Mirando al mundo XXII – Política y marketing columna Nº 71 – 31-8-16

La deuda externa acumulada en los países de la periferia del mundo central jugó un papel determinante en los acontecimientos internacionales, con graves repercusiones en el interior de los países sub o semi-desarrollados. Por ello se impone hacer un poco más de historia para ubicar los orígenes de estos serios inconvenientes.

Vamos a concentrarnos en el proceso que se fue desplegando en Latinoamericana cuyas consecuencias dio lugar a hablar de la “década perdida de América Latina”. Las manifestaciones de los diversos finales en los países de este subcontinente adquirieron una dimensión que no pudo ser soportada por muchos de ellos. La crisis financiera en la que se precipitaron a inicios de los años 1980, evidenció qué era lo que se venía produciendo como consecuencia de una acumulación de deudas contraídas y manejadas al servicio del capital financiero internacional. Su estallido se hizo público cuando los países latinoamericanos alcanzaron un punto en donde su deuda externa excedió su capacidad pago y no estuvieron en condiciones de hacer frente a los compromisos contraídos.

Voy a verme obligado a mostrar algunas cifras que hagan más claro lo que sucedía. Durante las décadas anteriores, 1960 y 1970, muchos países latinoamericanos, especialmente Brasil y México asumieron deudas importantes. Todo ello aparecía justificado con el propósito de llevar adelante planes de industrialización, especialmente para programas de infraestructura. En el caso de Argentina el proceso que se abrió a partir del golpe cívico-militar, precipitó esa situación por los pedidos de grandes sumas de dinero a bancos y a inversores internacionales cuyos destinos no fueron claros. Estos países tenían economías crecientes, en aquel tiempo, por lo que los acreedores estaban dispuestos a seguir concediendo préstamos:

Entre 1975 y 1982, la deuda latinoamericana con los bancos comerciales aumentó a una tasa anual acumulativa del 20%. Como consecuencia de haber asumido esos compromisos Latinoamérica multiplicó por cuatro su deuda externa en menos de diez años: de 75 mil millones en 1975 a 315 mil millones de dólares en 1983. Esa cifra representaba el 50% del producto interno bruto (PIB) de la región. El servicio de la deuda (pago de intereses más la devolución del capital) creció aún más rápido, alcanzando 66 mil millones en 1982, frente a los 12 mil millones de dólares en 1975. El crecimiento económico de los años anteriores había permitido situar a los países latinoamericanos en un lugar intermedio entre las economías más industrializadas y el resto del mundo, en vías de desarrollo.

Cuando la economía mundial entró en recesión en los años 1970 y continuó en los primeros años de 1980 por el incremento de los precios del petróleo que se dispararon debido a lo que se conoció como la Crisis del petróleo de 1973. Esta combinación de factores creó una especie de punto muerto para la mayoría de los países de la región. Los países en vías de desarrollo se encontraron en una desesperada crisis de liquidez. Los países exportadores de petróleo -abundantes en dinero, por el alza en el precio de dicha materia prima en 1973 y 1974- invirtieron su dinero en bancos internacionales. Estos «reciclaron» la mayor parte del capital en forma de préstamos a los gobiernos latinoamericanos. Dado que las tasas de interés aumentaron en Estados Unidos y en Europa en 1979, los pagos de las deudas también aumentaron, por lo que fue más difícil para los países pagar sus deudas contraídas.

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