El profesor Asiain desliza algunas sospechas respecto del tipo de relación que se ha establecido, a lo largo del siglo XX, entre los intereses de las grandes multinacionales y muchas de las importantes universidades estadounidenses, afianzado después de la Segunda Guerra Mundial por el dominio global que quedó establecido. Dicho con otras palabras: el modo en que esa teoría expone el movimiento de los famosos mercados, en tanto mecanismos técnicos, objetivos, cuyo funcionamiento se asemeja a una maquinaria prefecta (recuérdese el supuesto del modelo de competencia perfecta), todo sucederá correctamente, siempre que ninguna mano negra intervenga (salvo la mano invisible de A. Smith). De hacerlo se distorsionaría el mecanismo. Según la teoría: cuando los resultados son malos es porque no se ha permitido el libre juego del mercado:
En las universidades del Norte, tan importante como el financiamiento externo de las famosas foundations parece ser la presencia de prestigiosos académicos, e instituciones vinculadas al pensamiento ortodoxo, dentro del plantel docente y burocrático. En el ámbito de la mayor parte de las universidades privadas y nacionales de larga tradición, la ortodoxia económica continúa dominando la formación de los economistas. Los planes de estudio son copias de las universidades extranjeras y con ellos se preparan a los profesionales para continuar su carrera en el exterior, pero no para resolver los problemas de los argentinos, ni en el ámbito público, ni en el privado.
El papa Francisco reflexiona respecto a ese tipo de resultados:
Sin embargo, los objetivos logrados –aunque hayan reducido un poco la pobreza de algunas personas– a menudo han llevado aparejada una amplia exclusión social. De hecho, la mayor parte de los hombres y mujeres de nuestro tiempo siguen experimentando la inseguridad cotidiana, y no raramente con consecuencias trágicas.
Ante este estado de cosas, que pintan un cuadro bastante oscuro, pero al que es necesario encontrarle alguna salida, Francisco pone una condición para aquellos que, con una vocación honesta y sincera se haga cargo de tales dificultades. Saliendo al cruce de tanta teoría cibernética − sistemas de comunicación y de regulación automática − que habla de los mercados como simples o complejos mecanismos:
Las personas cuya vocación es ayudar al desarrollo económico tienen la tarea de velar para que éste siempre tenga rostro humano. El desarrollo económico tiene que tener rostro humano, ¡no a la economía sin rostro! En sus manos está la posibilidad de ofrecer un trabajo a muchas personas y dar así una esperanza a tantas familias.