El profesor Chomsky avanza en sus afirmaciones. Como prueba de cómo piensa la elite estadounidense recurre al testimonio de Marwan Muasher , un funcionario jordano integrado a la tarea de los analistas del Pentágono. Ante la pregunta sobre la situación del mundo árabe contestó: «Nada va mal, todo está bajo control. En suma: si los dictadores nos apoyan, ¿qué tendría que preocuparnos?». Esto remite a la respuesta que dio el presidente de los EEUU, Harry S. Truman (1945-1953) cuando se le comentó que la persona que estaba defendiendo era un dictador: «Ya sé que es un hijo de puta, pero es un hijo de puta nuestro».
Sostiene después que: «La doctrina Muasher es racional y venerable. Para reducirnos a un solo caso hoy particularmente pertinente, en un debate interno habido en 1958 el presidente Eisenhower manifestó su preocupación por la «campaña de odio» contra nosotros librada en el mundo árabe, no por los gobiernos, sino por las poblaciones. El Consejo Nacional de Seguridad (NSC, por sus siglas en inglés) explicó que en el mundo árabe se tenía la percepción de que los EEUU apoyaban a los dictadores árabes y bloqueaban la democracia y el desarrollo para asegurarse el control de los recursos de la región. Por lo demás, esa percepción es básicamente correcta, concluía el NSC, y eso es lo que tenemos que hacer, secundar la doctrina Muasher. Estudios realizados por el Pentágono luego del 11 de septiembre confirmaron que lo mismo vale para hoy. Es normal que los vencedores arrojen la historia al basurero, mientras las víctimas se la toman muy en serio».
Como ha podido advertirse, la complejidad del tema que estamos investigando impone recurrir a investigadores de reconocida solvencia, como ya advertí en el comienzo, por la necesidad de dar fe de las informaciones que van apareciendo y que toman desprevenido al ciudadano de a pie por lo fuerte de sus contenidos.
Por ello ahora damos paso al profesor Peter Dale Scott quien escribió un reciente libro como resultado de una larga tarea investigativa, cuyo título es español puede ser traducido como “El Camino hacia el Nuevo Desorden Mundial” . En él recorre la historia de los Estados Unidos describiéndola a partir de una búsqueda de lo denominó: «El Estado profundo». A partir de este concepto va descubriendo «la estructura secreta que dirige la política exterior y la política de defensa de ese país más allá de las apariencias democráticas». Este estudio ofrece «la ocasión de poner bajo los reflectores al grupo que organizó los atentados del 11 de septiembre y que se financia a través del tráfico mundial de droga». Insisto nuevamente sobre lo pesado que resultan digerir este tipo de informaciones, pero debemos acostumbrarnos para poder entender los hilos ocultos de la trama del poder mundial.
Dice Scott: «Yo definí la política profunda como el conjunto de prácticas y de disposiciones políticas, intencionales o no, habitualmente criticadas o no mencionadas en el discurso público, además de no reconocidas. O sea que la expresión “Estado profundo” no es cosa sólo mía. Se refiere a un gobierno paralelo secreto organizado por los aparatos militares y de inteligencia, financiado por la droga, que se implica en acciones de violencia de carácter ilícito para proteger el estatus y los intereses del ejército de las amenazas que representan los intelectuales, los religiosos y en ocasiones el gobierno constitucional, yo adapto un poco esa expresión para referirme a la más amplia conexión que existe, en Estados Unidos, entre el Estado público constitucionalmente establecido, por un lado, y las fuerzas profundas que se mueven en segundo plano de ese Estado: las fuerzas de la riqueza, del poder y de la violencia que están fuera del gobierno. Esa conexión podríamos llamarla la “puerta trasera” del Estado público, puerta que sirve de acceso a fuerzas oscuras situadas fuera del marco legal. Hemos podido observar que en Estados Unidos no es tanto una estructura paralela si no más bien una amplia zona o ambiente de contactos entre el Estado público y fuerzas oscuras invisibles. Pero esa conexión es considerable, y se necesita una apelación como “Estado profundo” para describirla».