Por Ricardo Vicente López
Este título podría generar el inmediato escepticismo de muchos lectores que sólo tienen acceso a la información que publican los medios concentrados. Es comprensible dado que la certezas de que cada uno de nosotros es dueño de sus propias ideas, sus propios pensamientos, sus propios valores. Es una idea que está muy arraigada en los que tenemos más de cuarenta años (esto debe tomarse sólo como una hipótesis de trabajo). Para definirlo con trazos gruesos, los que hemos sido educados en los valores de la libertad de pensamiento que debe tener todo ciudadano de una sociedad democrática.
Nuestra generación ha vivido, o está informada, sobre lo acontecido en el siglo XX (dos guerras mundiales, dos bombas nucleares, campos de concentración, penetración imperial de las grandes potencias en la periferia del mundo, una marginación impiadosa de una tercera parte de la población mundial, etc. Como consecuencia, directa o indirecta, de estos acontecimientos se fue produciendo una concentración escandalosa del 80% de la riqueza en el 1 o 2 % de la población y el resto se reparte, en diversas proporciones, en el resto.
No puede ignorarse, y si esto sucede puede resolverse con prestar un poco de atención sobre el escenario internacional, por fuera de la información concentrada. Esto nos permite preguntarnos algo que debería ser obvio: ¿por qué no hay reacciones fuertes contra semejantes injusticias? ¿por qué se acepta tan calladamente o, al menos, sin grandes reclamos, esta escabrosa situación social? Y la respuesta es bastante sencilla, pero no conocida o no aceptada, por el público masivo. Porque desde comienzos del siglo XX en los Estados Unidos, como pioneros en este tipo de exploraciones, se han investigado y diseñado técnicas para la manipulación y control de la opinión pública.
En notas anteriores ya me he referido a este problema. Pero, a pesar de la gravedad de lo significa este tipo de manipulaciones, del deterioro institucional que ha generado que, en alguna medida, puede ser observado o, al menos padecido, por cualquier ciudadano de a pie con un poco de curiosidad, el tema no ha logrado la repercusión que merece en la mayor cantidad de personas. La sola mención, por regla general, da lugar a suspicacias o incredulidades. Ello me impulsa a volver sobre este tema, cuya revisión nos debe poner en conocimiento del grado de victimización a que ha sido sometido el ciudadano de casi todos los países de, por lo menos, el mundo occidental.
Para ir dando algunos pasos en la investigación le propongo, amigo lector, la lectura de un muy interesante y bien informado artículo publicado por el Licenciado y Magíster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Aníbal García Fernández, es investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG). Su título nos adelanta su contenido: Cambridge Analytica, el big data y su influencia en las elecciones (30-3-18). Cita:
En los últimos días ha trascendido en las noticias el caso de Cambridge Analytica (CA), por el rol que tuvo dicha empresa en las últimas elecciones presidenciales de EE. UU., y su participación en el Brexit, además de haber operado en otros países. CA usó datos de perfiles de Facebook sin el consentimiento de los usuarios mediante un test de personalidad, que operó como disparador para poder recopilar alrededor de 50 millones de muestras que permitieran conocer perfiles políticos de votantes de los países donde intervino para, así, redireccionar las preferencias de éstos.
Queda claro que la empresa británica ha intervenido con la clara intención de manipular la voluntad de los electores alterando sus preferencias. Esto puede parecer poco posible. Sin embargo, si nos detenemos a pensar sobre cómo opera la publicidad comercial, desde hace muchas décadas, condicionando o creando nuestros gustos y preferencias respecto de las opciones de compras, esto no debería sorprendernos. Llevamos mucho tiempo sometiéndonos a esas campañas y comprendo lo que no hubiéramos hecho sin la influencia ellas. ¿Quién de nosotros se considera habilitado a “tirar la primera piedra”? ¿Quién puede presentarse como “libre de pecado”? Entonces, estamos ante el traslado de esas técnicas comerciales, mucho más sofisticadas, al campo político. Hoy se dice, sin el menor pudor, que los candidatos recurren al marketing político. ¿Qué puede sorprendernos?
El investigador nos ofrece una respuesta respecto de ¿Qué es Cambridge Analytica? (CA). Y responde de este modo:
Es una empresa con sede en Londres fundada en 2013 por Alexander Nix. Se dedica al uso de datos para “cambiar el comportamiento de audiencias” y sus análisis y estudios son vendidos a empresas y también a políticos. Han trabajado en más de cien campañas políticas en el mundo, y en América Latina han trabajado en Argentina, Brasil, Colombia y México. Uno de los inversores de la empresa fue Robert Mercer, quien invirtió 15 millones de dólares. Mercer es un conocido donante del partido republicano y, además, trajo consigo a Stephen K. Bannon, quien fuera pieza clave para la campaña de Trump.
A partir de estos datos se pregunta: ¿Cómo operó en las elecciones en EEUU? y responde con estas palabras:
En 2013, Aleksandr Kogan desarrolló un test de personalidad en formato de una aplicación de Facebook. Aproximadamente 265 mil usuarios completaron el test, el cual pedía información personal y acceso a la red de amigos, “estados” y “me gusta” en la red social. Toda esta valiosa información fue vendida a la empresa CA. A partir de esta base de datos se obtuvieron los perfiles de alrededor de 50 millones de usuarios, los cuales fueron manipulados en favor de la campaña de Donald Trump mediante la creación de publicidad seccionada según cada perfil y creando noticias falsas (fake news). Según una nota del New York Times, Bannon estaba intrigado por la posibilidad de utilizar perfiles de personalidad para cambiar la cultura de EE. UU. en las elecciones. Christopher Wylie, quien fue fundador de CA, mencionó que el equipo de Trump “quería pelear una guerra cultural en Estados Unidos” y “Cambridge Analytica era el arsenal de armas para luchar en esa guerra cultural”.
La explicación que nos ofrece el investigador García Fernández permite comprender mejor por qué en el título de esta nota coloqué el concepto “científicamente”. Es decir, si hasta hace unos años atrás esto se hacía confiando en las cualidades de los directores de campaña, ahora disponen de técnicas y tecnologías específicas que amplían la capacidad manipuladora de manera exponencial. Hoy se puede implementar todo esto en el más absoluto misterio. Sin embargo nos propone la siguiente reflexión: “Cuando un servicio es gratuito, el producto eres tú”. ¿Qué hace CA con los datos de todos nosotros que colecta de la información que con mucha ingenuidad les ofrecen todos aquellos que operan en las diversas redes? Nuestro investigador nos advierte:
Empresas como CA se dedican a perfilar, segmentar y clasificar nuestros perfiles de personalidad, nuestras idiosincrasias y preferencias. Todos esos datos son empleados en el diseño de estrategias de publicidad y propaganda, de modo que nos dejan más expuestos al mercado y a la manipulación política. El derecho a la privacidad es despreciado en la sociedad actual, mientras que la “posverdad” mediante la propagación de noticias falsas es un recurso cada vez más utilizado en las campañas políticas que buscan reconducir los humores sociales. Ante esta manipulación de la opinión pública sin precedentes, vale la pena recordar que la protección de nuestra privacidad es esencial para defender nuestra condición de sujetos autónomos y ciudadanos libres.
Para completar la importante información que hemos podido recibir del investigador del CELAG, agregaré acá un párrafo de la nota de Matthew Rosenberg, periodista estadounidense del The New York Times, ganador del Premio Pulitzer, especializado en temas de ciber-seguridad nacional. Lleva por título: El mal manejo de datos por parte de Facebook desata un terremoto político:
Estados Unidos y Gran Bretaña lanzan investigaciones por el escándalo del uso de datos privados de Facebook. La senadora Amy Klobuchar (demócrata de Minnesota), miembro del Comité Judicial del Senado, llegó incluso a presionar a Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook, para que comparezca ante el tribunal y explique lo que sabe sobre el uso indebido de sus datos: «Apuntar a la publicidad política y manipular a los votantes«. El llamado modelo psico-gráfico de la empresa sostuvo su trabajo para la campaña Trump en 2016, aunque muchos han cuestionado la efectividad de sus técnicas.
Agrego una breve descripción respecto a cuáles son los manejos de los datos que la empresa recolecta
Cambridge Analytica: tomó un modelo computacional creado por Michal Kosinski de la Universidad de Cambridge y lo aplicó al marketing político: con 68 “me gusta” de un usuario de Facebook podía predecir, con un bajo margen de error, su color de piel, su orientación sexual y su afiliación política, su nivel de inteligencia, la religión, el consumo de alcohol y tabaco etc.
Creo que ahora no podemos decir que estamos en condiciones de comprender cómo nos manipulan. ¿Podemos quedarnos tranquilos como si nada pasara?