En un trabajo que publiqué en la página www.ricardovicentelopez.com hace bastante tiempo atrás que llevaba por título “Las brujas no existen pero…” hice una investigación sobre el poder oculto internacional, lugar donde se toman las más importantes decisiones estratégicas que rigen el mundo desde la posguerra. Viene a cuento este trabajo porque la periodista de investigación Magda Bandera (ya citada en ese trabajo) nos informa que en «La localidad barcelonesa de Sitges se prepara para acoger a los miembros del selecto Club Bilderberg entre el 3 y el 6 de junio. La noticia ha provocado la reacción de grupos antiglobalización que se oponen a los encuentros por entender que este foro privado toma decisiones que determinan de forma no transparente la política y la economía internacionales».
En el trabajo mencionado, un tanto extenso por la cantidad de información que es necesaria poner sobre la mesa para comprender la gravedad de lo que se está tratando, aparece un capítulo en el que se narra la historia del Club Bilderberg. Este Club fue fundado por el príncipe de Holanda, Bernardo de Lippe-Biesterfeld (1911-2004) en 1954 con el fin de «fortalecer la unidad atlántica, frenar el expansionismo soviético y fomentar la cooperación y el desarrollo económico de los países del área occidental». Esta manifestación deja en claro cual era el objetivo de tan bienintencionado príncipe: preservar el capitalismo ante la presencia inquietante de un país poderoso que con su sola presencia cuestionaba el orden establecido, aunque sus modos dejaran mucho que desear.
Nos recuerda esta periodista que «El club está formado por un centenar de los más influyentes políticos, banqueros y empresarios del mundo». La sigilosidad con la que se preparan y desarrollan estos encuentros de debe a la decisión de que no sean del manejo de la información pública. El disponer de esta noticia de parte de esta periodista no habla de su capacidad investigativa solamente, no porque no la tenga, sino de la complicidad de las agencias internacionales que ocultan este tipo de información. Es, entonces, su voluntad de hacer trascender este tipo de noticias lo que califica su tarea. «Por el momento, el alcalde de la población, Jordi Baijet, afirma que «oficialmente» no ha recibido «ninguna notificación» sobre la celebración del encuentro. Sin embargo, el periodista Jim Tucker, uno de los principales expertos en el club, asegura que el lugar escogido para albergar a los participantes de esta edición es el hotel Dolce, un establecimiento de cinco estrellas que no dispone de ninguna habitación libre entre los próximos días 2 y 6 de junio. Al ser interrogados sobre esta coincidencia, un portavoz del hotel responde que no puede confirmar si ha sido reservado en exclusiva por el club. A pesar de encontrarse en una población muy turística, el hotel, cuyas habitaciones cuestan entre 125 y 1.100 euros, permite a sus huéspedes cierto aislamiento».
Este hotel, como todos los elegidos para este nivel de encuentros, a lo largo de más de medio siglo, «Está situado a las afueras de la ciudad, frente al mar y junto a un campo de golf. Precisamente, algunas de las pocas imágenes de los bilderbergers, como son conocidos los participantes en el encuentro, son recogidas mientras juegan al golf, ya que suelen entrar en los hoteles en limusinas o coches con cristales polarizados».
La importancia de este tipo de encuentros la pone de manifiesto una revista semanal británica, especializada en política, relaciones internacionales y negocios, dirigida a una audiencia mundial como lo es The Economist, de lectura obligatoria en los círculos de poder. Hace aproximadamente una década escribió: «Cuando alguien hace escala en Bilderberg, ya llegó», lo que es toda una confesión acerca de la importancia fundamental de participar, siempre que se sea invitado, a un encuentro de tan alto nivel.
Esta afirmación, que aparece en una publicación de primer nivel internacional, da cuenta de la capacidad de los miembros de este Club «para marcar la agenda internacional y promocionar a políticos y directivos». Entre otros muchos, «Bill Clinton, Tony Blair y Barack Obama fueron convocados a la cumbre poco antes de presidir sus países. El actual gobernante de Estados Unidos lo hizo en 2008, cuando la cumbre se celebró en el estado de Virginia (EEUU), recuerda el economista Arcadi Oliveres. Lo mismo ha ocurrido con varios secretarios generales de la OTAN».
El periodismo tiene vedado acceder a sus encuentros, y a toda información de los temas allí tratados, salvo alguna escueta información que algún vocero se digne a conceder. Es allí donde se encuentran los poderosos del mundo y es entonces donde se la aclara a los futuros políticos gobernantes cuales son las necesidades a las que deben responder.