Como creo que el tema de la posible fabricación de presidentes sobresale en la prensa internacional, como un tema aceptado que no merece la menor crítica. Esto me obliga a decir algunas cosas más al respecto. Me parece inaceptable que un tema como éste, de una importancia mayúscula para vivir en una democracia que se precia de tal, no encuentre la repercusión que merece. Vimos, en columnas anteriores, la autorizada opinión del Doctor Buen Abad Domínguez preguntándose, y preguntándonos, si lo que tenemos se puede denominar democracia, y la respuesta es claramente “no”.
Vamos a remitirnos ahora a un artículo, cuyo título fue Cómo se fabrica un presidente en 1992, publicado en el importante periódico El País de España, hace ya unos veinticinco años. Su autor Antonio Caño (1957), actual Director del periódico, pero que entonces era uno de sus columnistas, trató el tema que nos preocupa. La publicación comienza haciendo referencia a una anécdota:
«Tengo una idea», dijo de repente Craig Smith cuando los responsables de la campaña de Bill Clinton se estrujaban el cerebro el mes pasado para encontrar la forma de sacar rentabilidad electoral a la negativa de George Bush (padre) a participar en un debate televisivo en Michigan. La idea era sacar una persona disfrazada de gallina a la calle para hacer evidente el mensaje de que el presidente le tenía miedo de Clinton. «Como la cosa funcionó en Michigan», recuerda hoy Smith, «en los días siguientes llenamos de gallinas todos los mítines republicanos a lo largo del país».
Queda bien claro que en la utilización de argumentos pre-electorales no se tenía el más mínimo escrúpulo para utilizar lo que fuera tras el objetivo de ganar las elecciones. Debo señalar, y esto no es un simple detalle, que el periodista narra los hechos sin demostrar la más mínima sorpresa: no hace comentario alguno respecto de lo que estaba escribiendo.
Es interesante decir quién es el mencionado Craig Smith: Licenciado en Ciencias de la Universidad Brigham, MBA de la Universidad de Toronto; Presidente y Director Gerente de Marriott International; Responsable de Desarrollo Liderazgo Estratégico de todas las funciones operativas.
El periodista comenta a continuación de la cita anterior:
Craig Smith, director de planificación de la campaña demócrata, confiesa que ése es sólo un ejemplo del enorme esfuerzo de originalidad y organización que hay que hacer para ganar votos en Estados Unidos. En su laboratorio se analiza hasta el último detalle de la fórmula que debe convertir al gobernador de Arkansas, Bill Clinton, en el próximo presidente de Estados Unidos. La fórmula -o lo que se conoce de ella, porque se mantiene parcialmente bajo secreto- es una cuidadosa- combinación de profesionalidad, entusiasmo, audacia y recursos tecnológicos. Hace tres meses, ninguno de los que la elaboraban, esperaba que los resultados tuvieran tanto éxito, pero hoy todos hablan con orgullo de cómo han hecho para convertir a un político desconocido en un símbolo de la esperanza.
La admiración del periodista se centra en la capacidad creativa en la campaña que no descarta ningún argumento o maniobra publicitaria para el logro del triunfo. Ganar de cualquier modo es una característica de ese tipo de campaña. Si se llega mediante esos métodos no puede sorprender las cosas que se pueden hacer desde el poder. Continúa el periodista:
Montada la estructura, se trata de «dominar los medios de comunicación», prosigue Craig Smith. «Nuestro mayor éxito en esta campaña ha sido controlar los informativos locales de televisión que tiene cada ciudad de este país. Para ello tratábamos siempre de crear noticias locales o de desviar nuestro programa político nacional a los intereses precisos de una ciudad concreta. Hemos celebrado cientos de conferencias de prensa para explicar, por ejemplo, nuestra posición sobre el desempleo en Ohio, lo que nos daba el titular del día en Ohio. Cuando queríamos un titular a escala nacional, hablábamos durante días de un tema con todos los periodistas hasta convertirlo en noticia. Una vez que poníamos un tema de moda, bien a nivel local o nacional, hacíamos una encuesta para medir su repercusión; si funcionaba, seguíamos con él; si no, lo retirábamos«.
Si el Jefe de Campaña confiesa que durante su desarrollo se dominaba los medios de comunicación ¿qué no se puede hacer cuando ya se es presidente? De eso se trata la democracia que tenemos, siguiendo el ejemplo del modelo estadounidense.