Creo que, aun el lector menos avisado sobre estos temas, debe estar comenzando a entender y sorprenderse todavía más a medida que avanza el informa del Dr. Polk. Y, si hablé de las dificultades de leer esta investigación, se justifica por los resultados a los que vamos accediendo que nos abre la mente para estudiar el mundo de hoy. Todas las maniobras jurídicas publicadas más los acuerdos ocultos nos hablan de razones que fueron configurando la globalización que padecemos. Ello nos está hablando de una larga preparación para llegar a este dominio global actual. Esto le permite afirmar: «Y precisamente esta extraordinaria expansión del poder de los cárteles privados de la banca fue fundamental en gran parte en las maniobras entre bastidores durante y después de la Segunda Guerra Mundial».
Cita a continuación un ensayo muy esclarecedor sobre el tema, publicado en Foreign Affairs. Pero es necesario conocer qué es esa revista y quienes la publican. Aparece acá una vieja institución fundada en 1921, El Council on Foreign Relations (CFR), una organización estadounidense no partidista, esto debe entenderse como no definida por uno de los dos partidos de los EEUU, pero de gran ascendiente sobre ellos en materia de política exterior. No hay la menor duda de que se trata de una organización privada muy poderosa por su influencia en la política exterior de los Estados Unidos. Pasemos, entonces, a ver quién era el autor del artículo citado, Leon Fraser: Presidente del banco Mundial de Pagos Internacionales. En julio de 1944 se realizó la reunión de 44 naciones en Bretton Woods, Nueva Hampshire, en la que las 42 naciones restantes tuvieron muy escasa influencia sobre el acuerdo celebrado entre Gran Bretaña y los Estados Unidos, tal como lo observó Leon Fraser, entonces representante del First Nacional City Bank: «Se nos dice que 44 naciones acordaron esto. Me parece que sería más correcta la afirmación de que tres o cuatro grupos muy expertos se reunieron y redactaron un plan, y luego se lo presentaron a otros 44 (sic) técnicos y declararon “esto es lo que los Estados Unidos y Gran Bretaña están dispuestos a acordar con ustedes».
Esta intervención nos habla a las claras de que era un hombre muy poderoso. En 1936 escribió en la revista mencionada refiriéndose a las consecuencias del tratad de Versalles: «La verdad fue que los expertos aprovecharon la ocasión del nuevo ajuste de las reparaciones como excusa para reparar una brecha reconocida hace tiempo en el tejido de las finanzas internacionales. La organización que propusieron tenía funciones no conectadas con las reparaciones, y estas funciones ostensiblemente secundarias fueron los motivos predominantes para su establecimiento. Algunos miembros –en particular los conectados con la banca comercial – veían la institución como un instrumento para abrir nuevos campos de comercio mundial mediante nuevas extensiones de crédito […] Aunque no hubo unanimidad sobre las oportunidades de crear más crédito, todos los expertos estuvieron de acuerdo en que el Banco podía subsanar un vacío evidente en la organización financiera del mundo, es decir, proveer un centro para la colaboración del banco central y para que la corporación mejorara el mecanismo monetario internacional». El banco al que se refería Fraser era, obviamente, el banco central de todos los bancos centrales, el Banco de Pagos Internacionales, con su central en Basilea.
El Dr. Polk hace referencia a otro personaje que participó de los arreglos financieros posteriores a la Primera Guerra, Louis McFadden, un banquero que se dedicó a la política elegido congresista por Pensilvania, quien «condenó de manera muy clara los motivos ocultos y los métodos operativos del Tratado de Versalles. McFadden apuntó en particular al Banco de Pagos Internacionales, que se hizo cargo del oro que Alemania debía entregar en pagos de reparaciones. McFadden escribió que en realidad el Tratado de Versalles se había negociado de mala fe, y que la “Casa de Morgan” y los sospechosos habituales de la camarilla de banqueros internacionales eran los principales beneficiarios de los bonos de reparaciones, y que algunos aspectos sustanciales del tratado se habían elaborado en los centros financieros de Londres, mucho antes de las verdaderas negociaciones en París. McFadden auguró proféticamente las consecuencias a largo plazo del tratado como “fundamento para la renovación de una docena de guerras legalmente justificables”».
La consolidación posterior del poder económico y financiero en Occidente al final de la Segunda Guerra Mundial «posibilitó la subsiguiente globalización rápida y generalizada de tendencias incipientes que ya eran visibles en la plataforma de la Liga de Naciones. El establecimiento de las Naciones Unidas en 1945, así como la fundación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, tal como fue estipulado por el resultado del Acuerdo de Bretton-Woods (1944), contribuyeron sustancialmente al sistema internacional de moneda y finanzas de un carácter distintivamente anglo-estadounidense. Esto significó en particular que los bancos centrales de todas las naciones miembros tenían que adoptar en gran parte el modus operandi del sistema de la Reserva Federal. La impresión de monedas nacionales, que solía ser privilegio de gobiernos soberanos, debía ser reemplazada por el sistema de bonos gubernamentales o la emisión de pagarés, que entonces se prestarían o se venderían al cártel bancario privado (encabezado por el respectivo “banco central” del país) a cambio de billetes moneda con interés vencido».