Continúo con los comentarios del analista Pam Martens sobre la situación de la Bolsa de New York, sostenido por su larga experiencia de analista. Aparecen afirmaciones sorprendentes para alguien que, como yo o Ud., estamos lejos de entender los detalles de esos manejos. Por ejemplo, dice: «es muy poco característico que Wall Street pierda miles de millones de su propio dinero. Por regla general, saben mucho antes que el público inversor cuando viene una quiebra (porque son los que sembraron las semillas para esa quiebra) y así ellos descargan sus pérdidas sobre participantes en el mercado menos enterados, usualmente el pequeño inversionista. Como ahora ellos mismos tienen que cargar con mega pérdidas, ¿no significará que son los participantes en el mercado menos enterados?».
Los grandes operadores especulan con dinero ajeno y retienen parte de las utilidades, o todas, del pequeño inversor. Pero cuando hay pérdidas estas son descargadas sobre el inversor. Negocio fantástico: son socios sólo en las ganancias. Parafraseando a Yupanqui el inversor podría cantar: “Las ganancias son ajenas, las pérdidas son de nosotros”. Uno, reflexionador de a pie, se pregunta ¿cómo hacen estas maniobras? Bueno es algo así: «los préstamos para coches, las tarjetas de crédito, las hipotecas; y las acciones de esas firmas son cargadas en planes 401 (k) [fondos de pensión]. La primera pista para esas mega-pérdidas es un acrónimo de tres letras: CDO. Significa Obligación de Deuda Colateralizada; un instrumento financiero tan enrevesado que incluso a veteranos escritores financieros les cuesta devanarse los sesos con el tema».
Para que nuestra autoestima no se vea deteriorada nos enteramos que no somos nosotros solos los que no entendemos. Entonces Martens, con algo de ironía nos propone una analogía: «para visualizar un CDO puede compararse con el episodio de la telenovela “Friends” en la que Rachel trata de hacer un bizcocho inglés. Coloca las capas requeridas de natilla y mermelada, pero cuando da vuelta la página del libro de cocina para seguir la receta para las capas, no se da cuenta de que las páginas están pegadas y completa el postre usando la receta de pastel de papas. El producto final es un artilugio incomible de múltiples capas de natilla, mermelada, carne molida, arvejas fritas y cebollas. Los bizcochos ingleses son servidos típicamente en una fuente de cristal transparente para que se vean las exquisitas capas. Wall Street prefiere usar cerámica opaca para sus CDO». Los más avisados se tragaron el anzuelo, incluidos ellos mismos.
Sigue con la analogía: «Desde 2002 hasta 2006, grandes plantas manufactureras dirigidas por las mayores firmas de Wall Street, junto con otros actores menores, produjeron como salchichas bizcochos de CDO por más 1 billón de dólares, y la mitad la hizo en 2006. La receta era bastante flexible. Capas (llamadas paquetes en Wall Street) podían consistir de préstamos a estudiantes, cobraderos contra tarjetas de crédito, préstamos para coches, préstamos para propiedades comerciales o residenciales, hipotecas de alto riesgo o préstamos corporativos. Los paquetes también podían ser apuestas altamente apalancadas contra índices (CDO sintéticos) o segmentos de otros CDO (CDO cuadrados). Desde 2003, un porcentaje creciente de CDO fue formado por sólo una clase de activos: las hipotecas residenciales; utilizando frecuentemente hipotecas de alto riesgo y préstamos sobre la apreciación mobiliaria como el colateral predominante».
Hasta donde yo entiendo se podría sintetizar así: comenzaron a flexibilizar los créditos en la búsqueda de mayores rendimientos. Como nosotros ya sabemos por el odioso “riesgo país” a mayor riesgo de cobrabilidad mayor es la tasa de interés. Se va arriesgando cada vez un poco más y se van ocultando las quiebras por incobrabilidad que se van produciendo. Y “no hay tiento que no se corte ni plazo que no se cumpla”. Bien hasta aquí llegamos. Pero ¿cómo sigue?