Como un modelo del tipo de negociaciones que han entablado gobiernos conservadores con potencias extranjeras, que revelan el servilismo que han demostrado, y cuyas consecuencias han sido siempre perjudiciales para la Argentina, voy a analizar el acuerdo firmado en 1933, de triste fama, conocido como el Pacto Roca-Runciman. Veamos su historia.
Como producto de la Crisis financiera mundial de 1930, Gran Bretaña, que era en aquella época el principal socio económico de la Argentina, tomó medidas tendientes a proteger el reducido mercado de carnes con la Commonwealth ─ la comunidad de naciones que conformaba con sus colonias y semicolonias─. En la reunión de Ottawa (Canadá), de un año antes, se decidió que sólo se compraría carnes a los países que conformaban esa comunidad: Canadá, Australia y Sudáfrica entre otras. Esto excluía a la Argentina que era su mayor proveedor, lo cual generaría enormes pérdidas a los exportadores de este país.
Un tema que no se hizo público en aquel momento, pero de indudable importancia para la época, era las diferencias de calidades entre la carne de nuestras pampas y la que podían aportar las colonias. A ello se agregaba las diferencias de distancias entre Londres y Buenos Aires de la que había entre esa metrópoli y las colonias, principalmente Australia. Esa diferencia hacía que las carnes de la Argentina se exportaban enfriadas, lo cual mantenían su sabor, mientras que las otras debían ser congeladas dado las distancias mayores de viaje. El paladar del consumidor inglés estaba acostumbrado a nuestras carnes. Esto hacía que la amenaza de no comprar más tenía el carácter de una amenaza difícil de cumplir. Sin embargo, un argumento de tanto peso no fue utilizado por la delegación argentina que se sometió a las imposiciones británicas.
El acuerdo fue firmado entre la República Argentina y el Reino Unido en 1933. Se argumentó que el acuerdo comercial tendía a evitar en la Argentina los efectos de una política comercial británica favorable a los países de la Commonwealth. Como contrapartida, Argentina aceptó:
1.- La liberación de impuestos para productos británicos; 2.- tomó el compromiso de no habilitar frigoríficos de capitales nacionales; 3.- Paralelamente se creó el Banco Central de la República Argentina con competencia para emitir billetes y regular las tasas de interés: la constitución de su directorio iba a tener una mayoría de funcionarios del Imperio Británico; 4.- Se le adjudicó además al Reino Unido el monopolio de los transportes de Buenos Aires; 5.- El 85% de las exportaciones a este país debían realizarse a través de frigoríficos y barcos extranjeros; 6.- El Reino Unido se comprometía a dejar una participación de un 15% para frigoríficos argentinos.
Además la Argentina dispensaría a las empresas británicas «un tratamiento benévolo que tienda a asegurar el mayor desarrollo económico de ese país y la debida y legítima protección de los intereses ligados a tales empresas».
La Argentina mantendría libres de aranceles el carbón y demás mercaderías que se importaban en ese momento, exentas de impuestos, comprometiéndose a comprar en Gran Bretaña el total del carbón que consumía. Por otra parte Argentina se comprometía a no aumentar los aranceles aduaneros.