En un trabajo mío, publicado y disponible en la página: www.ricardoviecentelopez.com.ar, que lleva por título: Los orígenes del capitalismo moderno, en su Parte I se puede encontrar un estudio más detallado de este proceso histórico. Lo utilizaré para estas columnas. Allí escribí:
Volver los ojos al pasado, y sobre toda hacia un pasado que siempre está totalmente presente, porque en ese pasado se comenzó a configurar el mundo en que estamos viviendo: el Occidente Moderno Capitalista, con su modelo burgués de vida, es un ejercicio intelectual que nos abre la cabeza, nos oxigena el pensamiento, nos aligera de la dura carga de prejuicios. Éstos maniatan nuestras ideas y nos abisman en lo que de misterioso tiene todo futuro: el hecho de todavía no ser y, al mismo tiempo, ya estar siendo. El futuro como tal es un tiempo que está cargado de promesas o amenazas: lo que todavía no sucedió contiene las potencialidades de lo que ya está sucediendo. Por esa misma razón, entonces, lo futuro está presente hoy.
Esto puede parecer un juego de palabras, pero no lo es, por ello me detendré en aclarar un poco lo afirmado. Tal vez la analogía con nuestras vidas nos permita entender mejor: Por ejemplo, en nuestra adolescencia comienzan a manifestarse lo que estamos en condiciones de desarrollar; no es obligatorio que suceda algo definido, puesto que tenemos una libertad condicionada, pero libertad al fin, de elegir caminos posibles. Lo mismo sucede en la historia de los pueblos. Por tal razón, cuando nos dirigimos al pasado histórico cabe preguntarse si el camino por donde transitó esa historia era el único posible o se habían presentados otros. Esto nos empuja a preguntar, entonces, ¿por qué se eligió el que la historia nos muestra? ¿qué impidió tomar otros que podían haber mejorado el resultado? Intentemos una investigación. Vuelvo a mi trabajo para comenzar este análisis:
Entre los siglos X y XVI en Europa occidental estuvo en marcha una experiencia distinta de capitalismo, con un rostro más humano, más fraternal, con instituciones que avalaban y controlaban las prácticas industriales y comerciales sometidas a una ética comunitaria. Por qué ese capitalismo naufragó para dar paso al que hoy conocemos, individualista, competitivo, depredador, explotador, que coloca el lucro como único motor de la actividad económica. Revisar esos siglos de historia europea creo que nos permitirá avizorar formas y conductas sociales, plasmadas institucionalmente que prefiguraban un mundo diferente del que finalmente se consolidó.
Puede parecer a quien me está siguiendo en este recorrido que hay algo de ciencia ficción en mi propuesta. En algún sentido sí. Pero sólo como un modo de investigar si realmente pudo haber elegido otra posibilidad de haber continuado por formas diferentes más promisorias. Veamos de dónde veníamos y que ocultó la historia académica respecto de esas posibilidades. Ellas están guardadas en posibilidades que, tal vez, nos enseñen todavía posibilidades de recuperar para la construcción de un mundo mejor:
Que haya sucedido de este modo y no de otro no impide repensar una particular formación social, la comuna aldeana, que ofrecía para su tiempo soluciones a problemas sociales que todavía hoy tenemos, cuya problemática se nos presenta ahora como imposible de ser resuelta. Dicho de otro modo, muchos de los que hoy se nos presentan como sueños irrealizables, que podrían ser la solución de nuestros problemas, eran conductas cotidianas hace más de cinco siglos.
Para avanzar con esta propuesta debemos pensar que hubo en la Europa occidental un primer capitalismo urbano de tono más ético, entre los siglos X y XV, y un segundo capitalismo con vocación expansionista que aparece, aproximadamente a comienzos del siglo XVI y que llega hasta avanzado el siglo XX. Respecto de la primera experiencia capitalista (la de los siglos X al XVI), debemos tomar en cuenta que estuvo poblada por un hombre burgués (burgo=fortaleza-ciudad) anterior al burgués de los siglos XIX en adelante. Dice Henri Pirenne (1862-1935), profesor belga de las universidades de Gante y Bruselas:
“Jamás hubo en el pasado un tipo de hombre tan específico y claramente urbano como el que compuso la burguesía medieval”. El origen de estas ciudades está intensamente ligado a la reactivación del comercio y a la importancia que ésta adquirió en el nuevo ordenamiento económico-social que se estaba gestando.
Estamos comenzando a detectar la base social del desarrollo de un capitalismo de base comunitaria, como paso previo al capitalismo industrial.