No debe entenderse de esta historia que el laburo fue un castigo, como alguna interpretación que anda por allí dice. El relato en este aspecto no hace más que reproducir en un mito la historia de la evolución humana. Prueba de ello es que poco más adelante habla de Caín y Abel (que tampoco son personajes reales sino que representan a los agricultores y a los pastores – ver Libro del Pueblo de Dios). Es decir, un acontecimiento de la historia entre pueblos que se habían hecho sedentarios, los agricultores, y pueblos que eran nómades, los pastores. Las diferencias entre esas formas de vida crearon conflictos. Y si los agricultores “mataron” a los pastores es porque así lo muestra la “civilización”, cultura de ciudad, los sedentarios se impusieron sobre los nómades. De no haber sido así hoy andaríamos tras las cabras y las ovejas caminando por el mundo. Probablemente hubiera sido una vida más sana, pero ¿quién quiere tanta salud?
Y como una cosa trae la otra, pelea va pelea viene, el mal se aposentó sobre la tierra. Parece que le gustó esta vida, y aquí lo tenemos. Ahora que me detengo a pensarlo, no eran nada tontos aquellos rabinos, entendieron cómo fue la historia mucho mejor que otros. Supieron colocar el problema donde debió estar siempre entre nosotros los humanos, los que inventamos el mal y lo cultivamos con un empeño digno de mejor causa. Es cierto que esto de culpar a todos hace que los que son malos de verdad se escuden en el mal de todos y safen. Nosotros los argentinos decimos con aire de tipos experimentados: “Si vos hubieras estado en ese lugar ¿no hubieras hecho lo mismo?”. Y el guiño que acompaña la pregunta, con mucho de cómplice, deja afirmado que en el fondo la diferencia entre el chorro y el decente no es más que la oportunidad. Nosotros los decentes (tengan la bondad de permitir colocarme entre éstos) no hemos tenido suerte, caso contrario seríamos un Gostanián, un Cavallo, un Kohan, un Daniel Marx, para no abundar. Esos sí que fueron “vivos”.
Así fue transcurriendo la historia hasta que Dios, cansado de ver que el mal se había apoderado de los hombres y que daba patente de “piola”, sino miren a Tinelli, tuvo conciencia que lo que había predicado Jesús no alcanzaba para el mundo globalizado. Y comenzó una nueva etapa. Tenemos entonces a la segunda enviada del Señor. Primero nos había enviado a Jesús pero como el movimiento feminista se quejó nos envió a una mujer: la inefable Lilita. Esta enviada pertenece a una especie desconocida: la de los abogados honesto e incorruptibles, claro viene del cielo. Si bien no anda por la calle con la espada flamígera en la mano, por pura modestia, no deja pasar delito de corrupción sea del tipo que fuera. Si Escasany hizo alguna tramoya con el Banco de Galicia aparecía la “chapulín colorada” y denunciaba; si en Mendoza el criador de caballos había hecho algo incorrecto ella denunciaba;… y denunciaba y denunciaba. Nunca probó nada, pero esta no es tarea “divina”.
Pero ello no le llevaba todo el tiempo del que disponía. También se ocupaba de los maltratados, de los perseguidos, de las campañas sucias. Y encontró a un personaje que bien podía ser un héroe de historietas, como Batman, Superman, Spiderman, todos ellos son tan puros que no tienen pareja (por lo del pecado, se entiende ¿no?). Pero éste era un personaje porteño, por lo que podía ser un digno representante de la “viveza criolla”. Se llama Telerman, no se si siguiendo la tradición este nombre quiere decir “el hombre de la tele”. Pero éste en lugar de ser un perseguidor es un perseguido. ¡No podemos ganar una! Conseguimos un héroe, pero es un perdedor. Los malos, que existen en todas las historietas, quieren convencer a la gente que se hizo pasar por Licenciado. Él, en realidad lo tomó del chapulín, sin ninguna mala intención. (Espero que continúe)