La crisis había llevado a replantear el rol del Estado en la economía de una nación. Como dije antes, las teorías dominantes no estaban en condiciones de dar cuenta sobre qué pasó ni de ofrecer una salida de la depresión. En marzo de 1933 asumió como presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt, quien se fijó como principal objetivo reconstruir la economía de su país. «Para esto desarrolló un plan conocido como «New Deal», que consistía en la regulación de la economía favoreciendo las inversiones, el crédito y el consumo, lo que permitiría reducir el desempleo. El gasto público debía orientarse a la seguridad social y a la educación».
El modelo estaba inspirado en las ideas del economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946) quien, después de un profundo análisis de las dificultades del capitalismo, expuso sus nuevos principios en el libro «La teoría general del empleo, el interés y el dinero». Las ideas de este autor han reflorecido después de los problemas que trajo aparejados el problema actual. Allí se apoyaba en los principios del liberalismo clásico, pero proponía para situaciones, como las que se daban en la década del treinta, la intervención del Estado en aquellos casos en que se viera alterado el mercado en su funcionamiento. «Creía que una redistribución de los ingresos y el aumento de la tasa de empleo, reactivaría la economía. Nació así la teoría keynesiana. Dado este énfasis en la demanda, era natural para Keynes proponer el uso de políticas fiscales y monetarias activas para contrarrestar las perturbaciones de la demanda privada, por ello es particularmente recordado por su propuesta de apelar a una política de intervencionismo del Estado, a través del cual se propondrían medidas fiscales y monetarias con el objetivo de mitigar los efectos adversos de los períodos de recesión. Los economistas lo consideran uno de los principales fundadores de la macroeconomía moderna». Keynes había padecido en sus propias finanzas el Crack del 29 que casi lo lleva a la bancarrota, pero pudo recuperarse en poco tiempo. Sus ideas y las medidas por él propuestas han recobrado vigencia en estos últimos años.
Volvamos a Roosevelt. Las medidas adoptadas por su gobierno fueron: ayudar a los bancos, subvencionar a los agricultores, aumento de los salarios y reducción de las horas de trabajo, creación de nuevos puestos de trabajo en la administración pública y en obras públicas, lo que daría un fuerte impulso a la construcción y a sus industrias derivadas. También se establecieron planes de asistencia sanitaria y se organizó un nuevo sistema de jubilaciones y pensiones. Los resultados del New Deal no fueron todo lo que se proponía, pero al menos se logró la estabilización con poco crecimiento. No se logró el pleno empleo y la permanencia de un número alto de desocupados, hicieron de la década del 30. Un período de tensiones y enfrentamientos sociales.
El final de la década del treinta mostraba todavía una situación preocupante para los EEUU. Como dije las políticas no habían producido los efectos buscados. Todo ello preocupaba seriamente a Roosvelt. Miraba el panorama internacional y comprendía que se aproximaba una Segunda Guerra (o una continuación de la interrumpida primera, según algunos analistas) y toda guerra es también una gran oportunidad. Su posible participación estaba vedada por dos razones: sus promesas de neutralidad durante su campaña electoral y el dominio de los aislacionistas en el Congreso que propició la Ley de Neutralidad de 1935. Aunque Roosevelt la aceptó, ya en 1937 propuso que las naciones amantes de la paz debían establecer una especie de «cuarentena» a las potencias agresoras. Aparentemente sólo pensaba en la ruptura de relaciones diplomáticas, pero la reacción en el país fue tan grande y rápida que el presidente debió desdecirse y volver a una política de estricta neutralidad.
Nos encontramos frente a un nudo de la historia de la segunda mitad del siglo XX de vital importancia. Allí se puede descifrar las alternativas que tenía el Presidente para salir del conflicto económico y social que tanto le preocupaba: ¿Cumplir con la política de neutralidad o participar en la Segunda Guerra?