Las recientes elecciones norteamericanas, por sus resultados, nos pintan un panorama que nos ofrece mucho para pensar. No debemos olvidar que la tan citada “globalización” nos remite a pensar en un mundo interconectado que entreteje las políticas nacionales con las internacionales. Si nos ha sido útil hasta acá el juego de los espejos que hemos venido realizando, no lo abandonemos para poder avanzar un poco más por ese camino.
Un personaje muy interesante, que cuenta con una muy larga trayectoria y experiencia, Pam Martens, trabajó en Wall Street, ex agente de bolsa, durante 21 años; ahora ya retirado escribe regularmente sobre cuestiones de interés público desde su casa de New Hampshire, EEUU. Ha visto y han pasado por sus manos cantidad de negocios de todo tipo. Esto lo autoriza a hablar mostrando cómo funciona la democracia de su país, atravesada por el ansia de lucro sin escrúpulos. Leamos atentamente lo que nos cuenta:
«Un fondo «libertario» reservado, sin ánimo de lucro, vinculado a Charles Koch, financió los esfuerzos destinados a crear miedo, con el propósito de inclinar la elección presidencial en favor del senador John McCain en 2008. De dónde procedía el dinero que se utilizó, al día de hoy, sigue siendo un misterio acaloradamente debatido. Siete semanas antes de las elecciones presidenciales de 2008, aproximadamente 100 diarios y revistas de los Estados Unidos, entre los que se contaban el New York Times, Wall Street Journal, Miami Herald, Philadelphia Inquirer, y St. Petersburg Times, distribuyeron millones de DVDs del documental “Obsession: Radical Islam’s War Against the West”. [«Obsesión: La guerra radical del Islam contra Occidente»]. Los DVDs se ensobraron en las ediciones dominicales. En conjunto, incluyendo una campaña aparte de envíos directos por correo, 28 millones de DVDs inundaron los hogares de los votantes de estados clave».
Veamos algunas aclaraciones que hace el traductor de esta nota: «Hemos traducido libertarian como «libertario», poniendo no obstante el término entre comillas, pues en Europa y entre la izquierda la palabra es sinónimo de «anarquista», en tanto que en la derecha de los EEUU se refiere a la forma de “individualismo propietario” de extrema derecha que se opone a cualquier intervención del Estado en cuestiones económicas». Charles Koch, de quien ya hemos hablado en notas anteriores, es un milo-millonario que puede ser encuadrado dentro de esa denominación: un libertario (en nuestro castellano: un fascista). Es importante retener esto porque representa un fenómeno político actual presentado como el Tea Party, movimiento político que ha adquirido relevancia en estas últimas elecciones (9-11-10). ¿Qué es este movimiento?
«El Boston Tea Party o Partido del Té es un movimiento político de los Estados Unidos de ideología libertaria. Se fundó en 2006 por un grupo de ex-miembros del Partido Libertario que criticaba al partido por su “abandono de las responsabilidades políticas”, sosteniendo que «Los estadounidenses se merecen y necesitan de forma desesperada un partido en favor de la libertad que abogue enérgicamente por soluciones libertarias a los problemas de la actualidad»». Libertario, ya lo vimos, es la expresión de la extrema derecha, que en las elecciones anteriores (2008) tuvo como exponente a Sara Palin, candidata a la vice-presidencia, Gobernadora de Alaska entre 2006 y 2009. Ha capitalizado el descontento que han provocado las incumplidas promesas del actual presidente Barack Obama. Sigamos con las técnicas publicitarias de este sector de la política de los EEUU, respecto de los DVDs.
«El envoltorio del DVD era hábil, consiguiendo el visto bueno de los puntos de venta de los medios de primera línea, como parte de su red de distribución. La cubierta llevaba una banda roja que “gritaba”: “Más de 20 millones de espectadores la han visto en todo el mundo en las noticias de la CNN y la FOX”. Se realzó el título de la película con la “O” de “Obsession” luciendo la media luna y estrella islámica y la “N” representada por una tremenda arma automática puesta en vertical. El contenido de la película también era hábil. La primera mitad consistía en interminables escenas de terroristas suicidas y carnicerías humanas; la segunda intercala fragmentos de Hitler, las Juventudes Hitlerianas o analogías de Hitler entremezcladas con multitudes musulmanas y niños que blanden el puño en el aire clamando por la muerte de los occidentales. Una vez al principio y de nuevo al final, la película nos recuerda que no todos los musulmanes quieren matarnos; a la mitad de la película, cuantifica el número de los que sí querrían (sin ningún sostén que apoye ese pálpito): la friolera de 100 a 150 millones, es decir, del 10 al 15% de 1.000 millones de musulmanes».
La técnica de sembrar el miedo debe servirnos para reflexionar sobre nuestras experiencias