La otra cara del mercado III

Definidas las empresas multinacionales, o más correctamente trasnacionales, son claramente uno de los factores ajenos que no deberían intervenir… pero intervienen. Sin embargo, en la mayor parte de los análisis teóricos sólo aparecen como una simple desviación o anomalía. Haciéndonos cargo de que ese tipo de empresas se presenta sólo donde el negocio posible y apetecible. Por lo general son muy pocos los países en los que no operan. Allí donde se instalan imponen sus políticas de precios y de ventas, sus modos de comercialización y el estilo, denominémoslo universal, por el cual imponen gustos y modas.
Un ejemplo, casi de manual, son por ejemplo las cadenas de supermercados Walmart y las hamburgueserías Mcdonalds. Entre otras de las dificultades que causan donde se instalan es la falta de respeto por las leyes nacionales – condiciones laborales, salarios, pago de impuestos, condiciones de compra de insumos, etc.−. Todo ello denuncia claramente que su modo de operar en los mercados no se atiene a las variaciones de la oferta y la demanda, sino que imponen esos valores según su criterio. Más aún, determinan sus precios y actúan, por regla general, monopólica u oligopólicamente.
Dice más adelante Wikipedia:

El origen de las actuales empresas multinacionales surgió a finales del siglo XIX, cuando un conjunto de empresas decidieron construir fábricas fuera de sus países de origen, con el objeto de disminuir los costes de transporte y evitar los fuertes aranceles establecidos a la importación de sus productos.

Agrega un muy interesante comentario citando a un muy importante economista e investigador canadiense (1908-2006), fue profesor de la Universidad de Harvard. Su pensamiento no responde al estereotipo del economista norteamericano, por sus ideas desleales a la corriente imperante sobre la economía y las prácticas de sus pares:

El comentador más conocido acerca del origen y consecuencias de las multinacionales es John Kenneth Galbraith, quien desde 1967 proclamó que la elevación al predominio de este tipo de empresas a partir de las Segunda Guerra Mundial tiene profundas implicaciones económicas, sociales y políticas. Entre otras, él postula que las multinacionales superan el problema del riesgo, central a las empresas tradicionales, lo que logran principalmente con las ventajas que poseen, por un lado, al estar en posición de obtener contratos de largo plazo en el área tanto de compraventa (incluidos con sindicatos) como de relaciones con países y, por el otro, al expandir sus actividades al sector financiero.

Como consecuencia de todo ello, la libre competencia, tal como se escribe, se publica y respecto de las concepciones clásicas, no responde a la realidad. Entonces aparece un nuevo concepto denominado la competencia imperfecta como una deformación del modelo clásico. Si bien se dice que lo perfecto es sólo un modelo ideal. Cabe la pregunta ¿por qué se lo presenta de ese modo por el cual la realidad es sólo una deformación de lo que debería ser. Por ejemplo, una condición de la competencia perfecta es la información adecuada e independiente, disponible para el concurrente al mercado.
Sin embargo, como vimos, las empresas multinacionales distorsionan esa información a través del control de la publicidad en los diferentes medios. Debemos agregar acá que la información pública también está condicionada dado que los propietarios están estrechamente asociados a esos medios, como accionistas o como compradores de espacios de publicidad. Esto presenta, a su vez, otras dificultades. La Doctora en Ciencias Sociales, Ana Wortman, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) e Investigadora del Instituto Gino Germani en el Área de Estudios Culturales, ha estudiado la incidencia de la publicidad en nuestras sociedades:

En nuestras sociedades resulta imposible pensar la vida sin publicidad, dependemos de ella para tomar decisiones que hacen a la reproducción de la vida cotidiana. Estamos tan acostumbrados que los avisos publicitarios están naturalizados. Así, la publicidad contemporánea constituye la puesta en escena de la dinámica de las corporaciones transnacionales, como ATT, Unilever, Coca Cola, Shell, Colgate Palmolive, Gillette, las cuales forman parte de nuestras vidas.

No se puede negar, entonces, que este es otro modo de distorsión sobre el supuesto modo perfecto del funcionamiento del mercado, por su incidencia en las decisiones del comprador.

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