El tratamiento de la ley de servicios audiovisuales nos permitió (o nos sometió a) escuchar los distintos argumentos (deberíamos ser más exigentes con el uso de este vocablo) algunos de los cuales sostenían posiciones contrarias a las que ellos habían presentado en sus proyectos de ley (el caso más triste, tal vez, es el de la senadora María Eugenia Estenssoro quien propuso en su proyecto lo mismo que ahora ataca con mucha ferocidad ¿tendrá mala memoria?). Creo que, y espero no ser demasiado duro, hemos asistido a una exposición de travestismo ideológico sin el menor pudor. Se pueden decir cosas opuestas con la misma pretendida seriedad argumental según lo indique el cambio climático. Hemos podido aprender que hay convicciones de otoño, otras de invierno, nos falta conocer las de la moda primavera-verano. Claro que puede haber algún mal pensado que se atreva a decir que no se trata de convicciones sino de intereses. Les ruego me permitan mantenerme en mis ingenuidades. Porque donde sí se pueden encontrar intereses, y muy fuertes, es en el gran país del norte, según nos cuenta la Sra. Amy Goodman, una periodista egresada de la universidad de Harvard, fundadora en 1996 en New York de la radio Democracy Now. Veamos:
El equivalente a la ley de servicios audiovisuales aquí es la nueva ley de sistemas de salud allá. «Esta semana, mientras la Cámara de Representantes y el Senado presentan sus proyectos de ley sobre el sistema de salud, Potter [Wendell Potter es la peor pesadilla de la industria de los seguros de salud] señaló: “La industria de los seguros de salud se ha venido anticipando a este debate sobre el sistema de salud desde hace muchos años… y se ha posicionado para estar muy cerca de los miembros influyentes de ambos partidos en el Congreso”. El senador de Montana, Max Baucus, preside el Comité de Finanzas del Senado, clave para la reforma del sistema de salud. Potter prosiguió: “Las industrias de seguros, la farmacéutica y otros involucrados en el sector de la asistencia médica han donado millones de dólares a sus campañas en los últimos años. Pero, además del dinero, son las relaciones las que cuentan, y por eso la industria de seguros contrató a muchos, pero muchos lobbistas, algunos de los cuales trabajaron para miembros del Congreso”».
Se podrá pensar: pero ¿cómo? ¿Allá hay gente que trabaja de “modificador de convicciones”? Es una profesión que acá no conocemos. Allá es legal y hay muchos de ellos en ambas cámaras del Congreso norteamericano. «La industria de los seguros y otros grupos que tienen intereses económicos en el ámbito de la salud cabildean muy fuerte [es decir conversan con los representantes del pueblo] contra la opción de seguro de salud público sin fines de lucro que propone el gobierno, y están gastando, según el Washington Post, un millón 400 mil dólares al día para persuadir al Congreso y a la opinión pública». Sugiero detener la lectura para poder metabolizar la cifra adecuadamente. Sigamos: «No nos dejemos engañar. La negativa de las empresas de seguro médico a proporcionar a sus clientes la cobertura requerida mata gente, y Wendell Potter conoce todos los secretos. Sus denuncias podrían ser justo lo que se necesita para desechar por fin lo que está “enfermo” en nuestro sistema de asistencia de salud». Podríamos decir, parafraseando al presidente Alfonsín: “¡Un señor Wendell Potter por aquí, por favor!”.
En una nota de Alfredo Zaiat sobre las posibilidades de provocar algún cambio en el sistema financiero internacional nos informa sobre quiénes son los funcionarios del gobierno del presidente Obama: «Tim Geithner, secretario del Tesoro, Mark Patterson, jefe del staff del Tesoro, Larry Summers, asesor de Obama, Hill Dudley, de la Reserva Federal de Nueva York, y Gary Gensler (CFTC). Todos ellos tienen la particularidad de que su origen laboral ha sido Goldman Sachs, con la excepción de Summers, aunque éste ha sido el protegido de Rubin. O sea, los mismos que han sido responsables de exacerbar la burbuja financiera que provocó la peor crisis desde la depresión del ‘30 del siglo pasado son los que lideran la estrategia para superar la actual debacle. No hay que ser desconfiado para dudar acerca de que ese equipo con la casaca de Wall Street vaya a realizar transformaciones profundas en el funcionamiento del capitalismo global».
Dos economistas nuestros Alejandro Vanoli y Augusto Magliano (h) sostienen: «el neoliberalismo ha acumulado demasiado poder y recursos desde los ’80, que le permiten asegurar su existencia y reproducción tal como se observa en la actualidad, donde hay mayor concentración del capital y ganancias record luego de la crisis más importante desde la década del ’30”». La frutilla del postre: Goldman Sachs es uno de los dueños del Grupo Clarín.