Me pregunto: ¿Cómo se sentirá un contribuyente estadounidense al leer la siguiente noticia? «El presidente del Comité de Supervisión y de Reformas del Gobierno de la Cámara de Representantes, el demócrata Henry Waxman, denunció en el segundo día de audiencias sobre la crisis financiera internacional qué habían hecho un grupo de ejecutivos de AIG, la aseguradora que fue rescatada el pasado 16 de septiembre con un plan valorado en 85.000 millones de dólares, parte de los 700.000 millones que aprobó el parlamento norteamericano. El legislador mostró una fotografía de un hotel de Monarch Beach (California), en el que las habitaciones cuestan hasta 1.000 dólares por noche, y explicó que las facturas evidencian que los ejecutivos gastaron más de 440.000 dólares, durante su estancia de una semana en el hotel: casi 200.000 dólares en las habitaciones, más de 150.000 en comidas y 23.000 en tratamientos del balneario del hotel».
Sigue diciendo la noticia que el legislador no ocultó su malestar por el hecho de que apenas una semana después de que los contribuyentes rescataran a AIG, ejecutivos de la compañía estuvieran «bebiendo y cenando en uno de los hoteles más exclusivo del país». También el legislador demócrata Elijah Cummings se mostró indignado al ver las facturas pagadas por los ejecutivos de AIG. «Se han hecho la manicura, recibido tratamientos faciales, pedicuras y masajes mientras los estadounidenses estaban corriendo con los gastos».
La aseguradora AIG se defendió de las acusaciones con el argumento de que el viaje había sido organizado un año antes como recompensa a los ejecutivos de venta del negocio de seguros de vida de la compañía. «Es tan básico como el salario, ya que supone recompensar el trabajo realizado»», explicó el portavoz de AIG Nicholas Ashoo a la agencia de noticias Bloomberg. El Comité de Supervisión ha revisado «decenas de miles» de documentos de AIG, que, de acuerdo con Waxman, hacen pensar si las generosas bonificaciones para los ejecutivos están justificadas a la vista de las pérdidas que registraba la aseguradora a partir de 2007. Esto representa un cuadro bastante común de las empresas que quebraron o estás al borde de hacerlo.
Veamos es te caso. «AIG perdió más de 5.000 millones de dólares en el último trimestre de 2007, pérdida atribuible a la división de productos financieros, pero el consejero delegado de entonces, Martin Sullivan, recibió una bonificación en efectivo de más de 5 millones de dólares. El Consejo de Administración de la aseguradora también aprobó un nuevo contrato de compensación para Sullivan que le proporcionó un «paracaídas de oro» para una posible salida de la compañía de 15 millones de dólares», explicó Waxman y continúa diciendo «Por su parte, Joseph Cassano, el responsable de la división de Productos Financieros, recibió más de 280 millones de dólares durante los últimos ocho años. Incluso después de haber caído en desgracia en la compañía por la falta de resultados, el ejecutivo siguió contando con un salario de un millón de dólares al mes».
Suena disparatado para nuestros oídos de gente de la periferia. Waxman también subrayó que mientras los ex ejecutivos de AIG niegan toda responsabilidad en el colapso de la aseguradora, una carta confidencial de la Oficina de Supervisión de Ahorros «presenta otro escenario». «En esta carta, con fecha de 10 de marzo de 2008, el organismo regulador afirmó que estaba «preocupado por el hecho de que en la supervisión corporativa de AIG Financial Products fallan elementos esenciales de independencia, transparencia y consistencia». (Documentos internos de la auditora Pricewaterhouse-Cooper evidenciaban problemas similares, indicó Waxman). «Cuando un auditor de AIG, Joseph St. Denis, expresó su preocupación por cómo la división de Productos Financieros hizo sus cuentas, Cassano le excluyó «deliberadamente» de la evaluación con el argumento de que «contaminaba el proceso»». Es un buen ejemplo para comprender lo que algunos autores han denominado la «cleptocracia», haciendo referencia a esta línea de ejecutivos.
.