La ciudad, como tal, es un fenómeno social que sólo puede subsistir “importando” productos alimenticios para el mantenimiento de sus habitantes. Por tal razón el comercio es un modo consubstancial de vida, sin el cual su existencia no sería posible. Sin embargo no es una causa que nos lleve a afirmar que el comercio, a través de la formación de mercados, pueda señalarse como el punto de inicio del fenómeno que tuvo nacimiento en la baja Edad Media.
Toda ciudad, si entendemos por tal un centro administrativo con una iglesia y alguna forma elemental de gobierno, ha presentado estas características. No hay ninguna ciudad así entendida que no haya contado con mercados semanales o quincenales. Pero ello se mantuvo a lo largo de toda la Edad Media, sin que significara ninguna modificación al status que había adquirido durante los cinco siglos anteriores. El desmembramiento del Imperio había reducido la actividad de muchas de esas ciudades, algunas de las cuales habían prácticamente desaparecido, pero esa reducida actividad de intercambio con la zona rural que la circundaba se mantuvo durante todo ese período, y llegó hasta la Revolución Industrial.
No es, entonces, la existencia de mercados locales, como algunos historiadores han sostenido, la razón del origen del fenómeno de la aparición del nuevo tipo de ciudad que se puede detectar a partir del siglo X. Lo que caracteriza a la nueva ciudad medieval, cuna de un “nuevo hombre”, el burgués, es el dinamismo que imprime a toda la actividad comercial y el carácter que esta adquiere en el juego político interno.
Dice Henri Pirenne (1862-1935), profesor de las universidades de Gante y Bruselas:
Jamás hubo en el pasado un tipo de hombre tan específico y claramente urbano como el que compuso la burguesía medieval. El origen de estas ciudades está intensamente ligado a la reactivación del comercio y a la importancia que éste adquirió en el nuevo ordenamiento económico-social que se estaba gestando. En Italia y en los Países Bajos, como ya había quedado expresado, son los territorios en los que puede observarse este crecimiento urbano con las nuevas modalidades que producen.
El historiador medievalista Jacques Le Goff (1924-2014) especializado en los siglos XII y XIII, advierte un cambio respecto de las ciudades que sobrevivieron a la caída del Imperio:
En estas nuevas ciudades, en estos nuevos barrios, se manifiesta un nuevo espíritu urbanístico. El plano regular, circular o, más corrientemente, en damero, expresa una madurez del genio urbano, un esfuerzo de “racionalización” que deja adivinar mutaciones mentales… La construcción de nuevas murallas materializa a través de toda la cristiandad el crecimiento de las ciudades más antiguas… (como ejemplo) Aproximadamente entre 1100 y 1230 Viena conoce cuatro murallas sucesivas que enmarcan a un perímetro que se amplía sin cesar… Las ciudades… inspiran imágenes urbanas estilizadas. Los escudos de las ciudades… se cuentan entre los primeros testimonios de esta mentalidad urbana.
Otra característica destacable de ese crecimiento es que va a ser sostenido e imparable, a diferencia de lo que ocurrió en otros centros urbanos de mucha mayor antigüedad, que se mantuvieron como pequeñas villas, o poblados sin importancia. El historiador belga Henri Pirenne (1862-1935) describe el proceso con estas palabras:
Las aglomeraciones comerciales se caracterizan, a partir del siglo X, por su crecimiento ininterrumpido. Por esta misma razón presentan un gran contraste con la inmovilidad en la que persisten las ciudades y los burgos en cuya base se han asentado. Atraen continuamente a nuevos habitantes. Se dilatan con un constante movimiento cubriendo un espacio cada vez mayor de forma que, a comienzos del siglo XII, en un buen número de lugares, rodean ya por todas partes a la primitiva fortaleza en torno a la cual construyen sus casas. Desde comienzos del siglo XI, se hizo indispensable crear nuevas iglesias y repartir la población en nuevas parroquias… El modelo original es generalmente muy sencillo. Un mercado junto al río que atraviesa la localidad o bien en su centro, es el punto de intersección de sus calles que, partiendo de allí, se dirigen hacia las puertas que dan acceso al campo; porque el suburbio comercial, y es importante destacar este hecho con especial atención, se rodea en seguida de construcciones defensivas.