Estamos analizando las diversas versiones políticas que se pueden encontrar hoy en el mundo de la posverdad. Ya, en una columna anterior nos preguntamos por el valor del concepto democracia: en su origen etimológico: gobierno o poder del pueblo. Si recordamos la famosa expresión del presidente estadounidense Abraham Lincoln (1809-1865) «El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo» deberemos volver a preguntarnos ¿qué quedó de todo ello? Es muy difícil hoy, si se es lo suficiente reflexivo, poder utilizar esa palabra para hacer referencia a las formas de gobierno actuales.
Y, lo más grave, es que en el escenario internacional no se ve, con muy pocas excepciones, un país, al que se le pueda asignar ese concepto con algún grado de aproximación. El modelo que vendió Estados Unidos al mundo, reforzado por la publicidad de Hollywood, hizo soñar a mucha gente con irse a vivir a ese país. Hoy, al recordar que después del Atentado a las Torres Gemelas (2001) ambas Cámaras del Congreso votaron la aprobación del Acta patriótica, dice wikipedia:
La Ley Patriota (en inglés PATRIOT Act), es una ley federal de Estados Unidos. Fue aprobada por una abrumadora mayoría tanto por la Cámara de Representantes como por el Senado estadounidense, el presidente de los Estados Unidos George W. Bush la promulgó el 26-8-2001. El objetivo de esta ley es ampliar la capacidad de control del Estado en aras de combatir el terrorismo, mejorando la capacidad de las distintas agencias de seguridad estadounidenses al coordinarlas y dotarlas de mayores poderes de vigilancia contra los delitos de terrorismo. Asimismo la ley también promulgó nuevos delitos y endureció las penas por delitos de terrorismo. Esta ley ha sido fundada en el argumento básico, de que, después de los atentados el pueblo norteamericano debía elegir entre su seguridad y sus derechos constitucionales, optando por restringir estos últimos para garantizar aquella.
Hubo innumerables manifestaciones, dentro y fuera del país, que argumentaron contra su sanción y, después, haber superado su fecha de vigencia el 31-12-2005., condición que no se Fue prorrogada varias veces, estando todavía en vigencia. Entonces, un país que tiene la Constitución nacional suspendida ¿es una democracia?
El Doctor en Filosofía, Fernando Buen Abad Domínguez (1956), Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Máster en Filosofía Política y, Rector-fundador de la Universidad de la Filosofía – cito algunos de sus antecedentes para avalar sus afirmaciones–, publicó una artículo que tituló Amenazas de la democracia, democracia de las amenazas – Hay países enteros “secuestrados” por los monopolios mediáticos (1-9-17). Nos invita a reflexionar:
Aunque fueron derrotadas las “dictaduras militares”, operan hoy por adentro de las democracias las tendencias más anti-democráticas. Han logrado imponerse todas las formas del engaño que encontraron ahí terreno fértil para su irresponsabilidad premeditada. Nada hay nada que los obligue a cumplir lo que prometen, nada hay que les limite el exhibirse impúdicamente con sus prontuarios delincuenciales más aberrantes. Nada hay que garantice algún mérito para servir en la solución de los problemas sociales concretos. Por eso, cualquier “inútil”, sin antecedentes puede llegar a las cumbres de la “fama” inflada con artificios de propaganda. ¿Qué democracia es esa que se sustenta en amenazas y golpes de estado contra los pueblos?
En columnas anteriores hemos citado a importantes personajes del mundo del marketing político, en las cuales pudimos ver la desvergüenza de sus afirmaciones, el aire académico con el cual intentaban adornar sus ridículos argumentos y, lo que es mucho peor, el embozado desprecio por la gente común, los ciudadanos de a pié a quienes intentan seducir con sus juegos perversos.