Establecer una relación entre la Crisis del petróleo de 1973 y la deuda que contrajeron los países periféricos, con bancos e inversores externos, aunque esto pueda parecer una arbitrariedad, o no se pueda comprender fácilmente, abre una brecha dentro de una maraña neblinosa. Quiero decir que las dificultades que aparecen se deben a los ocultamientos que intentaron los poderosos internacionales que se han beneficiado con todo ello. Dicho esto, creo poder afirmar que vamos a encaminarnos hacia una comprensión más abarcadora de lo que sucedió, en una década-bisagra de las relaciones entre los poderosos del centro y los pobres de la periferia. Esta relación ha quedado oculta en la mayor parte de los análisis de los investigadores que se amparan en decir sólo lo políticamente correcto.
Analicemos los componentes de este proceso. La década de los setenta fue el escenario de la crisis que produjo la suba de los valores del barril de petróleo. Las causas se fueron acumulando desde las primeras décadas del siglo XX. El petróleo bajo tierra era y es propiedad de los países respectivos, en cambio, por capacidad técnica, para extraerlo era necesario negociar con las empresas petroleras más importantes del mundo. Éstas que eran conocidas como las “siete hermanas”, lo cual ya estaba mostrando el entramado de intereses que las unía. Ellas habían acordado con los países del Medio Oriente, los dueños del petróleo, un valor de u$s 9.- el barril; este precio se mantuvo durante más de setenta años, a pesar de la devaluación del esa moneda estadounidense.
En 1960 se organizó la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) con la participación de los países que tuvieran reserva petrolífera para comenzar a discutir el precio del barril. Ello implicaba la definición de políticas de defensa del petróleo crudo y volver a fijar un precio básico para el barril de ese combustible. La causa de esta situación debe adjudicarse a la pretensión de las grandes compañías de querer reducir los precios que, para entonces era absurdamente bajos, los u$s 9.- ya mencionados.
La OPEP era un grupo de catorce países, incluyendo siete naciones árabes, pero también otros grandes exportadores de petróleo del mundo. Inicialmente funcionaba como una unidad de comercio informal encargada de la venta del petróleo a los países desarrollados. Limitaba sus actividades a intentar incrementar los beneficios de la venta del crudo a las compañías de Occidente y mejorar el control sobre los niveles de producción. Sin embargo, a principios de los 70 empezó a mostrar su fortaleza.
Tal vez, la ambición desmedida de ganancias de parte de las grandes petroleras estiró demasiado la tensión que terminó irritando a los jeques del petróleo que venían analizando y debatiendo entre ellos lo que era evidente: las ganancias exorbitantes que obtenían en ese negocio pagando un insumo esencial a precios muy bajos. Debo agregar a ello que el valor del dólar, a comienzos del siglo XX, era mucho mayor que lo representaba en los setenta. Esto exige una explicación un tanto técnica.
El valor de la moneda estadounidense comenzó, a fines del siglo XIX, a cotizarse en relación con el valor del oro: esto se denominó el patrón oro. Ello permite decir que existía una moneda única mundial, que era el oro. Por ejemplo, en los inicios del siglo XX un dólar valía el 5% de una onza de oro que se cotizaba a u$s20.-. En el año 1944 se firma el tratado de Bretton Woods, mediante el cual se fija el precio del oro en $35 la onza, lo cual impone la devaluación del dólar en un 70%. En 1972 se vuelve a devaluar el dólar en un 10% más llevando la onza a u$s 38.-
Entonces, los u$s 9.- de 1905 equivalían a casi un 50% menos. Esto permite comprender lo que se denominó la Crisis de petróleo, que había producido un alza de su valor a u$s 40.- en 1973.