La deuda que contrajo el proceso cívico militar aumentó exponencialmente: en 1975 registraba una cifra 7.300 millones de dólares; al dejar el gobierno en 1983 había ascendido a 49.000 millones. Ese incremento de la deuda no tuvo como resultado el crecimiento económico ni grandes mejoras infraestructurales para el desarrollo del país. Gran parte de ella se dilapidó en la llamada “bicicleta financiera” que en estos días ha vuelto a aparecer. Veamos esto.
Los Calcagno, padre e hijo, en el trabajo citado en la columna anterior, avanzan sobre la deuda de Proceso, y las causas de su excesivo crecimiento. El mecanismo era sencillo, aunque de consecuencias terribles. La que fue tristemente conocida como la tablita cambiaria, por la cual Martínez de Hoz le aseguraba a los empresarios el valor del dólar futuro en el momento de la recompra, sostenido por el Estado. Lo cual garantizaba que la conversión de pesos a dólar estuviera asegurada para el momento de llevárselos del país. Lo describen así:
Tras la liberalización financiera y la política de atraso cambiario dispuestas por Martínez de Hoz, las tasas de interés internas se volvieron mucho más elevadas que las externas. Para las empresas grandes y los bancos locales era buen negocio endeudarse en el exterior para colocar ese dinero en activos financieros internos. Cuando se hicieron evidentes los riesgos de devaluación, los capitalistas depositaron sus fondos, en bancos del extranjero, aumentados por las altas tasas de interés. Fue lo que en esa época se llamó la «bicicleta financiera», gracias a la cual esos agentes privados, mediante la fuga de capitales, constituyeron importantes saldos en el exterior. Las contrapartidas de esa «plata dulce» fueron la disminución de las reservas internacionales y el fuerte endeudamiento del Estado.
Aquellos que estén siguiendo estas líneas podrán sorprenderse al ver como la historia se repite: hoy esas condiciones de ventajas para los que traen dólares al país y los invierten en las Lebacs (Letras del Banco Central que emite semanalmente el Banco) para financiarse en pesos en el corto plazo. Se logra así un mayor atractivo al ofrecer intereses, muy por encima de la inflación esperada y de los habituales de los bancos. Siguen los autores:
La guinda de la torta es la estatización de la deuda privada. Los teóricos de las privatizaciones hicieron que el Banco Central pagase las deudas privadas, a través de un sistema de seguros de cambio que al final transformó la deuda privada en deuda pública. El festival le costó al Estado argentino 14.500 millones de dólares entre 1981 y 1983. Lo que lo hace aún más escandaloso es que la mayor parte de los seguros generosamente otorgados (siempre con costos muy bajos y en algunos casos de manera retroactiva) eran innecesarios, ya que las empresas y capitalistas que declaraban deudas tenían también grandes saldos de activos financieros en el exterior (es decir que en términos netos no estaban endeudados en dólares).
La fundamentación que ofreció el Ministro Martínez de Hoz estaba basada en el supuesto de que una parte importante de aumento de los precios se debía a «factores psicológicos». Para contrarrestar esta influencia, les aseguró el porcentaje de devaluación y lo hizo fijando la variación de la pauta cambiaria, es decir, cuál sería la relación entre el peso y el dólar para cada día de los siguientes ocho meses, de enero a agosto de 1979.
Esta vez, en lugar de establecerse como precio del dólar una suma fija, a lo largo de esos ocho meses cada dólar iba a costar una cantidad creciente de pesos fijada con anticipación. De este modo, quedó establecido en un instrumento, ya mencionado como La Tablita, cuál iba a ser, en ese lapso, el porcentaje de la devaluación de la moneda argentina. Sin embargo, y esto no estaba en sus previsiones, en ese período la inflación aumentó mucho más que la devaluación programada, de modo que el peso siguió sobrevaluado y el retraso de la paridad cambiaria afectó al sector exportador. Apareció, entonces, el famoso dólar paralelo.
Consulté http://www.alconet.com.ar/varios/dolar_historico.html para ver el valor en pesos del dólar para el periodo 1976-1981. La inflación real, reflejada en esa relación, fue de un 635%. Esto obligó al Banco central a cubrir una enorme cifra en dólares para cubrir la diferencia entre el valor del “dólar real” y el que estipulaba la tablita.