El crecimiento urbano, con las nuevas modalidades que se fueron produciendo, se dio fundamentalmente en los Países Bajos y la Italia del Norte, que es donde comienza el camino hacia la transformación productiva que va a dar origen al capitalismo. Jacques Le Goff (1924-2014) historiador medievalista francés, especializado sobre todo en los siglos XII y XIII, advierte un cambio respecto de las ciudades anteriores:
En estas nuevas ciudades, en estos nuevos barrios, se manifiesta un nuevo espíritu urbanístico. El plano regular, circular o, más corrientemente, en damero, expresa una madurez del genio urbano, un esfuerzo de “racionalización” que deja adivinar mutaciones mentales… Los escudos de las ciudades… se cuentan entre los primeros testimonios de esta mentalidad urbana.
El historiador e investigador belga Henri Pirenne (1862-1935) también subraya los cambios sociales que se van produciendo que anticipan las cualidades de las ciudades posteriores. Describe el proceso con estas palabras:
Las aglomeraciones comerciales se caracterizan, a partir del siglo X, por su crecimiento ininterrumpido. Atraen continuamente a nuevos habitantes. Se dilatan con un constante movimiento cubriendo un espacio cada vez mayor de forma que, a comienzos del siglo XII, en un buen número de lugares, se van extendiendo ocupando los terrenos adyacentes. El modelo original es generalmente muy sencillo. Un mercado junto al río que atraviesa la localidad o bien en su centro, es el punto de intersección de sus calles que, partiendo de allí, se dirigen hacia las puertas que dan acceso al campo; porque el suburbio comercial, y es importante destacar este hecho con especial atención, se rodea en seguida de construcciones defensivas.
Las nuevas ciudades se iban construyendo alrededor de las viejas. En aquellos casos, muy numerosos por cierto, en que se hacía sentir la revolución de las nuevas clases (pequeños artesanos y comerciantes) que alteraban la ciudad antigua. Ésta era víctima de graves tensiones, entre lo viejo y lo nuevo. Sigue más adelante:
El área comercial, desde comienzos del siglo XI, comienzan a ser llamada nuevo burgo y a sus habitantes burgueses. La descripción tiende a apuntar a un perfil definido de personas, que van a confluir por sus intereses en estas ciudades y que constituirán la base de la posterior Revolución Burguesa.
Estas personas son el aporte social necesario para dar forma a una nueva estructuración de las relaciones sociales. Yo me atrevo a denominar esta etapa como: el capitalismo comunal. Para un bosquejo aproximativo, Pirenne dice:
¿Bajo qué apariencia conviene representarse a la burguesía primitiva de las aglomeraciones comerciales? Es evidente que no se componía exclusivamente de mercaderes viajeros… Debía incluir, junto a estos, a un número más o menos considerable de individuos empleados en el desembarco y transporte de mercancías, en el aparejo y aprovisionamiento de barcos, en la confección de vehículos, toneles y cajas, en una palabra, de todos aquellos accesorios indispensables para la práctica de los negocios. Ésta atraía necesariamente hacia la naciente ciudad a las gentes de los alrededores que buscaban trabajo… Para cubrir sus necesidades cotidianas necesitaba no sólo de una cantidad, sino una variedad creciente de gentes con oficios.
La especialización, que la división del trabajo produjo en las ciudades, ofreció una variedad y cantidad de mercancías que competía con muchas ventajas sobre las ya producidas que se intercambiaban con el campo. Esto dio a lugar a un intenso comercio entre la zona rural y la urbana, con beneficio para ambas. Con el correr del tiempo el campo se vio sometido a las características del comercio urbano. Se podría decir, con riesgo cierto de exagerar, que el campesino comienza así su camino de “aburguesamiento”, como también lo iba a comenzar a padecer una parte de la nobleza rural.
En esos tiempos comienza a aparecer este nuevo tipo social que compone el mercader libre. Cabe dejar asentado acá que la revolución que va produciendo la burguesía es la consecuencia de la defensa de sus intereses comerciales y de las ventajas obtenidas. La Revolución en esta primera etapa se concretará alrededor de la obtención de ventajas y privilegios para sus necesidades industriales y comerciales. Sólo después adquirirá el carácter político que los siglos XVII y XVIII van a mostrar.
Pirenne, conocedor profundo de esta etapa, afirma sobre el tema:
Las principales reivindicaciones no van más allá de lo estrictamente necesario. Se trata, antes que nada, de la libertad personal, que garantizará al mercader o al artesano la posibilidad de ir y venir, residir donde quiera y las mejores para sí como la de sus hijos. Se pretende además el establecimiento en la ciudad de una paz, es decir, una legislación penal que garantice la seguridad; la abolición de las trabas que resultan incompatibles con la práctica del comercio y de la industria, y con la posesión y la adquisición del suelo; finalmente, un grado más o menos extenso de autonomía política y de autogobierno local.
Lo que vamos viendo es que comienza a perfilarse una sociedad que se apoya en la libertad de sus ciudadanos, garantiza la paz y la seguridad, y se inicia un camino hacia una liberalidad en sus relaciones comerciales.