El tema de la concentración económica y sus repercusiones lo he venido exponiendo en las últimas notas. No escapa a ninguna persona que siga esta problemática que es imprescindible tenerla en cuenta cuando se habla de la economía nacional. Por ello ahora quiero abordar el tema financiero. Debo decir que estoy muy lejos de ser un especialista en la materia y que muchas veces me cuesta bastante entender qué es lo que pasa. Por tal razón me voy a apoyar en una nota de un investigador del tema, Pam Martens, quien trabajó 21 años en Wall Street, equivale a decir en las entrañas mismas del sistema. Esto es especialmente relevante en estos momentos en que la turbulencia, de difícil pronóstico, sacude como un tsunami las bolsas del planeta. Con el agravante de que gran parte de esta información es religiosamente ocultada por los grandes medios.
Nos dice Martens: «Con cada nueva revelación de pérdidas multimillonarias en dólares de las mayores firmas de Wall Street, aparece la fastidiosa pregunta de cómo sucedió que esos Amos del Universo tuvieran que cargar con el muerto en esos masivos ajustes. ¿No se supone que sea Wall Street quien ejecuta negocios para otros; no que acumule para sí inmensos inventarios de valores tóxicos, no comerciales? Ya que esos grandes actores de Wall Street ahora poseen algunos de nuestros mayores bancos de depósitos, asegurados por el contribuyente (por cortesía de un regalo legislativo del Congreso llamado la Ley Gramm-Leach-Bliley)». La lectura de esta información pareciera referirse a un país del tercer mundo, bananero como lo denominan con mucho desprecio. Sin embargo nos habla de los EE. UU.
Resulta, entonces, que: «la Reserva Federal vacía decenas de miles de millones de dólares nuestros en algunos inmensos agujeros negros, el sentido común podría sugerir que el Congreso realizara audiencias públicas. Esas audiencias podrían sacar a la luz cómo Wall Street ha mutado, bajo el manto de la oscuridad, de ser un centro comercial a fabricar y almacenar artilugios exóticos registrados en ultramar [léase bancos off-shore]». Este analista está proponiendo la intervención del poder político para investigar qué está haciendo la Reserva Federal con “miles de millones de dólares nuestros”, es decir del pueblo estadounidense, que se pierden en “inmensos agujeros negros”. Perdóneseme la repetición pero creo necesario subrayar lo que está afirmando: las pérdidas de las aventuras financieras particulares son cubiertas con dinero público. Uno se pregunta ¿qué pasaría si no lo hicieran? Sin comentarios. Y esto es lo grave, no se encuentran respuestas oficiales.
Este analista nos dice que: «El gobierno de Bush manipula el lío como si se tratara sólo de un problema de hipotecas de alto riesgo. No vaya a ser que el público se dé cuenta de que un mercado no regulado de un billón de dólares ha reventado ante las narices del mercado libre de este gobierno. La pérdida colectiva de 70.000 millones de dólares en cosa de meses, con proyecciones de continuas pérdidas, que pueden ascender a hasta 400.000 millones de dólares globalmente huele a serios problemas». Vuelvo a insistir en este comentario porque sospecho que para más de un lector esto puede sonar a idioma extra terrestre. No se puede pensar que un juego financiero de tan alto riesgo no repercuta en las finanzas mundiales. De allí la necesidad de tratar de entender como ciudadanos de este país para que no nos suceda como ya se dio en 1929.