La hipocresía no tiene límites III

Que en la Argentina hay pobreza y que ésta puede haber crecido en este último año es perfectamente aceptable. Y que esto se debe a graves deficiencias del gobierno que podemos clasificar como falta de claridad respecto de la elección de los mecanismos a través de los cuales la ayuda llegue a donde debe, incapacidad operativa de los organismos, corrupción en las instancias intermedias, manejo espurio de los “punteros”, etc. Un dirigente de provincia sostuvo que de cada diez pesos que el gobierno central manda llega a destino sólo dos. Hay ocho que se quedan en el camino. Hasta aquí diagnóstico.
Es importante poder analizar de dónde provienen estos males, cuánto hace que están enquistados en la administración pública de todos los niveles, para poder repartir culpas con cierta equidad. Esto es imprescindible hacerlo y lo antes posible. Lo que me preocupa, siguiendo el pensamiento del cura Eduardo de la Serna, es que el momento parece propicio para hablar de la pobreza como si fuera un tema coyuntural, porque como tal a cubierto las primeras páginas de los medios concentrados. Y digo esto por lo que quedó dicho en las notas anteriores, que el tema aparece en boca de quienes no lo habían visto hasta ahora, si lo habían visto ¿por qué lo dicen recién ahora? Y esas voces, todas, tienen historia que no se debe olvidar. Para colocar una figura paradigmática el Sr. Biolcati, presidente de una entidad de tristísima historia, anotada en todos los golpes militares que se han producido desde 1930 para acá, se atreve a decir, como nos recuerda el cura: «en los discursos en la Sociedad Rural diciendo “por ahora” no cortamos puentes, defendiendo a Martínez de Hoz, y creando evidente clima destituyente» Esto es preocupante. La advertencia de “por ahora” más la crítica al gobierno y a la oposición de que no se han dado cuenta de que el 28 de Junio «ganamos nosotros», ¿ellos? ¿quién los votó?
Ante esto de la Serna dice que no lo escandaliza la pobreza: «me escandaliza que mientras aumentan los pobres, los ricos sean diputados, o jefes de gobierno, o manejen medios y la opinión pública. No me escandaliza ver al pobre a la cara y llamarlo por su nombre, me escandaliza ver a sectores de la Iglesia de Jesús, el Mesías de los pobres, e Iglesia de los pobres, cercana de los responsables de la pobreza». Por ello recuerda: «Es curioso: los obispos argentinos nunca pusieron al arzobispo de La Plata, Héctor Aguer en ninguna comisión episcopal, y justo en estos momentos difíciles, lo eligen presidente de la comisión episcopal de Educación, como queriendo “marcarle la cancha” al Gobierno en un campo tan específico y sensible a antiguas conferencias episcopales. No hace falta recordar que durante las dictaduras el Ministro de Educación era consensuado con el Episcopado, y lo mismo se hizo en los gobiernos democráticos sucesivos. Elegir para ese cargo episcopal a un obispo con evidente vocación de cruzado, es obviamente para “cruzar” al gobierno en este tema. Su referencia en sus dos declaraciones de hace un mes y la semana pasada aludiendo al “neo-marxismo” no hizo sino recordarnos otros duros momentos episcopales y dictatoriales».
Y cuando hay mucha gente que pensó que era una exageración hablar de clima destituyente (recordar las palabras de Biolcati) nos hace reflexionar: «hace tiempo yo decía que no parecía que hubiera posibilidad de golpe militar en Argentina fundamentalmente por dos motivos: la embajada de los Estados Unidos no parecía alentarlos, y la Iglesia hizo una clara defensa de la democracia. Por tanto si dos de los grandes apoyos de los golpistas no los alentaban, la cosa se les haría difícil a quienes los propugnaran. El presidente de la UCR en el Senado dijo que hay quienes no quieren que el gobierno llegue al 2011, pero nadie le pidió nombres. La embajada no parece ajena al golpe militar en Honduras, y –allí– la Iglesia jerárquica, en voz del cardenal Rodríguez Maradiaga, tomó clara postura por el régimen de facto. Algo semejante se ve en la postura del Cardenal de Bolivia, Julio Terrazas. Algunas declaraciones episcopales parecen sumamente preocupantes en este marco». No me parece que estas palabras sean para tomarlas a la ligera.

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