en incentivos o en «reformas» probadas, que los investigadores en educación han demostrado que son tremendamente ineficaces». Podríamos decir utilizan la vieja técnica de Robin Hood, quien robaba grandes cantidades y repartía un poco a los pobres, ganando fama de héroe justiciero.
Mientras donan ciertas sumas a algunos colegios éstos están carentes de recursos por falta de aporte de los Estados. «Señala Bob Peterson, maestro de Wisconsin, editor de uno de los principales periódicos progresistas sobre educación: las reformas que sí resultan eficaces –como permitir a los niños pobres un rápido acceso a los libros– están olvidadas o faltas de financiación. Debido a dificultades presupuestarias, la escuela elemental de Peterson, en Milwaukee, ha tenido que rebajar el presupuesto de su biblioteca, el último golpe a una escuela que ya había perdido a sus profesores de música y de gimnasia –y a todos sus maestros asistentes– en anteriores recortes presupuestarios. El año próximo, observa Peterson, las casi 100 escuelas elementales, probablemente tendrán solo cinco bibliotecarios a tiempo completo».
La conclusión nos va quedando clara: es mejor gastar dinero en impedir que el Congreso imponga carga fiscales a las grandes fortunas que pagar más en impuestos, porque esto dejaría sentado un antecedente que podría acarrear nuevos impuestos. No hay que permitir que estas “malas ideas” avancen. «¿Cual es el coste financiero de un bibliotecario a tiempo completo en las escuelas públicas de Estados Unidos? Peterson ha calculado esta cifra en tan sólo algo más de 7.100 millones de dólares. A título de comparación, un impuesto de un 1% sobre la riqueza personal de más de 1.000 millones de dólares en Estados Unidos, generaría 9.700 millones». Son esos ricos de allá, de acá, de muchas partes, los que en sus discursos de lamentan por la pobreza existente. Acá deberíamos recordar todo lo que trajo aparejado la lucha contra la famosa 125. Nuestro Biolcati acusó al Estado de “ente depredador”.