Mirando al mundo X – Pensarlo y comprenderlo – Ricardo Vicente López –-4-5-16 columna Nº 57

 El paralelo que estoy proponiendo, comenzado en la columna anterior, puede presentar aristas arbitrarias, cosa que admito. No creo estar presentando una tesis doctoral, sino sólo una especie de clave que nos lleve a comprender el origen, la historia, los resultados políticos, sociales, económicos, etc., de dos países que tienen, mirado en sus líneas generales, semejanzas pero también profundas diferencias, y que tanto unas como otras nos permiten pensar el tiempo que nos toca vivir: los comienzos del siglo XXI.

Sin embargo, esto hay que colocarlo sólo como un punto de partida diferenciador: las potencialidades desarrolladas a partir de los procesos de independencia respectivos – fines del XVIII y comienzos del XIX–  sentaron los cimientos de lo que podían llegar a ser cada uno de ellos. Una condición insoslayable es señalar que las historias anteriores al proceso independizador quedaron marcadas por las herencias y rupturas de cada uno de ellos con el país central que había sido su metrópoli. Los Estados Unidos nacientes se desprendían de la Gran Bretaña, que comenzaba su ciclo que la llevaría a ser el Imperio dominante hasta la Primera Guerra Mundial. Argentina, por su parte, cuyo nacimiento se puede aceptar se produce en 1816, se liberaba del Imperio español en franca decadencia. Acá señalo dos partidas de nacimiento con herencias diferentes.

Avancemos. El genio militar y conquistador EEUU, parte de su herencia, lo tuvo desde su mismo nacimiento, comenzando por las Trece colonias a fines del XIX dominaba gran parte de América del Norte. [Se pude consultar la columna anterior]. Nuestro país, por el genio de José de San Martín y su espíritu americanista, liberó gran parte de la América del Sur, pero no sometió a esos pueblos a una dominación colonial o a un sometimiento anexando sus territorios. EEUU nación con vocación imperial, Argentina proponiendo una unión fraternal encabezada por Nuestro Liberador y Simón Bolívar. Subrayar estas diferencias de origen ayuda a comprender los procesos políticos posteriores: lo que pudieron ser y lo que son. En el Norte las guerras, que pueden ser consideradas como interiores, fueron de conquistas y aniquilamiento de las poblaciones de los territorios que se anexaron. Las guerras intestinas nuestras apuntaban, desde diversas ópticas encontradas, a la unificación de los territorios del antiguo virreinato para la consolidación de una nación.

Comencemos ahora a analizar ciertas semejanzas y diferencias en la concepción de las relaciones entre el estado y las poblaciones de sus territorios. Anuncié, en la columna anterior, que propondría un paralelo entre dos personalidades políticas destacadas que estudiaron, analizaron, diagnosticaron y definieron estrategias políticas para, lo que hoy con terminología de las ciencias políticas, denominaríamos  la gobernabilidad, cómo institucionalizarla y cómo hacerla estable. Esas dos personalidades son el estadounidense Walter Lippmann (1889-1974) y el argentino Domingo F. Sarmiento (1811-1888).

Esta propuesta debe ser pensada desde la situación política, cultural, económica, social, etc., de los países respectivos, ante las cuales era mucho más lo que había que crear, inventar, diseñar, con no muchas posibilidades de copiar de experiencias anteriores. Para ellos los dos demostraban una clara vocación política, una mente clara, analítica, investigadora, crítica, que no es poco decir cuando podemos compararlos con tantos políticos de hoy. Una gran capacidad creadora, más académica en el estadounidense y más apasionada y crítica mordaz en el nuestro; el primero era un miembro de un establishment ya consolidado, rico y en los inicios de la disputa por el poder mundial; el nuestro, un combativo que pertenecía a uno de los bandos en pugna por el poder político.

Insisto con el centro del planteo que propongo: el problema más serio que se le presentaba a los EEUU de comienzos del siglo XX, que podríamos analizar hoy con un concepto de la politología: la  gobernabilidad, conseguir la estabilidad de los gobiernos. Coincidía, en este sentido, con los análisis y decisiones políticas de lo que se denominó Generación del 80, la élite gobernante de la República Argentina durante el crucial período de la República Conservadora (1880–1916). Para nuestros personajes el problema era muy similar: una masa popular de muy escasa educación cívica que era necesario encuadrarla dentro de las instituciones del sistema democrático, o de algo que se le pareciera. En ambos países predominaba un ideal republicano pero poco se hablaba de democracia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.