La falacia del egoísmo originario
Los prejuicios respecto del hombre originario condicionan lo que se piensa sobre el hombre de hoy
Primeras palabras
La salida de la Antigüedad, por la caída del imperio romano de occidente, en el siglo IV, transitó una primera etapa: el proceso de la transformación de las tradiciones que habían configurado, durante un poco más de diez siglos, el tan maltratado y difamado, mundo medieval: la síntesis entre la tradición greco-romana y la tradición semita abrió una brecha que posibilitó la construcción de un largo camino hacia la cultura burguesa europea. En otras palabras, la etapa que conocemos como la Modernidad, necesitó una nueva concepción del mundo que respondiera a la necesidad de forjar una nueva antropología. Así se justificaría una nueva doctrina. Ésta iría colocando a un nuevo personaje histórico: el hombre individualista en el centro del escenario. Con este concepto comenzaba a repensarse el hombre de la cultura naciente, en los albores del siglo XVI. Fue una reformulación filosófica de la vieja idea de persona [[1]] con la cual el mundo greco-romano se apoyó en los aportes judeocristianos, en los siglos II y III de la era cristiana. Se comprendió, entonces, con mayor profundidad el fenómeno humano.
[1] Se puede consultar en la página www.ricardovicentelopez.com.ar – Sección Biblioteca – mi artículo La importancia del concepto persona.
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