La otra cara del mercado IV

Los condicionantes del libre juego del mercado encuentran otra dificultad en el entrelazamiento de capitales que se mueven en distintos rubros pero que estás asociados financieramente, es decir, sus accionistas aparecen en la producción, en el financiamiento y en la publicidad. El periodista y ensayista español, Pascual Serrano (1964), licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid, publicó un libro lleva por título: “La prensa ha muerto: ¡Viva la prensa!”. En él hace un repaso de este proceso en España, que es un iluminador botón de muestra de lo que sucedido a escala mundial:

Cinco años de crisis han supuesto la desaparición de 284 medios en España. En el último año, la tasa de desempleo entre los periodistas aumentó en un 132%. A ello se agrega el cada vez más íntimo maridaje entre medios de comunicación y finanzas, bien visible en los sillones de los consejos de administración. En Prisa figuran delegados y consejeros de Citibank, Liberty Acquisitions, Roche, Altadis, Banco Urquijo o BBVA. Tirar del hilo de las acciones de “El Mundo” implica llegar a la banca italiana (Unipol, mediobanca, Banco San Paolo) y a la industria del automóvil (Fiat y Pirelli). Además, las tendencias a la concentración y el oligopolio que se denunciaban en los 90 son hoy casi una broma. Tras las fusiones de Tele 5 con Cuatro y Antena 3 con La Sexta, Lara (Planeta) y Berlusconi (Mediaset) dominan el paisaje televisivo. En la radio, Prisa, Cope y Onda Cero controlan el 93% de la publicidad del sector. El fenómeno de acumulación corporativa es mucho más acusado a escala global. El ejercicio de los 25 grupos mediáticos con mayores ingresos del mundo, publicado en marzo de 2014 por la consultora SNL Kagan, destaca en primer lugar a Liberty Global (con unos ingresos de 9.000 millones de dólares en 2013), seguida de 21st Century Fox (7.300 millones de dólares), Disney (6.636 millones de dólares), Time Warner, Viacom y CBS.

La ya mencionada escuela clásica de la economía, que reconoce a Adam Smith como su padre fundador, si bien tenía una mirada un poco ingenua respecto del mercado – tener en cuenta que escribía a fines del siglo XVIII, antes de la Revolución industrial−, sin embargo advertía que en el juego de la libertad no se debía negar la presencia de los empresarios angurrientos, en esta era muy crítico.
Carlos Rodríguez Braun (1948), economista hispano-argentino, Doctor en Ciencias Económicas y Catedrático de Historia del pensamiento económico en la Universidad Complutense de Madrid sale al cruce de una distorsión habitual de las ideas de Adam Smith:

Se trata, por tanto, de algo muy lejano de la caricatura usual de Smith y del liberalismo como partidarios de un «capitalismo salvaje» sin freno alguno a su cruel explotación. El economista escocés defiende precisamente los frenos, y por eso aplaude la competencia y condena severamente a los empresarios que, con toda suerte de excusas, arrancan monopolios, subsidios y protecciones varias del poder político, a expensas del pueblo.

Para Smith, el riesgo y la recompensa era una cuestión entre individuos que se encuentran en el libre mercado. Pero ¿cómo podrían esos individuos competir libremente si delegan su representación en otros? En realidad, ¿cómo puede haber libre competencia si los empresarios se agrupan a fin de compartir o disminuir el riesgo? Esta situación simplemente es una distorsión del mercado y deja en una posición mucho más débil al consumidor, por una parte, y al trabajador, por la otra.
Galbraith denuncia la consecuencia del surgimiento del empresariado profesional, consecuencia que sigue directamente de la percepción clásica del comportamiento económico de los individuos.

Ese empresariado procederá inevitablemente a la persecución de sus intereses -tanto como individuos o como grupo. De la misma manera que otros individuos o grupos buscan manipular el mercado a fin de beneficiarse, estos empresarios buscarán hacerlo. Smith mismo previó la situación: los accionistas -que son los que en términos de Smith asumen el riesgo económico- sólo recibirán «lo que los directores de las empresas consideren apropiado darles». Acerca de los directores dice que «sin un privilegio de exclusividad… generalmente han manejado mal la empresa. Y, con ese privilegio, la han manejado mal y también la han restringido».

Estamos viendo lo lejos que se está de ese modelo ideal, y esto ya había sido detectado en los comienzos del capitalismo.

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