La penetración de los intereses de las multinacionales ha alterado el discurso de muchas universidades adaptándose a “los nuevos tiempos”. Hemos visto algunos ejemplos como para entender de qué se trata. Ahora vamos a profundizar en este tema y para ello recurro a una autoridad académica de mucho prestigio, el Dr. Henry A. Giroux – crítico cultural estadounidense y uno de los teóricos fundadores de la pedagogía crítica en dicho país. Este investigador está denunciando el plan, que ya está en marcha, para adecuar la formación que proporcionan las universidades al proyecto del neoliberalismo financiero. Leámoslo:
Con sus inexorables intentos de normalizar la creencia irracional en la capacidad de los mercados de solucionar todos los problemas sociales, el fundamentalismo neoliberal del mercado establece políticas hechas para desmantelar los pocos vestigios restantes del Estado social y de servicios públicos vitales. De un modo más profundo ha debilitado, si no casi destruido, las instituciones que posibilitan la producción de una cultura formativa en la cual los individuos aprendan a pensar de manera crítica, a imaginar otras maneras de ser y hacer y a conectar sus problemas personales con las preocupaciones públicas. Temas de justicia, ética e igualdad han vuelto a ser exiliados a los márgenes de la política. Nunca ha sido más obvio este asalto contra la forma de gobierno democrática, ni más peligroso que en el momento actual en el que se libra una batalla bajo la rúbrica de medidas de austeridad neoliberales sobre la autonomía del trabajo académico, el aula de clases como lugar de pedagogía crítica, los derechos de los estudiantes a una educación de calidad, la vitalidad democrática de la universidad como esfera pública y el papel de las artes liberales y humanidades en la promoción de una cultural educacional.
Quedó dicho antes que una parte importante de los claustros docentes parecen tener mucho apuro para lograr la adaptación de las altas casas de estudio a las necesidades del mercado. Esto se manifiesta en la importancia que adquiere el discurso económico para analizar los contenidos a impartir. Palabras como “costo”, “eficiencia”, “productividad”, etc., se oyen cada vez más y aquellos que se resisten y defienden la formación humanística y social de una universidad entendida como “bien público”, son calificados de retrógrados. Giroux se refiere a las universidades de los Estados Unidos, estos debates hace ya una década han llegado también a Europa y también a nuestro país, lo que nos advierte que no podemos esquivar el tema. El problema de la “salida laboral”, que no debe ser olvidado pero que no debe reemplazar el objetivo de formar a un ciudadano responsable y comprometido con su gente, se presenta pensado desde el mercado, qué es lo que necesita para responder a esa demanda.
El mercado (las multinacionales) piensa a partir de su necesidad: el lucro, y esto debe lograrse en el más corto plazo posible. Por lo tanto, se desentiende totalmente de las necesidades que un Nación se propone resolver a corto, mediano y largo plazo. Esta inmediatez condiciona el tipo de formación que va a recibir el estudiante, además queda permeada por la búsqueda del interés monetario. Giroux señala cómo se está dando esto en su país: «En lugar de tratar a los estudiantes como una inversión social para el futuro, ahora los administradores de las universidades miran a los estudiantes como una importante fuente de ingresos para los bancos y otras instituciones financieras que suministran fondos para financiar los crecientes pagos de matrícula. Para las generaciones anteriores la educación superior abría oportunidades para la autodefinición, así como para seguir una carrera en el campo elegido por cada cual. Pero los recientes eventos en EE.UU. y Gran Bretaña dejan claro que ya no es así».
Su temor por lo que está sucediendo lo expresa así: «Lo que es nuevo en la actual amenaza a la educación superior y a las humanidades en particular es que el ritmo creciente de corporativización y militarización de la universidad, el aplastamiento de la libertad académica, el aumento de un contingente en permanente aumento de profesores académicos a tiempo parcial y el punto de vista de que los estudiantes son básicamente consumidores y los profesores proveedores de una mercancía vendible como una credencial o un conjunto de habilidades para el sitio de trabajo. Más impactante todavía es la muerte lenta de la universidad como centro de crítica, fuente vital de educación cívica y del bien público crucial». No es un tema como para desentenderse.